Por Alejandra Dandan
Patas de tero. Así quedó apodada Paula un día de secundario. En otra escuela, pero
después, le hablaron del brillo. De la seducción de esas patas en una pasarela. Es
modelo. Así la llaman ahora. Paula mide 1,72. Pesa 49 kilos. Las patas sostienen caderas
de 90 centímetros. Para la estética de los 90, esa muchacha de 20 está excedida de
peso. Exactamente dos kilos. O al menos así le avisó su booker, híbrido de
esteta y predicador psi. Mientras Paula está en el gimnasio matando esos dos kilos con
fierros, revistas europeas ponen mujeres voluptuosas en tapa y anuncian "el fin de la
moda anoréxica". En el medio, Buenos Aires. Diseñadores, sociólogos y críticos de
moda coinciden: en este país la estética anoréxica no concluye. Definen ese modelo como
cuerpo enfermo, cuerpo de signo vacío. Cuerpo ausente. Algunos se atreven a pensarlo como
la cristalización de la cultura menemista: hedonista y recesiva.
"Me gusta demasiado comer". Sophie Dahl convirtió en bandera
su filosofía al punto de volverse --con su talla 50-- en objeto de pelea en tapas de
revistas inglesas. Con Sophie, Sara Morrison es otra de los nuevos paradigmas de belleza
mejores cotizados por las editoriales europeas y tapa de la francesa Vogue. En
Londres, también, la BBC consagra curvas regalonas de carnosidad en la pantalla como
Clarissa Dickson Wright y Jennifer Patersonn. En tanto, Buenos Aires lejos de receptar
esta nueva marcación estética como posible, parece ignorarla. Las marquesinas no sólo
rechazan a señoras gordas, prohíben el ingreso de cualquier rollo sedimentado sobre
costillas de mujer. El paradigma de la estética porteña restringe cada vez más el
acceso a quienes se alejen del modelo exigido por el booker de Paula: peso, 49.
 No
más modelos anoréxicas según "L'Evenement du Jeudi" |
Parámetros: "Para no
lastimar a la mujer que se acerca suele reemplazarse las letras XS, S, M por 1,
2...". Nadie sabe que con el 4 se lleva un extra large", cuenta una diseñadora.
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Sólo en talle chico
Roberto Piazza sabe de señoras. "Yo tengo una escuela y el 90 por
ciento de las mujeres --con talles normales-- no pueden conseguir ropa para ellas en los
locales de marca. Se compran las telas y las hacen ellas". Y no miente. En Buenos
Aires, la ropa se hace para flacas. Hace cinco años comenzaron a fabricarse prendas de
talle extra small (XS). Las marcas líderes con target de mujeres entre 16 y 30 o 35
diseñan colecciones bajo dos parámetros: trazos adolescentes y talles chicos. Andrea
Carbone es diseñadora de CyA y Vitamina. "No se piensa en productos para
gordos", dice sobre una conducta cristalizada en las marcaciones. "Para no
lastimar a la mujer que se acerca a comprar a veces suele reemplazarse las letras XS, S, M
por 1, 2 ...". Para ella "nadie sabe que con el 4 se lleva un extra large".
Una rubia atiende el local de Cuesta Blanca sobre la avenida Córdoba.
Señala la camisa que lleva encima y casi escandalizada replica sobre esa rara moda
anoréxica que un día se atrevió a cambiarle el cuerpo. "Mirame como soy --es
chica-- y tengo puesto un medium porque los talles small no me entran". Sin embargo,
aunque la rubia no entre en la ropa diminuta, los talles XS y S son los más pedidos y
primeros en agotarse en la urbe. Daniel Cassin usa el XS en prendas comodín, se venden
solas. Florencia Lerner, una diseñadora, es terminante: "Los talles más grandes no
se venden". No sólo cree que "para nada se termina la moda anoréxica, además
las minas de 25 y 30 se ponen los talles de chicas de 16". El 21 de pantalones
--talla 31 de clásico-- ideado para cuerpos de 12 años, lo llevan las de 18. Florencia
se anima a ensayar una hipótesis: cuanto mayor poder adquisitivo, más obsesión con el
cuerpo anoréxico. "En los locales de Paseo Alcorta, el Solar de la Abadía y Alto
Palermo se agotan los talles S y XS, en cambio en Alto Avellaneda y Caballito piden talles
más grandes".
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Una modelo francesa que ahora
triunfa exhibiendo sus redondeces. |
Cuando la moda es necesaria
Existe un punto en que la pasarela baja a la calle. El cuerpo aprobado
como válido por la moda es legitimado, tomado por natural entre la gente. Si bien hay una
estructura industrial montada para que esto ocurra, para Héctor Sexe la moda es también
necesaria y natural. Titular de la cátedra de Comunicación y Crítica de la carrera de
Diseño de Indumentaria de la UBA, indica que la moda tiene ver con el deseo que pone en
juego cuestiones sociales y culturales. "Es muy difícil pensarse sin moda porque nos
autocomplace", dice y explica que, como lenguaje, la moda fusiona, estrecha y permite
gestar una especie de alianza entre los hombres.
Sin embargo existe un dictamen, un dogma del cual parece inevitable el
escape. En Buenos Aires no se ven cientos de usos de la moda, sino esta especie de moda
anoréxica que termina condiciónandolo todo. Susana Saulquin, socióloga de la moda,
explica que es una consecuencia de la cultura de masas. "Se necesita --dice--
homogenizar los cuerpos para aumentar el consumo, desintegrando la personalidad ganan los
productos estándares".
Mientras en Buenos Aires no se legitima la figura de la gorda,
comienzan a aparecer sin embargo tiendas como Yagmour y Zara que fabrican los mismos
modelos para todas las edades. "La última tendencia es que todas las edades compren
en el mismo lugar", afirma Saulquín. Esta moda flaca e idéntica necesita de
cuerpos-esqueletos: "Los esqueletos --vuelve la socióloga-- no tienen carnalidad. La
delgadez, supuestamente más atractiva, se asocia a los pocos años. Cuanto más grande,
la mujer cambia de contextura, crece, aumenta de peso. Por eso cuanto más carne, más
años. Ese cuerpo esqueleto falto de carnalidad es un cuerpo siempre joven".
--Tenés que ver --se horroriza Mabel, la secretaria de un modisto--.
Por ahí mujeres de 60 años, monas y bien conservadas, pero en fin de 60 ¿viste?, ven en
la pasarela a Mariana Arias y piden un vestidito igual.
Un cuerpo para un vestido
Ese cuerpo buscado siempre joven de la señora mona es explicado desde
el contexto social. La sociedad se cristaliza para Andrea Saltazman en un cuerpo vestido.
Docente de diseño de indumentaria en la UBA, Saltazman explica que puede conocerse la
cultura dominante de cada década sólo con estudiar la relación vestido-cuerpo.
Históricamente se trabajó sobre el vestido, contrario a esta época en la que el trabajo
se hace sobre el cuerpo. "La gente --ensaya-- tiene que construir su cuerpo para
entrar en la ropa". El actual es un cuerpo olvidado. Esa moda anoréxica es producto
de la pérdida del cuerpo, es un cuerpo desintegrado.
Renata Gervasutti es modelo. Mide 1,80. No le importa el peso.
"Considero que no puede tomárselo como parámetro", se encarga de aclarar.
Prefiere, o mejor acepta, que en tal caso se tomen las medidas como referencia: "Mido
89, 62, 92", dice. Las medidas no siempre dejaron conforme a su booker. Los 92
centímetros de cadera llegaron a 97. Y comenzó el achique. Ella prefiere la consulta con
un nutricionista para diseñar su dieta. Sabe que entre sus colegas la opción para
mantenerse en forma es "matarse de hambre o morir en el gimnasio". Pero lo
prefiere. "Es mejor que se gasten en el gimnasio y no que hagan desastres con la
comida porque hacen ayuno y después se pegan atracones que son malísimos". Este
tipo de trabajo sobre el cuerpo es sobre el que Saltazman llama la atención: "Ahora
--dice-- no se trabaja el cuerpo por placer; la sociedad determina que "tengo"
que hacer gimnasia. Trabajás sobre el cuerpo para ser una piba de 20 cuando en realidad
no lo sos".
La rutina gimnasio, largas hambrunas, dietas obsesivas y
contabilización obsesivamente metódica de calorías parecen conformar el modelo de fin
de siglo. Un fin de siglo anoréxico. En palabras de Sexe: un cuerpo pleno de consumo
vacío, sin sentido. El crítico pega a la repulsión de la comida, la necesidad
compulsiva por un consumo de objetos. "Después de matarse en el gimnasio, una chica
joven --grafica-- iba desesperada al shopping a comprarse todo. Desde libros de autoayuda,
discos, tops, adornos". Porque, continúa Sexe, "no es que la anoréxica no come
sino que come signos vacíos". Síntoma de un padecimiento social, esa figura
"representa un capitalismo de fuerte consumo de estupidez, hedonista y gran recesión
por la imposibilidad de un consumo real".
Paula sueña con alcanzar editoriales. Necesita hacerlo para estar en
Europa, para brillar bajo el glamour de Milán. Acaso si la tendencia ampulosa persiste,
Paula entonces deberá someterse al dictamen de otro predicador. Otro booker que,
esta vez, la haga engordar.
El estilo de fin de siglo
El vestido para Andrea
Saltazman, docente de diseño indumentario de la UBA, es una construcción hecha sobre el
cuerpo "a partir de la materialidad de las telas". "Esa estructura montada
sobre el cuerpo reproduce un modelo social. La vestimenta, a lo largo del siglo, se fue
desmaterializando y sintetizando", explicó.
Algunos expertos marcan los 60 como el punto de partida del cuerpo
modelo andrógino. Saltazman indica que aquel modelo era un cuerpo "contestatario y
optimista que buscaba romper con el mundo de los adultos". "Ese cuerpo era
delgado y dinámico a la vez, incluso aniñado. En contraposición a esa androginia
sesentista, en los 90 el cuerpo parece hablar de cataclismo. Ese cuerpo anoréxico es
signo de un cuerpo enfermo, sidoso. Es un cuerpo de fin de siglo", graficó.
Saltazman dice más: "Es un cuerpo ausente. Ya no hay apropiación, ni trabajo sobre
el cuerpo como ocurrió siempre, sino que es un cuerpo aprobado desde afuera". Ese
cuerpo busca idealizarse, alcanzar un ideal impuesto desde afuera.
Sin embargo, existen sectores que se resisten. Para la especialista, hay una
paracultura que genera sus propios cánones y los alimenta. En esos sitios, especie de
refugios de resistencia, también la vestimenta es distinta de la estandarizada y
hegemónica. "Hay desarrollo del vestido y también ese desarrollo, ese hacer,
refleja una cultura que existe", concluye.
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Un intento por ser feliz sin abandonar la gordura
Hay una organización norteamericana
quelucha por la aceptación de la gordura. Dan apoyo psicológico y legal y hasta hacen
citas entre gordos. |
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Por Mónica Flores Correa
Desde Nueva York
"Hay
gente hermosa entre los gordos". La afirmación pertenece a una agrupación con sede
en California, la "Asociación Nacional por el Avance de la aceptación de la
gordura", que defiende los derechos de los gordos y trata de fortalecer uno de sus
aspectos más flacos, la autoestima. La NAAFA (por su sigla en inglés) se constituyó
como organización de derechos humanos y brinda una variedad de servicios que incluyen
asesoramiento psicológico y legal, literatura sobre el tema, un boletín bimensual y un
servicio de citas. "Suele ocurrir en nuestra sociedad que los hombres a los que les
gustan las gordas son considerados perversos. Entre otras razones, intentamos con este
servicio resolverles el problema para hallar una compañera", explica Sally Smith,
directora ejecutiva de la organización. La NAAFA se rebela además contra la idea
generalizada de que lo primero que un gordo debe hacer es adelgazar.
--¿Cómo fue el origen de NAAFA?
--Fue creada por un hombre flaco, que estaba casado con una obesa y que
vio la discriminación que ella padecía. Lo hizo a fines de la década del sesenta, en la
época de los movimientos de derechos civiles y de las mujeres, pensando que los gordos
también necesitaban un movimiento que los defendiese. Se discrimina a los gordos en los
trabajos, en la educación, en el acceso al transporte público, a los seguros de salud, a
la adopción y a la vivienda. Por lo tanto, es necesario que exista un grupo que abogue
por ellos, que haga que la sociedad se vuelva consciente de la discriminación que existe.
Muchas personas obesas tienen internalizada la imagen negativa que de ellos se da. Piensan
que no merecen lo mismo que los flacos y hasta que hay algo moralmente equivocado en
ellos.
--¿Cuántos miembros tienen?
--Unos cinco mil. El 70 por ciento son mujeres. En el 30 por ciento que
les corresponde a los hombres, la mitad son gordos y la otra mitad son esposos o
familiares de mujeres gordas. Entre los miembros también contamos con profesionales de la
salud y otros aliados en este movimiento de aceptación.
--¿NAAFA reivindica la gordura como un modelo de belleza?
--Bueno, nosotros no decimos que todo el mundo debe ser gordo. Lo que
queremos que se entienda es que la belleza viene en diversas medidas. Hay gente
decididamente hermosa entre los gordos. La idea de belleza varía con la época y las
modas. Tengo entendido que a comienzos de siglo se consideraba bella a una mujer que
pesaba noventa kilos. Digamos que la idea de la extrema flacura como ideal es más bien
reciente.
--¿Qué pasa con el concepto estricto de lo que es saludable o no?
Su organización tiene mucha información en la que advierte a la gente gorda que no
admitan tanta presión por parte de los profesionales de la salud que quieren hacerlos
adelgazar a toda costa.
--La cuestión salud es muy compleja. Entre otros aspectos, implica el
hecho de que somos una población muy heterogénea y no se deberían establecer ciertos
parámetros con tanta facilidad. Algunos estudios que se han llevado a cabo, por ejemplo,
indican que enfermedades tradicionalmente relacionadas con la gordura como la diabetes, la
hipertensión y los problemas cardíacos podrían estar vinculadas con los llamados ciclos
de dietas, en los que la gente baja de peso y después vuelve a subir. Pienso que todavía
queda bastante por investigar acerca del impacto de hacer dieta en la salud versus el
efecto en la salud de ser gordo. Pero desearía dejar bien aclarado esto: aun si todo lo
que se dice es verdad, aun si los gordos somos una bomba de tiempo caminando, tenemos que
ser realistas al contemplar nuestras opciones. Las estadísticas dicen que entre un 95 y
98 por ciento de las dietas fracasan después de unos tres años. Pese a todo el dinero
que se gasta y el tiempo de los investigadores insumido en encontrar la manera de que los
gordos adelgacen, muy pocas estrategias son exitosas. Por lo tanto, ¿cuáles son nuestras
posibilidades? Podemos hacer dieta y volver a aumentar, dieta y aumentar, y se ha
comprobado que esto es poco saludable; o podemos tratar de ser todo lo saludables que
podamos aun cuando estemos excedidos de peso.
--¿Qué ocurre con la discriminación laboral?
--No se contratan gordos con la misma facilidad que a la gente
considerada normal. No se les paga tanto ni se los promueve de la misma forma. Hasta se
los despide porque son gordos. En EE.UU. teóricamente tenemos leyes de igualdad de
oportunidades, pero los estudios muestran que hay serias consecuencias sociales y
económicas al ser gordo. Michigan es el único que estado que prohíbe explícitamente
que se discrimine a los gordos.
--¿Qué rol cumplen los medios de comunicación en la imagen que la
sociedad tiene de los gordos?
--Los medios perpetúan un ideal que no tiene casi fundamento en la
realidad, estableciendo que la mujer debe ser muy alta y muy, muy flaca y, en lo posible,
rubia y blanca. Para la mayoría de las mujeres ésta es una meta que no pueden lograr.
Los medios también perpetúan los estereotipos y los prejuicios.
--¿Qué éxito tiene el servicio de citas que la organización provee?
--Lo que hacemos es dar un número al que la gente llama y pone avisos
"personales". Ocurre que a los gordos se les dice que son poco atractivos, que
nadie los desea, y es una extraordinaria revelación cuando esta gente entiende que ser
como son no les impide tener una vida romántica. Muchos hombres prefieren, de hecho, a
las mujeres gordas. Y hay un sentimiento de gran vergüenza asociado con esto en este
país. La idea es que a los hombres sólo les debe gustar Kate Moss. Por lo tanto, estos
hombres a quienes les gustan las gordas son vistos como perversos o raros. Creo que es
bueno entonces darles una oportunidad de encontrar compañero o compañera. |
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