Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


ENTREVISTA A PABLO DE SANTIS, ESCRITOR

"¿Qué no es traducción...?"

Su novela "La traducción", que fue finalista del polémico premio Planeta 1997, plantea una trama policial que, al desplegarse, parece conducir a una indagación de la complejidad del lenguaje.

na27fo01.jpg (7458 bytes)

Pablo de Santis supone que escribe con pasión por la razón

Por Verónica Abdala

t.gif (67 bytes)  Un hotel a medio construir, en un paraje desolado de la costa argentina, --una imagen que simboliza para el autor la situación de estancamiento del país-- oficia de telón de fondo de una serie de enigmáticas muertes, en el marco de un congreso de traductores. El protagonista de La traducción --Miguel De Blast, traductor, 40 años-- se empeñará en averiguar la causa de las muertes consecutivas de traductores y lingüistas. Pero la resolución de un caso policial no será lo más importante para el lector, una vez terminado el libro: lo que Pablo De Santis, se propuso --y efectivamente logró-- fue más ambicioso. El énfasis de esta novela, cuyo ambiente parece también remitir al cosmos de Rodolfo Walsh, está puesto en retratar, y problematizar, la misteriosa complejidad del lenguaje, antes que en el enigma del crimen de la ficción.

La síntesis argumental de La traducción, que acaba de ser publicada luego de haber resultado finalista del premio Planeta 1997, por decisión de un jurado compuesto por Tomas Eloy Martínez, Augusto Roa Bastos, María Esther de Miguel y Mario Benedetti, combina los elementos del clásico policial inglés (De Santis es admirador de la escritora británica Agatha Christie, desde muy chico) con ingredientes de la novela fantástica. La posibilidad de traducir --un texto, una experiencia, la causa de un suicidio-- es, en este marco, una imagen de lo inalcanzable, de lo imposible. Es una utopía. Eso siente el lector cuando conoce a estos personajes que se pasean por el congreso de traductores como por una suerte de Torre de Babel --¿otra imagen de la Argentina?-- colmada de criaturas que, entre letras símbolos y signos, piensan y sienten de manera distinta. "¿Qué no es traducción...?", desafía De Santis --que, como el protagonista de su libro, se traduce a sí mismo como si fuera otro-- con el mentón en alto y la mirada fija, pero hablando bajito.

 

--¿Hasta qué épocas se remonta su predilección por el género policial, y por qué lo eligió a la hora de escribir su novela?

--Siempre me resultó sumamente entretenido. Y no se me ocurriría escribir un libro que no tuviera como objetivo entretener. En cuanto a desde cuándo leo policiales... debo admitir que casi no lo recuerdo. Desde muy chico leí a Agatha Christie, y me fascinaron sus libros, al punto que decidí que quería ser abogado criminalista. Ahora, intento imitar los climas enrarecidos, casi claustrofóbicos de sus historias. ¿Hay algo más cautivante que un detective intentando develar un misterio con su cerebro como única herramienta y abarcando el mundo desde su sillón?. Hoy, a mis dos hijos mayores (tengo tres, uno recién nacido) les cuento historias de detectives. El protagonista de las ficciones, Saturnino Reyes, vive resolviendo casos típicos.

 

--En "La traducción", las reflexiones explícitas o encubiertas en torno al tema del lenguaje se cuelan entre los hechos relativos al misterio de los asesinatos...

--Eso también, de algún modo, es heredado del policial inglés. Si uno lo piensa detenidamente se da cuenta de que, en esos libros, la manera en que el crimen se resuelve es mucho más importante que el mismo crimen.

 

--¿Planifica de antemano lo que va a escribir?

--Sí, absolutamente. Hago un esquema lo más detallado posible de lo que voy a escribir y recién después de haberlo terminado comienzo el libro. En el caso de La traducción, lo primero que ideé fue el final de la historia: la escribí de atrás para adelante.

 

--¿Y qué grado de correspondencia hay entre lo que finalmente se publica y lo que usted diagrama?

--Hay una correspondencia, aunque es relativa. En la práctica, uno va uniendo las partes de la novela como por pedazos que se van superponiendo. Nunca es igual lo que uno imaginó y lo que finalmente queda escrito: lo mismo que le ocurre al arquitecto cuando proyecta la casa ideal. En algún momento su imaginación tiene que adaptarse a las posibilidades concretas de la práctica.

 

--¿Qué sintió cuando supo que su obra era finalista del premio Planeta?

--Me enteré a través de un amigo que había leído la noticia en un diario, y sentí sorpresa, alegría, una inmensa emoción. Miento, sin embargo, si digo que este "premio" de reconocimiento y difusión de mi obra me deparó más alegría que el hecho de haber ganado, en 1994, el primer premio en un concurso literario organizado por la revista Fierro.

"Los recuerdos de aquella época están indisociablemente ligados a Polosecki", cuenta. Y después relata una serie de anécdotas de los tiempos en que trabajaban juntos, en el diario Sur, primero, y en la televisión, después, desde principios de la década hasta mediados de los 90. De Santis reconoce que La traducción contiene elementos que asocia directamente a la trágica muerte de su amigo. "No es casual el hecho de haber escrito esta novela después de la muerte de Polo. La literatura, tanto lo que se lee como lo que se escribe, sirve para comprender las cosas o para intentar elaborarlas de algún modo. Y yo creo que en mi caso, la escritura me fue útil para racionalizar aquellas experiencias que en un primer momento parecían no tener explicación."

 

--¿Qué relación hay, en su opinión, entre la expresión artística o literaria y la razón?

--En mí caso la vinculación entre la razón y la literatura es muy fuerte, aunque, afortunadamente, siempre la experiencia personal, los sentimientos y las situaciones imaginarias aparecen en los libros. Como dice (Juan José) Saer, ni siquiera Immanuel Kant estaba exento de la pasión. En el caso particular de mi literatura, también se podría hablar de la razón como pasión.

 

--¿Está, en términos generales, satisfecho con el resultado?

--Mantengo la postura de que los mejores escritores son los que descreen de sus obras y sus personajes. Y que, por el contrario, los más fascinados son aquellos más limitados a la hora de crear. De más está decir que aspiro a incluirme entre los primeros. Entiendo que sería patético que me enamorara de mi libro.

 


De Radiolandia a Polosecki


t.gif (862 bytes) Pablo De Santis nació en Buenos Aires, en 1963, y a los 24 años publicó El palacio de la noche, su primera novela. Desde el ojo del pez, La sombra del dinosaurio, Pesadilla para hackers, El último espía, Lucas Lenz y El museo del universo son otros de sus títulos, aunque estos, en su mayor parte, están dirigidos a chicos y adolescentes. Su nueva novela se llama Filosofía y letras, y acaba de ser publicada en España. A fines de la década pasada, luego de haber trabajado en la revista Radiolandia, De Santis fue jefe de redacción de la revista Fierro y periodista del diario Sur. Luego trabajó como guionista de los programas de televisión "El otro lado" y "El visitante". El conductor de esos ciclos era su amigo Fabián Polosecki, que se suicidó en diciembre de 1996.


PRINCIPAL