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Todos los políticos son iguales
Por Horacio Verbitsky

Hace dos meses, un fiscal denunció al ex concejal Norberto La Porta por haber otorgado un subsidio a una institución en la que tenía intereses su esposa. Ayer, el diario “Ambito Financiero” celebró lo que llamó una mancha en la camisa del Frepaso. La información, atribuida al radicalismo, dice que el diputado Darío Alessandro quebró en forma fraudulenta una empresa metalúrgica y desvió fondos hacia una cuenta en Nueva York. Es decir que todos los políticos son iguales, aunque proclamen una ética diferente.
El subsidio, de 20.000 pesos fue, como corresponde a un socialista a la antigua, para una biblioteca popular. La esposa de La Porta trabajaba allí, pero ad honorem, al revés que los ñoquis que cobran sin trabajar. En el caso de Alessandro, ni la fuente es la mencionada ni la información es cierta. No la hizo circular la UCR sino el ministerio del Interior, cuyos datos provienen del ex candidato menemista a la gobernación de Santa Fe Héctor Cavallero, en cuyo favor el Poder Ejecutivo Nacional organizó fraude en las últimas elecciones, según la denuncia de Carlos Reutemann.
La metalúrgica Colby fue fundada en 1958, cuando Alessandro tenía seis años, por el padre de quien luego sería su esposa, la escritora Marta Cichero. Cuando su suegro murió, en 1981, Alessandro, su esposa y su suegra intentaron continuar la actividad. Les fue mal, como a tantos, y en 1990 se presentaron en convocatoria de acreedores, que luego se convirtió en quiebra. Para tratar de capitalizar la fábrica primero y pagar sus deudas después, aportaron todos los bienes de la familia, por casi dos millones de dólares: dos pisos y un departamento, una cochera, un campo con casa y hacienda, dos autos importados y un plazo fijo, que la suegra tenía en Nueva York. Cuando todos esos recursos fueron consumidos y no pudo pagar ni los sueldos, la fábrica cerró. La quiebra no fue declarada fraudulenta, no se dictó inhibición jurídica, ni hubo denuncia penal contra Alessandro ni sus familiares. El se puso a cortar fiambre en una despensa de barrio y ella empezó a trabajar como periodista en la revista “Claudia”. Viven en un departamento de 140 metros cuadrados y manejan un auto de 1985. Recién tres años después, Alessandro fue elegido diputado.
Alessandro no encaja en la descripción del empresario exitoso que la mitología peronista destina al ministerio de Economía, ni tiene afinidades con la fauna menemista en la que abundan las consortes prósperas, los créditos sin garantías y las suegras millonarias. Nada tiene que ver con el paradigma gráficamente descripto por la exposa presidencial Zulema Yoma, observadora desde la primera fila: “Sé que antes de llegar al gobierno la gran mayoría no tenía plata ni para el veneno contra las cucarachas, y ahora viven en palacios”. El caso de Alessandro es exactamente el opuesto: lejos de enriquecerse en la función pública, perdió todo lo que tenía.

 

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