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Por Cecilia Sosa Una clase puede ser como un concierto de rock. La frase, de Gilles Deleuze, funciona como leit motiv para la cátedra El Estado y el Derecho en la posmodernidad, un seminario atípico de la carrera de Ciencia Política de la UBA. Después de organizar picnics literarios y debates académicos en la cubierta de un barco en viaje a Colonia, el titular Eduardo Russo y sus acólitos vuelven a la carga. Esta vez, la propuesta es exponer, públicamente y de manera abierta, los trabajos finales de la materia: títeres personificando a los teóricos del pos-estructuralismo, seres fagocitados por computadoras, videos, minirrecitales y hasta un himno a la posmodernidad eructado, son algunas de las 25 obras que, entre hoy y mañana, de 10 a 23, se podrán disfrutar en el nuevo centro cultural de la Facultad de Ciencias Sociales (Ramos Mejía 841). La exposición surgió de la propia producción de los estudiantes -explica Russo. Les dimos libertad para que obviaran las tradicionales monografías y empezaron a traer cuentos, cuadros, pastiches y esculturas. Buscamos nuevas formas de conocer y estimulamos la audacia de presentar, como trabajo final, una reflexión estética sobre los contenidos de la materia. La universidad tiene marcos muy rígidos y estos espacios funcionan como una especie de respiro, justifica. La muestra, auspiciada por la Secretaría de Cultura y Extensión de la facultad, incluye obras en pintura, escultura, fotografía, audio y video que apuestan a dar una visión crítica del pasaje de la modernidad hacia la posmodernidad. La posmodernidad no implica una ruptura como hizo la modernidad con respecto al feudalismo, sino que se erige dentro de la propia modernidad y se rebela contra ella, opina Florencia Kot Hansen, de 23 años y autora del Himno a la posmodernidad, una versión eructada de La Marsellesa. La Marsellesa es el canto paradigmático del Estado-nación moderno. Grabarle eructos encima me pareció una forma de reírse de la posmodernidad, completa. La falta de novedad y el vacío dejado por la caída de la razón iluminista es lo que intentó plasmar Silvia Demirdjian, de 28 años, en su CD Pelirrojas de New York. Son ocho temas explica. Uno de ellos es un homenaje a las Madres de Plaza de Mayo, uno de los pocos movimientos que sobreviven en la posmodernidad. Y Fagocitosis es la obra escultórica de Mauro Villarejo, de 24 años: un monitor de computadora se traga a un hombre del que sólo asoman las piernas. Simboliza la atracción y la repulsión que experimenta el sujeto frente al constante flujo de información, dice. También se proyectarán videos producidos por la propia cátedra: títeres que representan a dos autores de lectura obligatoria, Gilles Deleuze y Michel Foucault, tamaño natural y manteniendo un diálogo alucinado; un documental filmado en una clase de la materia, en la que los profesores irrumpieron disfrazados con sobretodos y lentes oscuros. Y Rizoma, un mediometraje de 30 minutos, realizado con ayuda del ISER, que incluye una virtual reunión de cátedra: Los docentes discutimos sobre la necesidad de volver a leer los clásicos. Pero, al final, nos vamos a la facultad en un Ford Falcon 64, vestidos de rockers, y nos quedamos golpeando las puertas, que están cerradas porque es domingo, describe Gonzalo Aguirre, ayudante de la cátedra. Hoy, a las 20.30, Eduardo Russo y Franco Castiglioni, director de la carrera, darán la bienvenida formal a las jornadas y mañana, a las 23, ARP trío cerrará la muestra con un minirrecital de jazz. En realidad, la muestra es sólo el corolario de un seminario muy particular. En Sociales hay espacios para incluir renovaciones formales. Aunque muchos profesores no dejan de pararse delante de la clase para dar sus conferencias, algunos los sabemos aprovechar, dice Russo, de 59 años, y confiesa esperar ansioso el día en que se dicta la materia para sacarse el traje el disfraz de abogado, como él dice para sentarse a discutir con sus alumnos, entre mate y bizcochitos.
250 INSTITUCIONES EN EXPOSICION El Predio
Ferial de Palermo cambió sus tradicionales huéspedes rurales por otros más académicos.
Hasta el domingo, allí funciona Expouniversidad, una muestra de la que
participan 250 universidades e institutos de enseñanza terciaria, nacionales y
extranjeros. La exposición fue concebida como un gran centro de informes y orientación
para los estudiantes secundarios que deshojan la margarita vocacional. Pero sólo la UBA,
la Universidad de Lomas de Zamora (UNLZ) y algunos terciarios porteños representan a las
instituciones públicas, en contraste con las numerosas privadas que pululan en busca de
alumnos.
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