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La pulseada entre los inversores y el gobierno brasileño continúa notablemente inclinada a favor de aquéllos. Pero después del desesperado llamado a la solidaridad internacional del presidente Fernando Henrique Cardoso del jueves, ahora el gobierno brasileño espera una línea de crédito salvadora, de unos 40 mil millones de dólares, de parte del Fondo Monetario Internacional y el Grupo de los Siete (G-7) países más industrializados. La versión fue difundida ayer por dos importantes diarios brasileños y contribuyó al repunte de la Bolsa de San Pablo (ver página 12). Pero que la corrida se haya apaciguado se explica por la nueva suba de la tasa de interés impuesta el jueves a última hora por el Banco Central, al subir el costo del dinero del 30 a casi el 50 por ciento. El Fondo Monetario confirmó mediante un comunicado que "está listo para asistir a las economías latinoamericanas", aunque aclaró que considera que las medidas anunciadas en Brasil son suficientes para recrear la confianza de los inversores. Según el vicepresidente del FMI, Stanley Fischer, el organismo todavía podría disponer de 13 mil millones de dólares en préstamos a Latinoamérica, una cifra exigua a la luz del tenor de las corridas. Hasta el secretario del Tesoro estadounidense, Roberto Rubin, salió a sostener a Brasil, al afirmar que ese país es "de vital importancia para Estados Unidos". A los analistas e inversores la inminencia de una crisis en Brasil, que desate un efecto dominó sobre toda la región, les huele al Tequila que empezó con la devaluación mexicana a fines del '94. Para tener una idea de la magnitud de la corrida contra el real, basta considerar el siguiente dato: a fines de julio, las reservas en divisas en poder del Banco Central alcanzaban a los 74 mil millones de dólares y ayer sólo quedaban 52 mil millones. Sólo en el jueves negro de esta semana se fugaron de Brasil 2 mil millones de dólares. En poco más de un mes, los inversores retiraron del socio mayor del Mercosur alrededor de 22 mil millones de dólares, más de lo recaudado por el gobierno a mediados de julio cuando concretó la privatización de Telebrás, la mayor de Latinoamérica. En ese marco, con la única meta de llegar a las elecciones del 4 de octubre sin una devaluación, tan catastrófica para los países emergentes como para el capital política de Cardoso, el gobierno anunció una drástica suba de la tasa de interés para tratar de retener a los inversores. Sin embargo, un nivel de tasa de interés del 50 por ciento anual tendrá enormes costos. En primer lugar, el más inmediato, aumenta todavía más el peso de la deuda sobre las cuentas públicas y entonces acrecienta el riesgo de insolvencia del Estado. La deuda pública brasileña es de unos 280 mil millones de dólares, con una carga de intereses y vencimientos en el cortísimo plazo. Como el gobierno no cuenta con superávit para pagar al menos los intereses, entonces debe refinanciarlos y, al subir la tasa, el peso de éstos aumenta a la par del déficit fiscal. En segundo lugar, semejantes niveles de tasa de interés terminarán por sumergir a la economía brasileña en una profunda recesión. Por eso, así como van, todos los consultores estiman que más temprano que tarde la situación terminará por explotar. No hay muchas opciones. O se declaran insolventes y anuncian una moratoria de la deuda, como hizo Rusia. O devalúan, con lo cual licuan parte de la deuda todavía, aunque en forma decreciente, denominada en reales. Las autoridades del Fondo Monetario, como lo habían hecho poco antes de la devaluación del rublo, redoblaron las señales de apoyo a Brasil y la región. El director-gerente, Michel Camdessus, dijo que "el FMI tiene acuerdos vigentes con varios países de América latina y está presto para reforzar su apoyo financiero y extenderlo a otros países, si es necesario, en respaldo de programas económicos fuertes". Brasil todavía no suscribió acuerdo alguno con el Fondo. Por su parte, el vicepresidente del organismo, el economista norteamericano Staley Fischer, agregó que "desde luego el FMI estaría dispuesto a ayudar a Brasil" si fuera necesario. En tanto, elogió las medidas adoptadas por el gobierno para frenar la corrida: "Deberían eliminar las dudas de que Brasil no conseguirá defender la estabilidad de su moneda", afirmó.
DIAGNOSTICO SOMBRIO DE JOSE LUIS MACHINEA El referente económico de la Alianza, José Luis Machinea, consideró que el mayor perjuicio de la crisis internacional recaerá sobre "los sectores más débiles", aunque afirmó que el impacto de la debacle de los mercados alcanzará a la economía en su conjunto. Al hacer un diagnóstico sobre la situación actual, dijo que "Argentina sufre el deterioro de los precios de exportación, un aumento del riesgo país, suba de las tasas de interés, restricción crediticia y, por lo tanto, ya está impactando en la actividad económica, por medio de una reducción de demanda". Las perspectivas trazadas por Machinea son poco alentadoras. "Hay crisis en los mercados emergentes y en la segunda economía del mundo, Japón. Si al cóctel se le agregan los problemas en Rusia, que el FMI se quedó sin plata y que el presidente de los Estados Unidos perdió su liderazgo político, la situación es harto complicada", advirtió. De acuerdo a su análisis, "estamos más cerca que nunca de repetir una crisis como la de los años '30". Sin embargo, se esperanzó en que "el mundo no puede pasar mucho tiempo sin que aparezcan mecanismos de coordinación para superar este momento, diría que algunas semanas". En cuanto a la tarea del equipo económico, sostuvo que "la inactividad es preocupante. Roque Fernández debe salir a explicar a los mercados por qué la Argentina es distinta". Finalmente, pidió medidas concretas para activar la creación de empleos, como rebajar los aportes patronales a las pequeñas y medianas empresas y subsidiar el financiamiento de ese sector.
Una red de 5800 millones contra la
caipirinha El equipo económico ya está preparando las medidas por si el ataque especulativo contra el real termina en una maxidevaluación en Brasil. La idea es anunciar que Argentina no necesitará salir al mercado financiero internacional a conseguir fondos ni por lo que resta del año ni por el primer trimestre del '99. Para eso, en las últimas horas, varios integrantes del equipo de Fernández estuvieron trabajando full time para cerrar con organismos internacionales un paquete de financiamiento de 5800 millones de dólares. Desde el martes, se encuentra en Washington el viceministro de Economía, Pablo Guidotti, donde negoció con diversas autoridades del Fondo Monetario la posibilidad de contar de un golpe con los 2800 millones del crédito de facilidades extendidas, que usualmente se desembolsa por tramos, en caso de que fuera necesario ante un eventual colapso de la economía brasileña. Según comentó una alta fuente de Economía, "las necesidades de financiamiento son pocas, pero si el mercado se cerró por la crisis no se puede conseguir nada". "No estamos pensando en un bono patriótico como el que tuvieron que suscribir los bancos y empresas durante el Tequila, porque no es mucho dinero el que necesitamos", comentó el funcionario. En realidad, la idea original del subsecretario de Financiamiento, Miguel Kiguel, era armar un préstamo caucionando las acciones de YPF, todavía en poder del Estado, con un grupo de bancos extranjeros. Pero debido a las turbulencias financieras y a las altas tasas exigidas se habría rechazado esta alternativa. Ahora la estrategia de Roque Fernández es abrochar lo antes posible una serie de préstamos con los organismos internacionales frente a la posibilidad de que la caída del real provoque una corrida contra el peso. Para lo que resta del año, el gobierno necesita 2 mil millones de dólares para afrontar los vencimientos de la deuda y, durante el primer trimestre del próximo, requeriría otros 3800 millones. Ayer, a última hora, el secretario de Política Económica y Regional, Rogelio Frigerio, estuvo reunido con la representante del Banco Mundial en Argentina, la canadiense Myrna Alexander. En la reunión, según fuentes del BM, se habría comentado la posibilidad de que el organismo aportara la mitad de los 5800 millones que necesita el Gobierno para los próximos seis meses; es decir, unos 2900 millones de dólares. El costo del préstamo sería del orden del 7 por ciento anual, mucho más bajo de lo que conseguiría en este momento el Gobierno si saliera a pedir dinero a los bancos internacionales. "Argentina es una pinturita en América latina, es una economía muy sólida y por eso estamos dispuestos a ver la forma para cubrir esa necesidad de fondos", habría dicho durante el encuentro Alexander. El martes el Gobierno licitará Letras del Tesoro (Letes) por 250 millones en el mercado local. Y la política oficial es, aunque se enfrenten costos mayores, no alterar el cronograma fijado previamente para no crear mayor incertidumbre. Mientras tanto, en Economía insisten con que si Brasil devaluara no habría un gran impacto sobre los flujos de comercio. Pero reconocen que habría un efecto contagio, y los especuladores probarían la solidez de la Convertibilidad. "Es muy probable que nos prueben, pero estamos en mejores condiciones de resistir que en el Tequila", aseguran.
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