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Mientras los 550 turistas argentinos varados en Punta Cana continuaban encerrados en las habitaciones de sus hoteles ansiosos por un regreso que se demorará al menos por cuatro días, la ira del viento del Caribe sigue avanzando. El huracán Georges azotó durante la tarde la zona oriental de Cuba (Santiago, Holguín y Camagüey) después de abandonar Santo Domingo, Haití y Puerto Rico, donde provocó 70 muertes, más de 40 desapariciones y destrozos que sumaban casi mil millones de dólares. El destino del monstruo eólico para hoy son las costas de Miami, donde los preparativos de la gente parecían los de un inminente fin del mundo. Desde que el martes los vientos de 120 kilómetros por hora llegaron a las costas dominicanas, el aeropuerto de Santo Domingo permanece cerrado. También las comunicaciones telefónicas fueron totalmente cortadas por las autoridades del país para prevenir que la caída de los postes de las líneas provocaran más accidentes. La oficina turística de República Dominicana en Buenos Aires se mostraba optimista ayer respecto del regreso de los argentinos. Incluso, desde allí se aseguró que si las condiciones del tiempo continúan mejorando, a las 3 de la mañana (hora argentina) se habilitará el aeropuerto internacional. También se informó que se había programado la salida de los dos charters, de la empresas Lapa y la chilena Staff, a partir de las 11 de la mañana. Sin embargo, en la tarde de ayer se reunieron los operadores turísticos que trabajan con el Caribe en Buenos Aires para evaluar la situación: de acuerdo a la información que manejaban, los argentinos continuarán al menos cuatro días más varados en los hoteles de Punta Cana. Los más pesimistas estiraban el regreso recién para el próximo fin de semana. Aunque el huracán ya se fue de esa zona, el problema para los turistas es el daño que provocó en los aeropuertos, que quedaron virtualmente destrozados. El gobierno argentino habilitó dos teléfonos (312-3194 y 311-7928) para informar a los familiares de los afectados, entre los que incluyó a 140 gendarmes que se encuentran en misión de paz en Haití. En tanto, los argentinos de vacaciones en Cuba y Miami vivían ayer situaciones diferentes. En la isla más visitada por los argentinos la situación va de las evacuaciones masivas que se realizaban ayer en el extremo oriental, a una calma de sol y 28 grados en La Habana y Varadero. Pepe García Vichod, el encargado de una posada en el sector más turístico de la ciudad, le dijo ayer a Página/12 que la actividad de sus pasajeros era tal como siempre. A las cinco de la tarde todos paseaban o disfrutaban de las playas cercanas. Fidel ha dado un mensaje y en el Centro de Meteorología le han explicado ante las cámaras a él y a todo Cuba cómo se desplazará el huracán contó García Vichod. La peor parte se la lleva Santiago, Camagüey y todo el oriente, donde ya evacuaron a los estudiantes que estaban cosechando café en la montaña. En el este, la sensación estaba cercana al pánico. Ayer a la tarde, cada vez eran más fuertes las lluvias que horadaban las plantaciones desde Sierra Maestra hacia el este, y el mar en Santiago estaba embravecido, mientras el cielo ya se había puesto negro. Fidel convocó a la unidad revolucionaria de los cubanos y advirtió que no recibirán ayuda del enemigo, en referencia a Estados Unidos, que sostiene el bloqueo económico en torno a la isla socialista. Entre tanto, en el norte, el presidente norteamericano Bill Clinton habló ayer sobre las precauciones que se toman en Florida ante la inminencia de la llegada de Georges. La cola de los que se alejan de los cayos del extremo de la punta sudoeste norteamericana es infinita. Unas cien mil personas fueron advertidas ayer por todos los medios de comunicación para que dejaran sus casas. El resto de la población desbordaba las ferreterías y los supermercados, donde las colas llegaron a las tres cuadras, para hacerse de maderas y herramientas en un intento de asegurar las casas. Todos tiemblan ante el recuerdo de Andrew, el huracán que casi pulveriza la zona en 1992. En aquel entonces, los vientosde la tormenta alcanzaron los 280 kilómetros por hora, destruyeron 100 mil casas y 80 negocios, arrancaron miles de árboles. Miami quedó cerrado durante más de una semana.
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