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Desde el gol de Pena al final, el resultado siguió abierto. Independiente pudo hacer el cuarto, pero los celestes tuvieron lo suyo. Dos veces se le escapó el empate a Artime y luego Mondragón le sacó un gol hecho a Herrera y otro a Sosa. Cuando Graf hizo el segundo suyo, ya no quedaba tiempo de nada. Al fin el partido postergado de la primera fecha del Apertura fue rojo, que ahora parece levantar vuelo definitivamente aunque vuele sobre un cielo turbulento. Ganó y está en el lote de los que tienen 11 puntos, a 4 de Vélez y a 6 de Boca. Independiente parecía el Santos al que le sobraba Pelé. Toque para acá, toque para allá, baile y fiesta. En diez minutos había hecho dos goles calcados pase entre los centrales, primero definió Graf, después López, los dos de zurda había metido un bombazo en el travesaño Hanuch de zurda y le habían tapado un remate de gol también Hanuch, la mesa estaba servida. Y de golpe, zas... un par de corners y Belgrano se convirtió en un rival de riesgo que le empató el partido en los diez minutos siguientes. Primero con un zurdazo de Enría desde la medialuna al recoger un rechazo defectuoso de la defensa en un corner y enseguida Sosa empujó al arco un rebote que dio Mondragón mientras Pena habilitaba a todo el mundo. ¿Cómo podía ser que el equipo que era una maravilla se transformara en un mamarracho ya que era un simple partenaire candidato a ser goleado en media hora como le había ocurrido ante Gimnasia, fuera de pronto el dominador del partido? El fútbol tiene estas cosas. Y los equipos aún sin consolidar ofrecen estas posibilidades. Parafraseando al propio Menotti pero invirtiendo sus dichos, el Flaco puso el inodoro en el living y el piano en el baño, pero por necesidad. No tiene a Ramírez, Cassini, Guerrero ni Calderón y tuvo que improvisar a Toresani como lateral, darle una nueva oportunidad bien aprovechada al chico Graf y rescatar del olvido a Albornoz. Pese a los injertos, los diez primeros minutos de Independiente fueron espectaculares. Girando alrededor de Garnero armó varias sociedades por izquierda trepando y definiendo por ese lado o distrayendo en toques intrascendentes para después cruzar a la derecha donde aparecía Toresani como un flash. Claro que Toresani define como Toresani... Belgrano estaba borrado de la cancha y se encontró 0-2. Hubo un respiro, desconcentraciones, el toque rojo se convirtió en imprecisiones y la pelota cambió de dueño. Bajo la suela de Sosa o de Villarreal y al poco rigor en la recuperación de los locales Cambiasso quedó muy solo los cordobeses se pusieron iguales. Eso sí, el imparcial que lo vio por televisión, agradecido. Esos veinte minutos deben haber sido de los mejores de las ocho fechas del Apertura. Hubo una relax natural en el último cuarto de hora que los dos aprovecharon. Belgrano, para asegurarse el premio del empate temporario. Independiente, para reponerse del sacudón que lo llevó de la fiesta al velorio. Pero cuando volvieron todo fue como al comienzo, aunque entonces Independiente no tuvo el brillo del inicio. Se conformó con la eficacia de encontrar el tercer gol que llegó del modo más insólito después de varios intentos de los más aptos para jugar en el área: centro y cabezazo de Tomate Pena para poner el 3-2 y reivindicarse él mismo después de tantas malas. Los cordobeses lamentan la oportunidad perdida y dos penales que, creen, Bongianino no les concedió.
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