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Por Fernando Almirón ![]() El Gobierno también objetó otros dos artículos: el referido a los despidos por discriminación que implicaban un 30 por ciento más en las indemnizaciones, y otro que fija la vigencia de acuerdos que no hayan sido actualizados en los últimos diez años. Mientras en el bloque de diputados justicialistas anticiparon que rechazarían el veto, los dirigentes cegetistas se cruzaban a última hora de ayer indignados llamados telefónicos para hablar sobre lo que consideran una tremenda traición. El primero en firmar fue el jefe de la cartera de Trabajo, Antonio Erman González. Después siguieron los demás ministros y a última hora el presidente Carlos Menem estampó su apellido en el texto que debía ingresar en Cámara de Senadores antes de la medianoche de ayer, al filo del límite reglamentario, con lo que se evitó que la ley se promulgue automáticamente sin permitir modificaciones por parte del Ejecutivo. Mientras el secretario de Relaciones Parlamentarios de la Jefatura de Gabinete, Néstor Alcalá, no sacaba sus ojos del reloj, la noticia del veto ya había comenzado a desparramarse entre legisladores y sindicalistas, que se resistían a creer en la veracidad de la novedad. Hace menos de una semana los dirigentes de la CGT habían festejado junto a los diputados justicialistas la sanción de la ley de Reforma Laboral en el Congreso, después de dos intentos fallidos. La alegría quedó atrás. La CGT había logrado modificar en el Senado el artículo 15 del proyecto de la norma para contrariamente a los deseos expresos del FMI instalar a la central obrera como el único interlocutor válido para sentarse en la mesa negociadora de la convenciones colectivas de trabajo. En realidad fue el único motivo por el cual Rodolfo Daer y la dirección cegetista se atrevieron a pagar el alto costo político que significaba apoyar una flexibilización laboral rechazada desde todos los sectores. Alfredo Atanasof, el presidente justicialista de la Comisión de Legislación Laboral de Diputados, y el principal impulsor de la norma en el Congreso, no salía ayer de su asombro. Es preocupante, ya que no es lo que habíamos pactado con Erman González y los representantes de la CGT, le dijo a Página/12 mientras atendía una avalancha de llamados para confirmar la novedad. Atanasof también agregó: Mañana (por hoy), con los papeles en la mano, vamos a estudiar los caminos a seguir, cómo vamos a responder al veto del Ejecutivo. En el bloque de Diputados justicialistas reinaba el mal humor. Nos usaron de forros, argumentó un legislador bonaerense que votó a favor de la ley sin estar de acuerdo con ella. No estamos dispuestos a comernos el veto, aseguró por su parte un vocero del bloque. Sin embargo, el hombre cercano al jefe de la bancada, Humberto Roggero, reconoció que no hay posibilidad alguna de concretar el rechazo, ya que para ello se requiere del voto de los dos tercios del cuerpo, algo imposible de lograr sin la presencia de la coalición aliancista. Los artículos vetados por el Ejecutivo son el 11, 12 y 15 de la norma sancionada. El primero de ellos se refiere al incremento de un 30 por ciento en la indemnizaciones por despidos discriminatorios, tales como los motivados por raza, orientación sexual o religión. El artículo 12 está dedicado a los plazos de vigencia de las convenciones que no hayan sido renegociadas en los últimos diez años. Por último, el artículo 15, cuya eliminación de la ley produce escozor entre los cegetistas, estipulaba elmonopolio de la central obrera para arbitrar en la negociaciones por gremio, que ahora pueden ser resueltas por empresa.
MAQUEDA Y PICHETTO DESIGNADOS EN EL CONSEJO
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