Pobre Brasil. Tan grande
y al mismo tiempo, mirado desde aquí, tan pequeñito. Si fuera por la Argentina, Brasil
cabría en una foto por año. En 1970, Pelé. En el '77, deme dois. En todos, una garota
con música de Jobim. Y ahora, una gran Bolsa que esconde dentro suyo un fantasma: el
virus de la devaluación. Aunque en el cortísimo plazo no existe un problema mayor para
la Argentina que la situación brasileña, Brasil aparece sólo como un gran miedo. Sin
gente, sin economía real. Sin política. Aquí se intenta demostrar por qué esa visión
es un poco tontinha.El gran problema de Brasil es la combinación
entre elecciones y crisis financiera internacional. La primera vuelta de las
presidenciales, en las que compiten el actual presidente Fernando Henrique Cardoso y el
candidato de la izquierda, Lula, se librará el 4 de octubre. La segunda, tres semanas
después, el 25. La crisis, como se sabe, no tiene etapas previsibles. Ejerce día a día
una sólida tarea de demolición que ya consiguió estos números:
* A fines de julio Brasil tenía 69 mil millones de dólares en
reservas. Hoy apenas 47 mil millones.
* Solamente en la Bolsa de Sao Paulo los especuladores extranjeros
retiraron en setiembre 800 millones de dólares.
* El Banco Central puso la tasa interbancaria en un 49,75 por ciento.
Hace diez días estaba en 29,75.
* La consultora Standard & Poor's rebajó de "estable" a
"negativa" la calificación de riesgo de las deudas de corto y largo plazo en
Brasil.
* Las empresas no toman créditos porque la tasa es demasiado alta.
Ford y General Motors ya anunciaron suspensión de personal para setiembre y octubre. Los
autopartistas dijeron que el aumento del interés sobre el descubierto agravará el
parate.
* A pesar de los rumores sobre un probable control de las
importaciones, muchas empresas han detenido las compras en el exterior: temen quedarse con
un stock imposible de liquidar y de pagar.
* La caída del precio del petróleo alejará a las multinacionales del
futuro negocio de la flexibilización del monopolio que ejerce Petrobras.
* Brasil profundizará el recorte de gastos fiscales, que aumentará el
costo social de la crisis.
* La tasa de desempleo en el Gran San Pablo podría llegar al 20 por
ciento a fin de año. En 1995 era del 13,2. Según el economista Bernard Appy, con un 5
por ciento de crecimiento anual el desempleo no empeoraría, pero tampoco era esperable
una reducción. Las previsiones se acercan hoy al crecimiento cero. María Cristina
Cacciamali, de la Facultad de Economía y Administración, pronosticó en Gazeta
Mercantil que aumentará el empleo negro y, así, la exclusión social.
Este panorama tremendo, que podría ser aún peor si Brasil practica
una devaluación del 40 o el 50 por ciento y se acerca a alguna de las híper (la
hiper-recesión, la hiper-inflación), hasta ahora benefició políticamente a Cardoso.
Una encuesta de Folha de Sao Paulo del último domingo le dio 48 por ciento de
intención de voto, contra un 26 de Lula y un 7 de Ciro Gomes, el distante tercero en
discordia. Hace tres meses, FHC y Lula empataban. El crecimiento de Cardoso se debe sobre
todo a una percepción: el 54 por ciento de los consultados dice que él está en mejores
condiciones de manejar la crisis financiera. Con estos números, FHC conseguiría la
reelección en la primera vuelta, un objetivo que lo obsesiona por una razón que explicó
a Página/12 Paulo Totti, subdirector de Jornal do Brasil y uno de los mejores
analistas del vecino. "El gobierno intenta llegar a las elecciones sin que la crisis
se convierta en pánico y trata de evitar la segunda vuelta porque, con ballottage, el
pánico puede aparecer entre una y otra votación", dijo.
La estrategia del PT de Lula es simétrica. "Nuestra meta es que
Fernando Henrique no gane en la primera vuelta", comentó a este diario Marco Aurelio
García, el jefe de la Comisión de Programa del PT. "Si gana en la primera, es
imprevisible lo que puede pasar. Si, en cambio, no se asegura los votos en la primera,
deberá cuidarse de imponer un programa de ajuste violento porque tendrá miedo de perder
el ballottage."
La voz de García no sonaba a batucada ni carnaval. "En la
comisión teníamos tres escenarios previstos por si debíamos gobernar a partir del 1° de enero. Lo que estamos viviendo en Brasil es ya el tercer
escenario que imaginábamos, el peor de todos", dijo.
El apocalipsis se produjo, según el experto petista, porque FHC
"adoptó la solución más convencional y clásica cuando elevó la tasa de interés
de una forma absurda en la idea de que esto se resuelve con un aumento del superávit
primario. Ahora --criticó García--, ese superavit ya está siendo sobrepasado por el
pago de los intereses. La elevación de la tasa producirá un costo financiero
extraordinario, la reducción de la actividad será más grande y bajará el ingreso
federal".
El cálculo de la oposición es que cada cinco días la crisis se
devora una propuesta, y ésta queda obsoleta. Lula parecía proclive a una gran
devaluación. ¿Lo es? "Somos partidarios, más bien, de cortar la salida de divisas
con un control de cambios", dijo García, que se rió de la paradoja que muestra al
PT defendiendo el real. "Nos inclinamos por un modelo de control de importaciones y
ajuste administrado de la tasa de cambios que permitiría incluso una reducción de la
tasa de interés." ¿Integraría el PT un gobierno de unión nacional?
"Discutamos primero la propuesta", sugirió el asesor de Lula.
El periodista Totti, que estaba en Washington cuando comenzó el Efecto
Tequila, a fines del '94, sumó otro elemento clave a un cuadro capaz de descorazonar al
más vital de los brasileños. Explicó que FHC esperaba una ayuda de los Estados Unidos,
pero que esa colaboración es difícil. "Aunque Clinton tiene poderes legales para
recetar ayuda, los norteamericanos se resistieron en los casos de México '94 y Rusia '98.
No quieren que el riesgo capitalista quede salvado siempre, al final de la película, por
el Séptimo de Caballería que lo rescata del enemigo. Y además --dijo Totti--, no veo
que Bill Clinton tenga mucha fuerza para ayudar a su amigo Fernando Henrique, ¿no?"
No.
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