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DE LA RUA PROMUEVE EL AVAL DE TODO EL RADICALISMO MIENTRAS CHACHO BAJA LOS DECIBELES

La Alianza no encuentra la brújula

Chacho puso paños fríos. Pero sus legisladores insisten en formar una comisión investigadora. De la Rúa busca un firme apoyo de su partido.

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Raúl Alfonsín y Graciela Fernández Meijide, dos figuras que tradicionalmente han estado a partir de un confite

Por Fernando Cibeira

t.gif (67 bytes)  Ahora que a nadie le importa demasiado cuándo se mostrarán en público Menem y Duhalde, el interrogante de las puestas en escena se trasladó a la Alianza. La incógnita está puesta con qué cara se mirarán en las ocasiones que los líderes de la coalición opositora deberán mostrarse juntos durante esta semana. Porque, pese a los gestos de conciliación ensayados ayer, en el Frepaso y en la UCR nadie retrocede y el conflicto interno sigue en pie. Fernando de la Rúa convocó para hoy a una reunión de la conducción nacional del radicalismo para fortalecer su candidatura con un respaldo institucional a su conducción. Carlos "Chacho" Alvarez aclaró que no quería seguir agitando las aguas, pero también pidió que "no se minimicen" sus denuncias por corrupción de funcionarios delarruistas. Y hasta ahora los diputados porteños que lo siguen están dispuestos a promover una comisión investigadora en la Legislatura.

El jueves Graciela Fernández Meijide y De la Rúa se verán en Mar del Plata en un encuentro de los empresarios de IDEA. Un día después, los cinco principales dirigentes aliancistas se reunirán para dialogar con el arquitecto de la gobernante coalición italiana Olivo, Massimo D'Alema. Ambas escenas eran previstas hace pocos días por las aliancistas como instancias para aumentar su prestigio. Ahora las esperan con recelo. En uno y otro sector especulaban con la posibilidad de un diálogo previo para limar asperezas y no mostrarse tensos en público, pero ayer había quienes descartaban esa posibilidad casi con el mismo énfasis.

Desde la fría Necochea, donde realizó una visita de campaña, De la Rúa aclaró anoche los motivos de su repentina convocatoria a la cúpula radical. "Vamos a analizar qué significa todo esto que está pasando, porque no es cuestión de lanzar agravios y, después, decir lo contrario cuando se habla en privado", lanzó, demostrando que no está dispuesto a olvidar lo que sus aliados dijeron de él así como si nada. Entonces habló también de las "actitudes que se asemejan al menemismo" que muestra el Frepaso, con "mañas de la vieja política" que se traducirían en "la confrontación por la confrontación misma basada en la mentira".

En tanto, en el Frepaso parecían buscar la mejor forma de disipar la polvareda levantada por la sorpresiva ofensiva iniciada el miércoles por Chacho Alvarez, luego de que la secretaria del ex escribano de la Ciudad, Jorge Gómez, señalara a varios funcionarios municipales como implicados en maniobras de corrupción. Alvarez explicó que no tenía sentido insistir con el tema porque se corría el riesgo de que la gente presintiera una virtual fractura en la Alianza, aunque no se mostró dispuesto a retractarse de una sola de sus recriminaciones. "Que no se minimice estas cuestiones que no son temas coyunturales de la interna. Si no se cree en la política es por los temas de la corrupción", analizó.

Igual quedó en claro que trató de bajar los decibeles: ayer a la noche en el programa "Bajo Palabra" que conduce Joaquín Morales Solá, dijo que se conformaba con que De la Rúa anunciara que iniciaría una causa administrativa contra los funcionarios señalados, algo que el jefe de gobierno viene anticipando para el caso de que se confirmen las declaraciones de la secretaria de Gómez. De la Rúa lo expresó así en un reportaje publicado ayer mismo en Página/12.

La candidata Graciela Fernández Meijide, que mantuvo un perfil prudente (en todo caso más prudente que Alvarez) en el conflicto, también tocó la melodía del medio tono. "No voy a decir nada más. Lo que había que decir ya se dijo y, ahora, hay que esperar que actúen tanto en el propio gobierno porteño como en la Justicia", estimó.

Es que, dentro del Frepaso, consideraban que el tema había quedado suficientemente instalado y que la estrategia de diferenciación ya había dado sus frutos. "A Graciela le fue muy bien en la calle el fin de semana", argumentaban. Lo que no les gustaba era que se interpretara que Chacho había salido tan fuerte con la única intención de obligar a De la Rúa a sentarse a negociar la ingeniería política de la coalición, uno de los temas que más preocupa a los frepasistas. "Eso ya está", sostenían cerca de Alvarez. Y agregaban: "La ingeniería está lista y sólo falta que De la Rúa dé el sí". Como prueba de sus dichos, contaban que el jefe de campaña delarruista, el diputado Rafael Pascual, había llamado al jefe de campaña de Meijide, el también diputado Rodolfo Rodil, para comunicarle que tenía el aval del jefe de gobierno para sentarse a negociar. Pero la versión fue desmentida por ambos.

Pero lo que sigue sin quedar en claro es cuál será la instancia en donde radicales y frepasistas se sienten a dirimir sus diferencias, algún lugar más apropiado que sobre la mesa en la que almorzarán con el prestigioso D'Alema. En un solitario esfuerzo, el radical Rodolfo Terragno siguió ayer intentando sacar del arcón de los recuerdos al Grupo de los Cinco, que reúne a la conducción aliancista. Según su contabilidad, en los últimos días habló como cinco o seis veces con De la Rúa, otras tantas con Graciela y también con Alfonsín y con Chacho. En un principio, todos parecían más o menos dispuestos. Pero en Necochea, De la Rúa descartó que una cumbre de ese tipo pudiera realizarse en los próximos días.

Con todo, hay puntos en los que no existe disenso. Todos descartan la ruptura, la postergación de las internas abiertas del 29 de noviembre e, incluso, la posibilidad de presentarse separados a las elecciones presidenciales del '99 para después unirse en el ballottage. Pero el cruce de esta semana causó heridas que tardarán lo suyo en cicatrizar, aún entre quienes se creía amigos. Según comentaban sus voceros, el ex presidente Raúl Alfonsín evitó participar anoche del programa de televisión al que asistió Chacho Alvarez porque "no sabía bien con qué le podía salir".

 


Claves

* Carlos "Chacho" Alvarez desató la polémica el jueves pasado cuando denunció "un sistema de corrupción dentro del delarruismo".

* Los radicales atribuyeron las declaraciones al "miedo a perder" del dirigente frepasista.

* El sábado y el domingo subió el tono de las acusaciones recíprocas llegando al mayor nivel de enfrentamiento desde que se formó la coalición.

* Todo ocurre en un momento de fortalecimiento de la candidatura de Eduardo Duhalde.

* Ayer a la noche Alvarez intentó bajar los decibeles de la disputa. Pero los legisladores porteños del Frepaso quieren que la Legislatura investigue la gestión de De la Rúa.

* A su vez, los radicales han convocado al Comité nacional a una reunión especial en la que se espera un firme apoyo a De la Rúa y una fuerte crítica a sus aliados.

* De todas formas, las primeras líneas de la UCR y del Frepaso coinciden en señalar que no es posible disolver la Alianza y esperan poder mostrar una imagen de unidad durante una semana en la que tienen que compartir dos espacios públicos: el coloquio de IDEA en Mar del Plata y una reunión con el dirigente del Olivo italiano, Massimo D'Alema.


LAS CINCO CAMPANAS DE LA CRISIS OPOSITORA


"Hay que tener serenidad"Na03fo02.jpg (13044 bytes)

 

Raúl Alfonsín: "Con estas cosas la sangre no debe llegar al río. Antes de las elecciones internas es común que haya alguno que otro entredicho pero no debe llegar al nivel de ofender a nadie. Creo que todo se va a resolver. Hay que tener serenidad para no hacerle daño a la Alianza".

 

 








"Que actúe la Justicia"Na03fo03.jpg (17310 bytes)

 

 

Graciela Fernández Meijide: "Me preocupan las cosas que pasan en Buenos Aires. Pero no voy a decir nada más, lo que había que decir ya se dijo. Ahora hay que esperar que actúen tanto el propio gobierno porteño como la Justicia y seguir construyendo nuestra relación dentro de la Alianza".

 

 

 

 

 


"Actitudes menemistas"Na03fo04.jpg (13724 bytes)

 

 

Fernando de la Rúa: "Aquí no es cuestión de lanzar agravios y después decir lo contrario en privado. El Frepaso está tomando actitudes que se asemejan al menemismo. Son mañas de la vieja política que consisten en la confrontación por la confrontación misma basada en la mentira".

 

 

 

 


"No seguir agitando"Na03fo05.jpg (16028 bytes)

 

 

Carlos "Chacho" Alvarez: "Que no se minimicen estas cuestiones que no son temas coyunturales de la interna. Igual, no hay que seguir agitando las aguas porque si seguimos discutiendo la gente ya ve que se transforma en sinónimo de la posible fractura de la Alianza".

 

 

 


"Todos somos responsables"Na03fo06.jpg (10774 bytes)

 

 

Rodolfo Terragno: "Todos somos responsables de esta situación desafortunada, empezando por los que estamos en la conducción de la Alianza. Si el Grupo de los Cinco estuviera reuniéndose regularmente y hubiera un teléfono rojo habilitado, esta crisis no hubiera ocurrido".

 

 

 


LA INVESTIGACION EN LA LEGISLATURA ES UN FOCO DE CONFLICTO

El Frepaso quiere seguir adelante

 

t.gif (862 bytes) La legislatura porteña puede dar en la semana que hoy comienza la medida de si existe entre los miembros de la Alianza opositora voluntad para desescalar el conflicto que los enfrenta. Por ahora y, más allá de los paños fríos que intentó poner ayer a la noche el diputado frepasista Carlos "Chacho" Alvarez, parece que no. Los legisladores frepasistas manifestaron a Página/12 su voluntad de seguir adelante con la investigación de los presuntos casos de corrupción en la Comuna.

En declaraciones a Página/12, el legislador porteño Abel Fatala --quien suele ser la más indiscutida correa de transmisión de la conducción de "Chacho"-- ratificó la decisión del Frepaso de continuar adelante con la investigación, "más allá de que se conforme, en forma consensuada y proporcional, una comisión ingestigadora" de los casos de corrupción en la Comuna. La precandidata presidencial Graciela Fernández Meijide avaló la creación de dicho cuerpo.

El viernes por la tarde, cuando la interna de la Alianza recrudecía, el bloque de legisladores frepasistas se reunió con la titular de la bancada radical, Gabriela González Gass, y le comunicó su decisión de solicitar la conformación de la comisión, hecho que puso de muy mal humor a la dirigente ucerreísta. Fatala planteó que la Alianza "encabece y sea la impulsora dentro de la comisión investigadora". Y en ese sentido consideró que este cuerpo legislativo "nacería rengo si no cuenta con la participación del radicalismo y el consenso de las restantes fuerzas".

Con toda lógica, el Frepaso encontró dos hambrientos aliados, el justicialismo y Nueva Dirigencia, el partido de Gustavo Beliz. El titular de la bancada justicialista, Guillermo Oliveri, afirmó que "el próximo miércoles en la reunión de presidente de bloques voy a pedir que se trate la conformación de la comisión". Por su parte, Beliz anunció que reiterará el pedido de interpelación al jefe de gobierno porteño, Fernando de la Rúa.

El aliado de Domingo Cavallo también tiene pensado ampliar ante la Justicia sus denuncias sobre la recolección de residuos, los comedores escolares y la ampliación del puerto de Buenos Aires. Mientras que Oliveri acusó al secretario de Gobierno porteño, Enrique Mathov, de "mentir" durante su interpelación en la Legislatura luego del escándalo que se produjo por la detención del ex escribano de la ciudad, Jorge Gómez, por un caso de corrupción.

El titular del monobloque porteño, el ahora duhaldista Jorge Argüello, coincidió con Fatala en que la presencia de los radicales "era inexcusable", aunque señaló irónicamente que "el Frepaso tiene un curioso sentido de la oportunidad".

Oliveri, en cambio, explicó que "con nuestros 11 legisladores, los 11 de Nueva Dirigencia, Argüello y los del Frepaso, no sólo conseguiríamos la mayoría simple, sino que tendríamos los dos tercios del cuerpo". Un dato que sin duda pondría de muy malhumor al jefe de gobierno porteño.



La encrucijada que plantea el choque


Por Juan Carlos Portantiero


t.gif (862 bytes) ¿Se quebrará la Alianza? Quizás no, pero si la predicción formulada reiteradamente por el menemismo no se cumpliera, es legítimo dudar sobre la voluntad que hoy tienen algunos de los dirigentes de la coalición por impedirlo. Juan Pablo Cafiero lo anunció como una posibilidad para nada remota; otros tiraron la piedra y luego escondieron la mano. A esta altura nadie piensa en que la ruptura sea algo descabellado.

Los motivos coyunturales que hicieron surgir a la Alianza hace pocos meses, aprovechando un estado de ánimo colectivo de fatiga contra el gobierno, no han podido transformarse en un proyecto coherente, sólido, generoso hacia adentro y hacia la sociedad. Su armazón fue producto de un impulso reactivo: contra una voluntad hegemónica que amenazaba a la todavía precaria institucionalidad, contra el hastío y la frustración que generaban el malestar social y cultural, contra el ajuste salvaje y la desenfrenada corrupción. Como muchos movimientos impulsados por sordas corrientes que venían desde abajo, la Alianza nació con el signo de la negatividad. Y eso le alcanzó para ganar el primer desafío. Pero quedaban muchos otros y a medida que se fueron planteando surgieron los bloqueos. Superado el agobiante tema de la segunda reelección --en cuya resolución, sin dudas, las contradicciones internas del peronismo jugaron el rol decisivo--, última posibilidad para maniobras reactivas, la Alianza no pudo (¿no supo?, ¿no quiso?) colocarse en el centro de la escena pública como portadora de esperanzas, como fogonera de pasiones colectivas. Siguió peleando una guerra pasada cuando debía construir antagonismos nuevos.

Que su motivación inicial excluyente fuera el antihegemonismo no es, por definición, ni bueno ni malo. Contra Pinochet se creó la Concertación en Chile; contra Berlusconi el Olivo en Italia. Los verdaderos problemas vienen después, cuando las exigencias no son encabezar la oposición sino comandar un gobierno y más todavía, cuando ser gobierno obliga a ser alternativa y no sólo alternancia, como suele decirse con más énfasis que convicción. Entonces lo que la opinión comienza a juzgar son los elementos de positividad, de productividad política, no el gesto negativo ante lo que se rechaza. La Alianza está lejos de haberse planteado bien estas demandas y quienes son devotos de las encuestas deberían verlo con más preocupación. Resulta patéticamente curioso que en el interior de los partidos importe más saber cuál es el candidato particular que obtiene mayores preferencias del público, que enterarse que las expectativas generales sobre la Alianza decrecen día a día.

La propia metodología de construcción interna ha generado estos callejones sin salida. La despiadada lucha por esas candidaturas desplazó inevitablemente el centro de gravedad de los antagonismos y transformó a la coalición en un ruedo de riña. Después de tantos cañonazos: ¿cómo podrá pedir el radicalismo el voto a Fernández Meijide si ésta gana o los frepasistas el voto a De la Rúa si sucede lo contrario? Ante tanta descalificación, ¿qué anhelos colectivos podrían movilizarse?

Y queda otro tema, opacado por las trifulcas casera: ¿cuál es el programa de transformación que se ofrece? La Alianza no tiene destino (ni sentido) si no deja de lado una retórica destinada a tranquilizar a todo el mundo por igual, si no piensa que, además de algunos consensos básicos, debe levantar frente a la sociedad una propuesta de disensos, capaz de diferenciarla como fuerza de transformación política y social. Hasta ahora su fuerte fue la demanda ética y no está mal. Pero es insuficiente: los desafíos y los riesgos son mucho más abarcativos. Es sano que el Frepaso atice al radicalismo para superar los casos de corrupción. Pero el Frepaso debería llegar a ser algo más que un censor moral, una voz "qualunquista" de la sociedad civil que hace política con la antipolítica.


El verdadero dilema de la oposición


Por José Pablo Feinmann


t.gif (862 bytes) La cara visible del conflicto entre De la Rúa y el Frepaso está en el tema de las internas, de la lucha por las candidaturas. Pero esto es coyuntural. Una vez superada esta coyuntura, una vez decidido el candidato para enfrentar al justicialismo en las presidenciales, la cuestión de fondo mostrará su rostro duro y temible: ¿puede gobernar una coalición reformista en la Argentina? ¿Puede gobernar alguien que no pertenezca al PJ y que no atesore la inercia populista que atesora el peronismo, esa magia que le hace seguir ganando elecciones, controlando la ira de los sindicalistas y hasta seduciendo al establishment? En suma, ¿es posible mantener la convertibilidad, generar trabajo, mejorar la participación de los trabajadores en el PBI y luchar contra la corrupción?

Aquí, como en todas partes, la gente se guía por lo que ve, por lo que le muestran, por las imágenes. La cara de señor serio, aburrido pero responsable, campeón de los buenos modales y las estrategias de salón que entrega De la Rúa no es la que entrega Graciela ni menos aún Chacho. De la Rúa es hoy a la coalición reformista lo que fue ayer Bordón: la neutralización de la figura de Chacho, quien --aún-- sigue visualizado por la clase media como un tipo con antecedentes de revoltoso y, en cuanto tal, imprevisible en el gobierno. No hay que olvidar que Chacho perdió la interna con Bordón porque todo el "progresismo de la Recoleta" decidió que Bordón era mejor, más razonable, un político, caramba, y no esa especie de dirigente estudiantil con irritante pasado de izquierda peronista que exhibe Chacho. Bordón fue la elección moderada de los moderados. Tal como hoy lo es De la Rúa. Graciela, por su parte, es la apuesta arriesgada de los moderados. Porque es mujer, porque tiene un hijo que sufrió la muerte argentina --la desaparición-- y porque tiene garra e irascibilidad cuando se lo propone y no baila excesivamente con Santiago Soldati. Chacho es visto como un excelente ministro del Interior. Pero para los moderados de la moderación argentina sigue siendo, digamos, excesivo como presidente.

Como sea, lo que no confiesan los moderados --los reformistas-- es que van a tener que quebrar la convertibilidad si desean, mínimamente, cumplir alguna de las promesas de generar trabajo, de incluir argentinos en un sistema --el de libremercado-- que naturalmente los excluye. En 1999, para mantener esta convertibilidad, será necesario --y éste es un cálculo tal vez optimista-- llevar la tasa de desocupación a un 23 o a un 25 por ciento. Y aquí es donde las diferenciaciones actuales del reformismo --las candidaturas, las internas-- se tornan irrelevantes. La cuestión es otra: sea De la Rúa o sean Graciela o Chacho, ¿cómo hará el reformismo para generar trabajo --que es lo mínimo que se espera de él-- sin tocar la convertibilidad? ¿Cómo podría tocar la convertibilidad sin que el establishment --pese a todas las cortesías que el reformismo le dispensa-- le haga temblar los mercados, le muestre otra vez la cara despiadada de la inflación? Por otra parte, si el reformismo no se atreve a eso --a generar trabajo, a reducir el desempleo--, ¿cuál es su verdadera propuesta? Tal vez la que muchos intuyen o, sin más, conocen: un menemismo sin frivolidad ni corrupción. ¿Alcanza? Para muchos, sí. Porque muchos anhelan exactamente eso: creen que el país saldrá adelante con esa descarnada e inconfesable fórmula, creen que restándole al menemismo la corrupción se puede gobernar --desde la moderación y el reformismo-- en la Argentina. Otros dirán --con firmeza y muchos motivos-- que no alcanza. Que la lucha contra la corrupción no genera trabajo. Que la corrupción es un dato lateral del problema. Un dato que --a lo sumo-- lo agrava pero no lo soluciona. Que para solucionar la desocupación hay que quebrar el sistema libremercadista de la convertibilidad. Lo que implica... devaluar. ¿Y quién se atreve a pronunciar esta palabra en la Argentina de hoy?


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