Brasil es muy macho
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Brasil no piensa pedir ayuda al Fondo Monetario. Esto lo sugirió ayer el presidente Fernando Henrique Cardoso, después de que el viernes rebotara violentamente la bolsa paulista ante la perspectiva de una masiva ayuda proveniente del FMI y del Grupo de los Siete, que aglutina a las mayores potencias industriales. "Brasil nunca pidió, en los últimos años, ayuda del Fondo, y no vemos necesidad de hacerlo", dijo Cardoso ayer por radio, en un programa de propaganda electoral, emitido con vistas a los comicios del 4 de octubre. El jefe de Estado aseguró que el país tiene recursos para hacer frente a la crisis, lo cual parece distar mucho de la verdad. Ahora la pregunta es si realmente piensa prescindir de un paquete de auxilio internacional, o si elude admitirlo porque puede resultar impopular. Además de la expectativa de un rescate internacional, el repunte del viernes, que siguió a la desastrosa jornada bursátil del jueves, fue consecuencia de una medida heroica resuelta ese día por el Banco Central. Este elevó del 30 al 50 por ciento anual las tasas básicas de interés para defender al real frente a las presiones deflacionistas. Pero este remedio es un verdadero veneno para el fisco brasileño, que así ve encarecerse proporcionalmente su gigantesca deuda, y además reduce la solvencia de los bancos, al volver más incobrables las carteras de créditos. Tras conocerse la novedad, acompañada con nuevos recortes en el gasto público, aumentó el pesimismo de los economistas, que ya pronostican para 1999 una contracción de hasta 3 por ciento en el Producto Bruto. Brasil, que ya en octubre de 1997 había recurrido a elevar drásticamente la tasa de interés para conjurar una corrida contra el real, no tiene ningún acuerdo firmado con el FMI, que en cambio sí lo tiene con otros países de la región --entre ellos, la Argentina--, cuya suerte depende en gran medida de lo que ocurra con Brasil. Este siempre se ha resistido a las recetas del Fondo. Por de pronto, todo el Mercosur se ve amenazado por la vulnerabilidad brasileña, obligando a decisiones urgentes de la banca central tanto en Uruguay como en Paraguay. En el caso uruguayo, los bancos oficiales vendieron anteayer unos 14 millones de dólares en la plaza financiera libre para frenar el alza del dólar, que tocó el techo de su banda de fluctuación. Ese monto es inusualmente alto para el giro normal del mercado montevideano, en el que suelen transarse unos dos millones diarios. Todo el nerviosismo es atribuido oficialmente al temor por la fuga de divisas que sufre Brasil, cuyas reservas perdieron unos 22 mil millones de dólares (algo así como el 30 por ciento) en algo más de un mes. A su vez, el Banco Central paraguayo dispuso elevar las tasas de interés de los depósitos a plazo en un promedio de 16 puntos, para desalentar una fuga del peso al dólar. De esta manera, para imposiciones a un mes rige una tasa oficial del 24 por ciento anual, que llega al 34 por ciento en depósitos a un año. Paraguay va a sentir amplificadamente la desaceleración de sus dos grandes vecinos y principales clientes, y más aún una eventual devaluación brasileña. El país guaraní cuenta con reservas insuficientes para afrontar un eventual ataque especulativo. Mientras tanto, Boris Yeltsin le aseguró ayer por teléfono a Bill
Clinton que Rusia continuará el camino de las reformas económicas, una manera de disipar
el escepticismo que provocó en Occidente la designación de Yevgueni Primakov como primer
ministro. Los antecedentes del flamante premier conducen a imaginar un retorno a la
economía dirigida. En cualquier caso, Primakov proclamó ayer: "Que nadie lo dude.
Rusia no es un país que sea capaz de declararse en bancarrota ni jamás lo hará".
Pero lo cierto es que ya hizo algo parecido respecto de unos 40.000 millones adeudados a
corto plazo. Mañana la situación será evaluada en una nueva reunión del G-7, el mismo
que en su último encuentro no mostró ninguna disposición a financiar un salvataje para
el gigante enfermo. |