Los operadores dan la espalda
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La convocatoria de Bill Clinton para que en los próximos treinta días se reúnan los ministros de Finanzas del Grupo de los Siete (G-7) países más industrializados para encontrar la forma de encauzar la crisis internacional (más información página 21) llenó ayer de optimismo a los mercados. En Buenos Aires la suba fue del 5,4 por ciento; San Pablo creció 7,8; México, 3,6 y Wall Street, 1,9. La tendencia positiva abarcó a las bolsas europeas, que registraron alzas de hasta 3,8 por ciento. De todos modos, analistas consultados por Página/12 destacaron que, al menos por ahora, no hay señales de que la crisis en Brasil esté en vías de solución. Ayer, las reservas cayeron en 800 millones de dólares. Precisamente, la principal preocupación de los financistas reside en saber si con el actual nivel de tasas de interés, del 50 por ciento anual, el país vecino es capaz de frenar la salida de dólares. El drenaje de divisas hace más vulnerable la economía de Brasil en medio de la crisis. Sólo durante la semana pasada huyeron 6000 millones. Y 22.000 millones en el último mes y medio, lo que deprimió el nivel de reservas a unos 50 mil millones. La incertidumbre que sigue despertando la marcha de la economía brasileña se reflejó en Buenos Aires en los pocos negocios que se pactaron en la rueda. Pese a la fuerte suba del índice de acciones líderes MerVal, el volumen fue de apenas 23,8 millones de pesos, casi un 30 por ciento menos que el promedio de la semana pasada. En ese marco, los papeles empresarios que más subieron fueron los que más habían sufrido la última semana: Molinos (20,0 por ciento); Garovaglio (15,0); Telecom (10,4); TGS (10,0); Siderca (10,0) y Dycasa (10,0). Los títulos públicos, por su parte, subieron en promedio uno por ciento. La convocatoria de Clinton, ayer al mediodía en Nueva York, llega en momentos en que la crisis hace centro en América latina: ayer Ecuador devaluó su moneda, el sucre, 15 por ciento. Y fue interpretado en la city como la posibilidad de que los siete países más desarrollados acuerden una rebaja de tasas de interés conjunta, antídoto para detener la inestabilidad de los mercados y evitar un ciclo recesivo a nivel mundial. Anoche, los ministros de Economía y Finanzas y los gobernadores de los bancos centrales del G-7 se comprometieron, a través de un comunicado difundido en París, a cooperar para "preservar o crear las condiciones de un crecimiento duradero". Sin embargo, el mayor compromiso asumido por los gobiernos centrales en relación a la crisis es visto por algunos analistas y consultores sólo como una declaración voluntarista, que puede impulsar a los mercados en el corto plazo, pero que no despeja ninguna incógnita de fondo. "Pensar que los dichos de Clinton resuelven la crisis. O que un ajuste en Brasil por sí solo sería capaz de devolver la confianza de los inversores suena a fantasioso. Además, haría falta un puente financiero de 40 a 50 mil millones de dólares. Por un lado, sería bueno saber qué países están dispuestos a confiarle esa suma a Brasil. Y, por otro, si Fernando Henrique Cardoso acepta las recetas de los organismos internacionales. Por ahora, se mostró renuente", señaló a este diario Aldo Abram, titular de la consultora Proeco.
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