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Por Susana Viau Al finalizar la audiencia el recepcionista argelino del Mirasol de la Recova, Zinnedine Rachem, quiso dejar constancia de una preocupación: Tengo mucho miedo de que me pase algo, dijo al juez de instrucción Fernando Rodríguez Lubary. El miedo, confesó, había sido también el consejero de su declaración anterior, la segunda, cuando fingió desconocer todo lo que había denunciado a fines de abril: las amenazas de muerte que profirió Norberto Oyarbide, sus vínculos con los prostíbulos, la existencia de un video comprometedor. Ayer Zinnedine Rachem se sobrepuso al mucho terror de sospechar que el juez federal quería matarlo como intentó matar a Garbellano y ratificó aquella primera declaración. Zinnedine Rachem habló, además, de la relación entre el magistrado en dificultades y el ministro del Interior Carlos Corach. El argelino no vio ninguna servilleta pero sí el cordial encuentro entre ambos en el restaurante y recordó que Oyarbide le dijo en varias oportunidades que el ministro era muy amigo y lo llevaría a camarista. La amenaza El 27 de abril de este año, igualmente asustado, Zinnedine Rachem, Zino, como ya lo llaman en Tribunales, se presentó ante el fiscal José María Campagnoli. Pero él no sabía nada de nada, apenas que el juez Oyarbide le había advertido Zino: te quedan 48 horas de vida. Es más, Campagnoli le preguntó : ¿Usted sabe dónde está? y él respondió que no. Campagnoli tuvo que explicarle: Esto es una fiscalía. Esa noche, el ingeniero árabe de 39 años, lo suficientemente políglota para conseguir el puesto de recepcionista en un restaurante frecuentado por ricos y poderosos, contó que el juez federal solía concurrir a un comercio sexual para hombres que regenteaba un amigo del comparente y del magistrado, de nombre Luciano. Zinnedine agregó que en los primeros días de marzo estuvo en la casa de Luciano Garbellano donde el taxi boy le hizo ver un video en el que aparecía el juez; que ese video podía ser la razón del distanciamiento entre Luciano Garbellano y Oyarbide, pero no tenía idea de si Garbellano lo había extorsionado. Sí estaba enterado, en cambio, de los dos tiros que le habían descerrajado a Luciano Garbellano durante un viaje a Zárate y que suponía que las amenazas obedecían a que Oyarbide sabía que él conocía la existencia del video. Zino no firmó la declaración, tenía el pavor en el cuerpo, no sabía dónde estaba parado. La rectificación El 8 de mayo el argelino volvió a presentarse en la causa para prestar declaración testimonial. Esta vez su versión fue bien distinta: Zinnedine Rachem sostuvo que conocía a Luciano Garbellano por ser cliente del restaurante y que no mantenía relación con él fuera del local. Amnésico, el argelino agregó que no recordaba haber afirmado que el juez Norberto Oyarbide iba a El Mirasol y tampoco recordaba haber asegurado que había visto el video. Que jamás había tenido acceso a él y nunca nadie le había hablado de su existencia. En su largo listado de olvidos, el argelino incluyó no haber afirmado que sospechaba que Norberto Oyarbide hubiera tenido pinchaduras de sus conversaciones telefónicas con Garbellano y mucho menos haber hablado sobre prostíbulos o que Oyarbide recibiera dinero de esos lugares. En la misma línea, prosiguió, de ningún modo era cierto que Luciano Garbellano le hubiera confiado que había sido el comisario Roberto Rosa quien le había advertido que tenía la línea intervenida. Cuando leyó la breve declaración en la que el recepcionista Rachem optaba por jugar al mentiroso compulsivo, el ex camarista Juan Pedro Cortelezzi, defensor de Norberto Oyarbide, respiró aliviado: su cliente quedaba mejor posicionado en la causa 36.285/98. La ratificación Ayer Rachem, quizá convencido de que sus desmentidas sólo beneficiaban a Oyarbide pero no aventaban los riesgos que corría, prefirió volver a la versión que, muerto de miedo, había desplegado en la calle Cerrito ante el fiscal Campagnoli y le dijo al juez Rodríguez Lubary que la declaración primera es absolutamente real. Ese fue otro principio. Preguntado por los magistrados por qué tenía temor, Zinnedine Rachem contestó sin vueltas que por las amenazas telefónicas recibidas y por lo que le había sucedido a Garbellano en Zárate. Tenía miedo, en definitiva, de que le pasara algo igual, que le daba terror haber sido amenazado por un juez federal a quien, creía, le había molestado sobremanera que él le rechazara una oferta sexual. El argelino hizo saber ahora a Rodríguez Lubary y con la firma al pie de la declaración que Luciano Garbellano le fue presentado por Oyarbide como un empresario de la bolsa y que este año fue por primera vez al pequeño departamento de Garbellano en Plaza San Martín porque éste le explicó que quería que conociera su nuevo domicilio. Allí Garbellano le sugirió que se sentara porque le iba a dar una sorpresa y le hizo ver el famoso video, apenas los primeros tramos, los que se difundieron por televisión. Zinnedine continuó contando que quiso saber por qué Garbellano tenía esa filmación en su poder y éste le explicó que era para protegerse y porque al juez Oyarbide le gustaba que lo grabaran. Tres días más tarde, por teléfono, Garbellano le contaría algo más: que Oyarbide era su socio en Spartacus y otros dos locales similares. De acuerdo al testimonio del argelino, Garbellano le había informado que Oyarbide se llevaba mucha plata de Spartacus o que no quería pagar y por eso el taxi boy lo había echado del lugar. Poco tiempo después Garbellano fue a buscar a Zinnedine a El Mirasol y le advirtió que las conversaciones habían sido escuchadas por Oyarbide puesto que el magistrado había ordenado chuparle el teléfono a su ex amigo de Spartacus, según le había revelado el comisario Rosa. A esa altura, Rodríguez Lubary quiso saber por qué razón Rachem había negado todos estos hechos en su segunda declaración. Porque tenía miedo de que me mataran replicó el declarante. Todos decían que me había metido en algo grosso. En su curioso español, Zinnedine Rachem pormenorizó sus desgracias: había tenido que dejar su trabajo, creía que también sus dos hermanos corrían riesgo y uno de ellos había preferido regresar a Argelia. También pensaba que todos estaban contra él porque Oyarbide era un juez federal muy amigo del ministro del Interior, cosa que sabe porque los vio saludarse en El Mirasol y Oyarbide le dijo varias veces que eran muy amigos y que el ministro lo llevaría a camarista. Zinnedine Rachem pidió que no lo hicieran hablar de la policía porque tenía miedo y suponía que Oyarbide lo quería matar como intentó matar a Garbellano. El tembloroso ex recepcionista de El Mirasol de la Recova hizo un segundo pedido: dejar constancia de que tiene muchísimo terror de que algo le ocurra.
BERGESIO PIDIO JUICIO POLITICO PARA MARQUEVICH Por A. M.
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