Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


"AMO LA VIDA", DE MICHAEL WINTERBOTTOM, CON ROBERT CARLYLE
Una relación de pareja a todo o nada

Un film hecho a la medida del talentoso actor inglés, que se ha convertido en el prototipo del antihéroe de la clase trabajadora británica.

Robert Carlyle, Juliet Aubrey y Sophie Okonedo en una escena del film de Michael Winterbottom.
El protagonista de "Riff Raff", "La canción de Carla" y "Todo o nada" vuelve a lucir su natural talento.

na29fo01.jpg (7429 bytes)

AMO LA VIDA 7 puntos

(Go Now) Gran Bretaña, 1995.
Dirección: Michael Winterbottom.
Guión: Jimmy McGovern y Paul Henry Powell.
Fotografía: Daf Hobson.
Música: Alastair Gavin.
Intérpretes: Robert Carlyle, Juliet Aubrey, James Nesbit, Sophie Okonedo, Berwick Kaler, Sean McKenzie.
Estreno de hoy en los cines Lorca y Savoy únicamente.

Por Luciano Monteagudo

t.gif (862 bytes) Buen tipo, Nick. Se gana la vida duramente, trabajando en una yesería de los alrededores de Londres. En su tiempo libre juega, no demasiado bien, como puntero en un equipo de fútbol de la zona y después del partido, por supuesto, va con sus amigos al pub, donde todos apuran unas cervezas, cuentan chistes verdes y matan el tiempo sobre el paño de la mesa de billar. Si el sábado a la noche les quedan unas libras, Nick y su compinche Tony van a algún lugar donde se pueda bailar y conocer chicas. Es en una de esas salidas que Nick repara en Karen. Ella está saliendo con alguien de su trabajo ("Es más cómodo, no requiere ningún esfuerzo", se justifica), pero poco a poco Nick y Karen se van entendiendo, hasta que terminan viviendo juntos. Es allí, justo en ese punto, donde empieza realmente Amo la vida, porque ante la súbita aparición de la adversidad este pequeño film británico prueba los límites y las responsabilidades de la pareja, sometida a una situación crítica.

Surgida de los grupos de producción de la BBC donde suelen foguearse los nuevos directores ingleses, esta película protagonizada por Robert Carlyle (un par de años antes de su consagración popular con Todo o nada) significó para el realizador Michael Winterbottom la posibilidad de hacer su paso definitivo de la televisión al largometraje. En TV, Winterbottom había hecho trabajos tan atendibles como el capítulo piloto de la sólida serie policial "Cracker" y la realización de "Family", la celebrada saga escrita por Roddy Doyle. En cine, dirigiría más adelante Jude (estrenada hace apenas unas semanas en Buenos Aires) y Welcome to Sarajevo y I Want You, que fueron respectivamente a las competencias de Cannes y de Berlín. Pero Amo la vida es, sin duda, el film de tránsito en el que Winterbottom parece probar --con mucha cautela, en el marco de una producción acotada y con una historia transparente, sencilla-- sus posibilidades como narrador.

La impronta realista, con particular atención a personajes simples, de la clase trabajadora, marca la adscripción de Amo la vida al modelo establecido por el cine de Ken Loach, un camino que la obra posterior de Winterbottom ya no seguiría, obnubilada por otras ambiciones. Esa atención al detalle de la vida cotidiana, a la minucia con que transcurren los trabajos y los días de sus personajes es también una constante del cine inglés de siempre, pero más allá de los apuntes costumbristas (que a veces se tornan un tanto reiterativos, particularmente cuando la película da cuenta de los episodios futbolísticos) Amo la vida tiene otra preocupación. Cuando Karen descubre que Nick comienza a sufrir los síntomas de lo que puede ser una esclerosis múltiple, el film corre el riesgo de optar por el sentimentalismo y el melodrama médico-patológico, pero prefiere en cambio concentrarse en las dificultades y decisiones que debe atravesar la pareja. Tal como lo ha definido el propio director, su película "trata sobre las consecuencias de una enfermedad, no sobre la enfermedad en sí misma".

El film no sería el mismo sin la presencia carismática de Carlyle, un actor de una notable naturalidad, capaz de infundir a todos sus personajes --el albañil de Riff Raff, el improvisado revolucionario de La canción de Carla, el alegre desocupado de Todo o nada-- una verdad que no parece requerirle esfuerzo alguno. Sin alejarse de esa línea (de la que únicamente parecería haberse apartado cuando compuso a Begsie, el psicópata de Trainspotting), aquí su Nick le pide varias escenas de bravura, pero Carlyle las resuelve con una sobriedad encomiable. Otro tanto debe decirse de Juliet Aubrey, una actriz desconocida (Amo la vida fue su primer largo), pero que demuestra que es capaz de atravesar situaciones verdaderamente dramáticas sin necesidad de llamar la atención con un capolavoro histriónico. En el trabajo de ambos está lo mejor del modesto film de Winterbottom, la energía que hace de Amo la vida una película esencialmente sincera, sin artificios.

 

PRINCIPAL