El nono se banca la crisis
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Por Maximiliano Montenegro Los últimos datos del INDEC revelan que casi uno de cada cuatro hogares en Capital y el Gran Buenos Aires es sostenido por un jubilado. La crisis ha degradado tanto el nivel de los salarios que ya hay unas 770 mil familias en la región metropolitana que tienen como principal ingreso los haberes del nono, ya sea jubilado o pensionado. De continuar la crisis, estos hogares, cuyos ingresos mensuales no alcanzan a cubrir una canasta de consumo elemental, volverán a estar en la mira del ajuste. Pese a las promesas de Menem, Roque Fernández dejó en claro en el proyecto de Presupuesto '99 que el año próximo no habrá mejoras en las jubilaciones. Para colmo, habrá recortes en varias partidas de la seguridad social. El 30 de mayo del año pasado, Página/12 publicó en tapa que el Ministerio de Economía había realizado estudios, no difundidos, sobre el creciente peso de las jubilaciones en el disminuido ingreso de las familias de menores recursos. Ya entonces se sospechaba que cada vez más el abuelo estaba desplazando al jefe de hogar tradicional como principal sustento de la familia. Pero recién ahora el INDEC publica datos oficiales que corroboran tal impresión. Según el organismo, hay en Capital y Gran Buenos Aires 768 mil hogares que, en la jerga técnica, tienen como "principal perceptor de los ingresos" a un jubilado de, en promedio, 73 años. Así, se encuentran en esta condición el 23 por ciento de las 3,4 millones de familias del área metropolitana. Estas casas están integradas por unos 3 individuos y, además del jubilado o pensionado, otra persona aporta con su trabajo al presupuesto del grupo familiar. El ingreso de estos hogares es inferior a los 900 pesos. Es decir, de acuerdo al INDEC, es un 25 por ciento menor al ingreso promedio de las familias de Capital y Gran Buenos Aires. Según la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE), una canasta de consumo básico, para satisfacer ciertas necesidades elementales, cuesta 1.035 pesos mensuales. Las mismas pautas de consumo de estas familias indican lo ajustado del presupuesto que manejan en relación al resto de los hogares, así como también los gastos específicos del abuelo dentro del grupo familiar. Esto se desprende de las siguientes comparaciones: * Gastan en alimentos y bebidas una porción mayor del presupuesto que el resto de las familias: alrededor del 35 por ciento. * El 17 por ciento del gasto se les va en atención médica y remedios, una porción mucho mayor que los demás hogares. * Los servicios públicos (agua y electricidad, gas, transporte y comunicaciones) acaparan un 15 por ciento del presupuesto. * Las comidas fuera del hogar y los gastos en esparcimiento insumen una proporción menor del gasto que el resto de los hogares. * Lo mismo sucede con las compras de indumentaria y calzado. Las investigaciones previas del Ministerio de Economía, que difundió este diario, mostraban que en los últimos años no sólo había aumentado la cantidad de hogares que cayeron en la pobreza sino que encima las familias pobres eran cada vez más pobres. De otro modo, la abrupta caída de los ingresos de los sectores bajos en los últimos años provocó la paradoja de que las magras jubilaciones, que se mantuvieron constantes en términos nominales, ganaran espacio en el presupuesto de las familias más pobres. Por ejemplo, desde 1995, el ingreso del quinto de menores recursos de la población cayó un 18 por ciento, mientras que los haberes de los ancianos no variaron. Más aún, según los expertos, ante el aumento de jefes de hogar desempleados es común que salgan a buscar trabajo los otros miembros del hogar (en general, la mujer e hijos). Pero también sucede un reacomodamiento en el grupo familiar y, muchas veces, la subsistencia de hijos o nietos desocupados pasa a depender del abuelo. En el proyecto de Presupuesto para el año '99, que presentó el lunes pasado en el Congreso, Roque Fernández no prevé ningún aumento de las jubilaciones y pensiones, pese a las repetidas promesas del presidente Menem en este sentido. El haber mínimo de 150 pesos mensuales, percibido por 812 mil pasivos (de los cuales sólo 192 mil reciben un plus de 50 pesos en concepto de subsidio a la pobreza) se mantiene congelado desde agosto de 1992. Pero encima tampoco habrá fondos el año próximo para responder a las deudas con los jubilados que ganaron juicios al Estado. Este año, frente al ajuste del gasto público que forzó la crisis, se suprimieron fondos para prestaciones previsionales y pensiones no contributivas por unos 200 millones de pesos. De no cumplirse con las optimistas metas de crecimiento que fijó Roque para el Presupuesto '99, la recaudación será menor a lo esperado, habrá que redoblar el ajuste del gasto y todo indica que esos recortes se amplificarían.
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