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Por Alberto Ojam Desde San Sebastián ![]() Interesado de siempre por las diferentes culturas y el modo en que se mezclan, Herrero había observado que el cine de su país se ocupó muy poco de la relación entre los españoles emigrantes y los nativos de las naciones americanas donde se instalaban. El director de Territorio Comanche halló el vehículo ideal para enfocar aquel tema en la novela de Vázquez Rial, que adaptó para narrar 20 años --desde 1880 a 1900-- en las vidas de dos europeos llegados a la por entonces Gran Aldea, un gallego y un alemán que se hacen amigos y mantienen ese vínculo aunque sus caracteres y sus visiones del mundo sean distintas. Más allá de las buenas intenciones y del evidente esfuerzo de producción efectuado para reconstruir la época en el mismo Río de la Plata, Frontera... explica con una conversación tras otra lo que debió expresar con más imágenes y más acción y encierra las situaciones casi siempre entre cuatro paredes. El producto queda entonces como una de esas telenovelas "históricas" que los
canales argentinos de televisión proponían hasta hace un par de años, lo que quizá no
sería malo si esto no se tratara de cine. Pero el guión falla: suenan increíbles el
patrón y la madama que, de tan generosos, protegen antes que explotar a sus empleados, y
el realismo mágico se torna clisé en la figura del fantasma de un compadrito muerto en
un duelo, al que Luppi interpreta como de taquito. Los silbidos --los primeros escuchados
en San Sebastián para un film incluido en el concurso oficial-- fueron tantos como los
aplausos en la exhibición matinal de ayer. |