Para rescatar a la identidad del olvido
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Por Cecilia Sosa Para que la verdadera identidad de los niños --hoy jóvenes-- que fueron apropiados durante la última dictadura militar se preserve viva, las Abuelas de Plaza de Mayo, la carrera de Trabajo Social y el Instituto de Investigaciones Gino Germani --ambos dependientes de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA-- se unieron en una cruzada solidaria: construir un archivo que releve las biografías de los padres desaparecidos y la historia personal de cada una de las familias destruidas. Para la tarea, que se extenderá a lo largo de todo el país, se abrió la convocatoria al trabajo voluntario de estudiantes avanzados y graduados en Ciencias Sociales y de la comunidad académica en general. "El archivo permitirá que, si alguien descubre dentro de treinta o cuarenta años que su identidad fue cambiada, cuente con la mayor cantidad de elementos para reconstruir su pasado", explicó a Página/12 Abel Madariaga, de Abuelas de Plaza de Mayo. Documentos y datos familiares básicos pero también fotografías, recuerdos personales y poesías quedarán reunidos en el archivo biográfico que intentará rescatar a la memoria del paso del tiempo. El punto de partida serán los 250 casos de niños apropiados --y no localizados-- que buscan las Abuelas. "Hasta ahora, todo joven que descubría su verdadera identidad tenía garantizado el mapa genético --explicó Madariaga, en referencia al "índice de abuelidad", un test que permite establecer vínculos sanguíneos salteando una generación--. De aquí en adelante, queremos reconstruir el mundo de vida íntegro de las familias del niño apropiado", enfatizó. Y justificó: "Queremos preservar el derecho al conocimiento de la verdadera identidad de toda persona que, en el futuro, descubra que fue ilegítimamente apropiada". El proyecto fue posible gracias a un convenio firmado entre Abuelas de Plaza de Mayo y la Facultad de Ciencias Sociales. Enrique Oteiza, del Instituto Gino Germani, y Carlos Eroles, director de la carrera de Trabajo Social, coordinarán y supervisarán las actividades. Además, participa la cátedra de "Fotografía e Imagen Digital", de la carrera de Diseño Gráfico (UBA). "Los estudiantes podrán fotografiar y digitalizar algunas de las pertenencias de los desaparecidos que sus parientes quieran ofrecer. Incluso hay familias que conservan películas en súper-ocho", comentó Madariaga. La convocatoria --a la que ya acudieron más de setenta personas-- está abierta a graduados, estudiantes avanzados de Ciencias Sociales y Humanidades, y a toda la comunidad universitaria. A cambio del trabajo voluntario, los estudiantes recibirán la acreditación de horas de investigación y el Instituto Gino Germani extenderá un certificado. Sin embargo, los organizadores insisten en que la principal motivación debe ser compartir el espíritu del trabajo. "Se trabajará con temas absolutamente delicados y todos los que participen deben tener un fuerte compromiso con la defensa y la promoción de los Derechos Humanos", explicó Eroles. Por eso, docentes de la carrera de Trabajo Social y miembros de Abuelas entrevistarán a los interesados y darán un taller de capacitación a los seleccionados. "Hay que ser muy cuidadosos porque, en un país en el que no hubo ni verdad ni justicia, son muchas las familias que todavía tienen miedo", advirtió Oteiza. Si bien la tarea busca reconstruir biografías familiares, el "árbol genealógico" irá ampliándose progresivamente. "Queremos llegar a los amigos de la infancia y adolescencia, a los compañeros de militancia de los padres de los chicos robados", apuntó Madariaga. También quedará registrada la búsqueda que desde hace más de 20 años realizan las Abuelas. "Cada una podrá contar su historia, tanto las que lograron encontrar a sus nietos como las que no", aseguró. Además, se habilitará una casilla de correo postal y otra electrónica para que toda la gente pueda mandar información. "Necesitamos que alguien haga una página web donde figure una lista de los desaparecidos, con sus fotos y una breve síntesis de su historia", pidió.
El trabajo será realizado por equipos interdisciplinarios: habrá quienes se encarguen de hacer las entrevistas con los distintos miembros de las familias, que son casi 200, y otros harán actividades de apoyo desde la base que funcionaría en la casa de Abuelas en la Capital Federal. El mecanismo se reproducirá en Rosario, Santa Fe, Córdoba, Tucumán, Mendoza, La Plata, Mar del Plata y Bahía Blanca, mediante el apoyo de la red de Escuelas de Trabajo Social del país, con las que se realizarán convenios específicos. Hasta el momento, la iniciativa no tiene financiación institucional. "Contamos con la participación voluntaria de docentes, graduados y estudiantes de la UBA, que no es poco", subrayó Eroles. Los interesados en ayudar --provistos de una fotocopia del certificado analítico, libreta universitaria o título profesional-- pueden inscribirse en el departamento de la carrera de Trabajo Social, en Marcelo T. de Alvear 2230, 2º Piso, Tel. 508-3801.
LA CARRERA QUE MARGINA HOMBRES Los hombres con vocación de parteros podrán estudiar la carrera de Obstetricia y ejercer como asistentes del parto, si prospera en el Congreso un proyecto de ley presentado por la diputada del Frepaso Irma Parentella. Como reveló Página/12 en agosto pasado, desde 1967 rige en Argentina una ley discriminatoria, la 17.132 --promulgada bajo el gobierno de facto de Onganía--, que estipula: "El ejercicio de la obstetricia queda reservado a las personas de sexo femenino que posean el título universitario de obstétrica o partera". A partir de aquella revelación, Parentella elaboró un proyecto para que se derogue la distinción de sexos y para "asegurar a todos la libertad de elegir la profesión que deseen respetando su igualdad de derechos". Hasta hoy, los hombres pueden estudiar la especialidad en Obstetricia pero sólo si antes se reciben de médicos. Entonces, según un estudio de la antropóloga Ana González, la ley vigente "consagra el rol subordinado de la partera frente al poder del médico y se presenta como una prolongación de los atributos domésticos femeninos". "Es un caso complejo --comentó Parentella a Página/12--. Por un lado, la ley discrimina a los hombres, como resulta evidente; y por otro, a las mujeres, al reservarles solamente tareas complementarias y dejar las de mayor autoridad y complejidad en manos de los varones. Pero está claro que la norma es producto de algunas costumbres y tradiciones que ya no existen, como el secreto y el pudor que antes rodeaban al embarazo. Hoy es preciso modificarla para adecuarla a los avances del pensamiento y a las concepciones actuales, contrarias a todo tipo de discriminación". A lo largo de sus treinta años de existencia, la ley 17.132 --que regula el ejercicio de la Medicina, la Odontología y actividades de colaboración-- ya sufrió varias modificaciones en su texto. El artículo 49, el de la discordia, parece haber escapado a las revisiones, por lo que el Frepaso prevé que no habrá problemas para que el nuevo proyecto sea aprobado.
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