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El año 2000 encontrará unidos a los papas del siglo XX. Porque para esa fecha el actual pontífice Juan Pablo II, si sobrevive, quiere poner personalmente en los altares el mismo día y en una misma ceremonia a sus predecesores Paulo VI, Juan XXIII y Pio XII durante el Jubileo de la Iglesia Católica. Una objeción no lo perturba: Pio XII, quien estuvo al frente del Vaticano durante la Segunda Guerra Mundial, se abstuvo de condenar el genocidio de millones de judíos por los nazis. En el 2000 se cumplen dos milenios desde el nacimiento en el año 1 en Belén (actual Israel), de Jesús, fundador de la religión cristiana, quien murió 33 años después. Para este bimilenario el Papa quiere hacer efectivo un proyecto secreto que ya fue encomendado a sus más estrechos colaboradores. El punto polémico del secreto papal es beatificar a monseñor Eugenio Pacelli. El italiano estuvo al frente de la Iglesia Católica entre 1939 y 1958 con el nombre de Pio XII y nunca condenó durante el nazismo (ni después) la masacre sistemática y deliberada de millones de judíos en los campos de exterminio. Según el diario La Repubblica, Juan Pablo II afirmó que estos papas han aportado mucho a la Iglesia. Entre los aportes indudables de Pio XII a la posteridad vaticana se cuenta que el actual pontífice se haya visto forzado a excusarse por las omisiones de los católicos ante el Holocausto judío. En marzo de este año, el papa Juan Pablo II cumplió con lo prometido en 1988: un documento en el que la Iglesia Católica reconocía culpabilidad en el Holocausto. O casi. En un texto de 14 páginas titulado Recordemos: Reflexión sobre la Shoah (ver recuadro), la Iglesia deploró finalmente que el Holocausto hubiera ocurrido y la obediencia debida de muchas hijas e hijos de la Iglesia en el genocidio nazi contra los judíos. Según el documento hay un cortocircuito entre el antijudaísmo religioso, que estigmatizaba al pueblo hebreo como deicida, y el antisemitismo racial y eliminacionista. La decepción por la pobreza del documento fue generalizada en la comunidad judía internacional. El gran rabino ashkenazi de Israel Meir Lau dijo que el Vaticano debería disculparse oficialmente por la vergonzosa actitud del papa Pio XII. La actitud de Pio XII ante el nazismo, sin embargo, no frenó las expectativas de que haya realizado milagros. Al menos, los necesita inexorablemente para poder ser beatificado. Y aunque Juan Pablo II no quiere que lo acusen de hacer recomendaciones a quienes se ocupan de la beatificación de una manera supuestamente objetiva, parece seguro que el deseo pontificio de tener tres papas beatos para celebrar el 2000 les acelerará, y quizás allanará, el camino hacia el altar. Los tres procedimientos de beatificación están en curso, proclamó el portavoz del Vaticano, Joaquín Navarro Valls. Por su parte, el secretario de la comisión vaticana para el Jubileo, monseñor Crescenzio Sepe, aclaró que el Santo Padre quiere que se siga el camino normal para los procesos de beatificación sin favoritismos de ninguna especie. La beatificación es un estadio previo para la canonización, y exige un examen minucioso de la conducta personal en la vida y de los testimonios dejados por los servidores de Dios. Pero es casi certero que si hay un beato Pacelli habrá un San Pio XII. Los defensores de Pio XII subrayan el hecho de que luchó activamente para salvar las vidas de miles de judíos. En los últimos años abundaron teorías acerca de que Hitler quería invadir el Vaticano y tomar prisionero al Papa. Pero esto no se puede oponer a que Pio XII relegó al olvido una dura encíclica antinazi preparada antes de morir por su antecesor Pio XI y a que nunca levantó la voz contra los campos de exterminio cuando tuvo noticia de ellos. Y si es cierto que salvó a judíos, también permitió a las organizaciones eclesiásticas que pusieran a salvo a criminales nazis, a veces con el pretexto de que ellos eran eficaces anticomunistas. La organización de base de los católicos alemanes (ZDK), pidió que la Iglesia reconozca como institución su responsabilidad respecto del Holocausto. Pero lo más probable es que Juan Pablo II no lo admita nunca.Así la triple beatificación de Pio XII, Juan XXIII y Paulo VI servirá mejor para enfatizar que la Iglesia procede siempre con coherencia y que en el interior de la institución eterna no hay rupturas ni cambios.
TRAS LA UNANIME CONDENA A LA MASACRE DE OMAGH El
premier británico, Tony Blair, y su homólogo irlandés, Bertie Ahern, respondieron ayer
con cautela al cese completo de la lucha armada que los disidentes republicanos del IRA
Auténtico declararon formalmente la noche anterior. Ambos mandatarios coincidieron en su
determinación de poner entre rejas a los dirigentes y miembros de este grupo que firmó
el atentado de Omagh en el que murieron 29 personas y 220 resultaron heridas.
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