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SECUELAS Y REFLEXIONES TRAS UNA NOCHE NEGRA
Castrilli, de juez a policía

Los errores del árbitro en el partido que jugaron Vélez-Boca por la Copa Mercosur perjudicaron, en el fondo, a los dos. Pero Javier Castrilli no parece impartir justicia sino descubrir delitos.

Javier Castrilli, una vez más eje de la polémica sobre los arbitrajes.
De día, duras palabras rechazadas por sus colegas; de noche, errores graves de apreciación.

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Por Daniel Lagares

t.gif (67 bytes) Fue penal a La Paglia. No hubo pase de Arruabarrena a Abbondancieri. Hubo offside de Darío Husaín en el segundo gol. Fiero, muy fiero, le chingó Javier Castrilli y perjudicó a los dos. A Boca porque decidió el resultado. Y también a Vélez, aunque parezca paradójico, porque deslució un triunfo que de todos modos iba a ser incuestionable.
En la mañana del partido los lectores de Clarín se desayunaron con declaraciones explosivas de Castrilli. En la base de sus denuncias al Colegio de Arbitros subyacía su latiguillo de reivindicación de los derechos individuales dentro de las instituciones. Es decir, el respeto a la persona. A la noche el personaje se devoró a esa persona y Castrilli volvió a quedarse solo. Sin embargo, los pecados de Castrilli no fueron sus errores técnicos porque, después de todo, el error le cabe a cualquiera y además Castrilli debe ser el de mejor técnica del referato argentino. El pecado de Castrilli es pretender demostrar que tiene la justicia más larga que la de los demás.
No sólo hay que defender declamativamente la justicia. Hay que ejercerla. Y Castrilli no lo hizo, la usufructuó en pos de su protagonismo, como si hubiera querido reafirmar por la noche sus declaraciones conocidas a la mañana.
Pese a que aparece coherente en sus declaraciones y sus actuaciones, a Castrilli también le cabe el doble discurso. El inflexible de gatillo fácil del torneo local utiliza el reglamento del “bajo perfil” en los partidos internacionales, como bien se vio en el último Mundial.
El y Lamolina han dividido las opiniones en dos veredas, ambas falaces. Es tan perjudicial el “siga siga” que permite cirugía sin anestesia como el prejuicio con el que dirige Castrilli. Se advierte, en cada partido, que sospecha de los 22 jugadores, que no busca aplicar justicia sino descubrir un delito. Y eso lo ubica más cerca del policía que del juez y termina perjudicando a todos. A Boca porque le da el tiro de gracia en un partido que nunca hubiera podido ganar. Y a Vélez porque le dio una pátina de ilegitimidad a un triunfo que iba a conseguir por paliza.

 

¿Palermo al Manchester?

No es noticia que Boca sea noticia. No es noticia al cuadrado, entonces, que Palermo (la cara de Boca actual) sea noticia. Y ahora no por los goles o por su notable actualidad de goleo y rendimiento sino por la posibilidad cada vez más cercana de concretarse la transferencia, en diferido, dicen, al fútbol europeo. Ahora resulta que el misterioso observador británico de estos días es Jeremy Anderson, que viene como emisario nada menos que del Manchester United y que en calidad de tal estará el domingo en Avellaneda observando al alto rubio de moda. Se espera oferta concreta. Por otra parte, Roberto Slieper, representante del Mellizo Guillermo Barros Schelotto, dice tener una oferta para llevar al delantero al PSV Eindhoven holandés, sin que se haya precisado el monto de la oferta que maneja el representante. En otro nivel de estricta coyuntura, la formación de Boca para mañana está prácticamente confirmada, sobre todo desde el momento en que Bianchi confirmó la recuperación de Samuel, ya repuesto de las secuelas de su operación de uñas encarnadas, y el regreso de Arruabarrena, que cumplió sanción. El que no jugará es el colombiano Bermúdez, no repuesto todavía totalmente de la lesión en el tobillo derecho y algo fuera de forma (no estuvo en el plantel que concentró para jugar con Vélez por la Copa Mercosur). Sumada a la deserción de Ibarra, la ausencia de Bermúdez obliga a Bianchi a formar la línea de cuatro, mañana, con Ortiz, Traverso, Samuel y Arruabarrena. El resto, sin cambios.

 

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