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Por Martín Pérez
Al igual que al comienzo de la fascinante primera parte de esta nueva saga de terror del maestro del género Wes Craven, Scream 2 tiene un prólogo que funciona casi como un corto/ensayo sobre el cine de terror. Un prólogo que, en este caso y rizando el rizo, sucede al mismo tiempo que se exhibe la "nueva versión" de aquel primer prólogo. Algo fundamental para subrayar las diferencias entre ambos cortos, y también entre ambos films. Porque mientras que aquella cacería de Drew era algo así como un encuentro privado entre el asesino y un espectador/víctima típico del cine de terror, el destino fatal de Maureen (Jada Pinkett) sucede en este caso en un lugar público, ante una multitud de fans que descubren la tragedia entre tanta fiesta. Si Scream 2 planea sobre la ironía de "la vida imitando al arte imitando a la vida", tal como se lo plantea uno de sus personajes, su tema también es "el cinismo devenido tragedia pero mirado con cinismo". Y en ese camino de trampas, chistes y sospechas, Scream 2 va anestesiando mucho de su trama, que de tanto encogerse para no ser descubierta, apenas si estalla en la última media hora. Claro que eso no quiere decir que no se pueda disfrutar con los juegos de Craven y su guionista estrella, Kevin Williamson, que despliegan a sus anchas todo tipo de citas y guiños en esta segunda parte que fue filmada apenas seis meses después del estreno de la primera, y tuvo un éxito similar --e incluso superior-- al de aquélla. Casi al comenzar Scream 2, en un aula del Winsdor College, un grupo de estudiantes de cine discuten sobre las secuelas. Mientras el consenso general es que éstas nunca superan al original, hay quienes intentan precisar las excepciones que confirman la regla. "Aliens", dice uno. "No, Ridley Scott gana", le contestan. "Terminator 2", insisten. "Tenés una fijación con Cameron", se burlan. "El imperio contraataca", es el nuevo intento. "Es parte de una trilogía, no una secuela". "El padrino 2", dice uno. Y se terminan las discusiones. No sólo por la palabra mayor, sino porque ha sonado el timbre. Han pasado dos años desde los asesinatos de Woodsboro, y la noticia del día es que dos espectadores han sido asesinados en el estreno del film que ficcionaliza la tragedia. "Hay alguien intentando hacer una secuela de Woodsboro en la vida real", se burlan los estudiantes, atrapados en su vida psicofeliz hasta que los asesinatos los terminan alcanzando, con todos los sobrevivientes de la carnicería final de la primera parte reunidos en el campus de Windsor. Si Scream 2 no forma parte de la excepción buscada por los estudiantes de cine es porque, lejos de alejarse de su primera parte, lo que simplemente intenta hacer es reescribirla y duplicarla casi en el mismo gesto. De esta manera, mientras en el primer prólogo hay un asesinato aquí hay dos, la paranoia del primer film aquí se multiplica, y se duplican incluso las explicaciones finales. El juego es abierto, y lo único que pide Scream 2 es que se lo acepte como tal. Y que se acompañe a sus estrellas femeninas --Neve Campbell y Courteney Cox-- en el camino que las lleva a asumir su destino. Claro que sus actos heroicos deben luchar en inferioridad de condiciones con cada parlamento cínico que se roba el recuerdo final del film. Como esa respuesta a la recurrente pregunta sobre la película de terror favorita: "Showgirls. Es realmente terrorífica".
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