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“MAS ALLA DE LAS NUBES”, EL REGRESO DE MICHELANGELO ANTONIONI
Otra película de voyeurs

Asistido (e invadido tal vez) por Wim Wenders, con el que terminó a las patadas, el notable realizador italiano, que hace años está con buena parte del cuerpo paralizado, cuenta cinco breves historias de amor a primera vista.

Fanny Ardant y Peter Weller en una tórrida escena de una película cuyo elenco es un lujo asiático.
El film es de 1995, fue empezado de a dos y terminado casi de prepo por el temperamental italiano.

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MAS ALLA DE LAS NUBES

(Al di la’ delle nuove) Italia, 1995.
Dirección: Michelangelo         Antonioni.
Dirección del prólogo, intermedio y epílogo: Wim Wenders.
Guión: M. Antonioni, W. Wenders y Tonino Guerra. Basado en cuentos del libro “Quel bowling sul Tevere”, de M. Antonioni.
Fotografía: Alfio Contini y Robby Muller (con Wenders).
prólogo, intermedio y epílogo).
Intérpretes: Sophie Marceau, Vincent Perez, Irene Jacob, Marcello Mastroianni, Fanny Ardant, John Malkovich, Jean Reno, Peter Weller, Jeanne Moreau e Inés Sastre.
Estreno de hoy en los cines América, Gaumont, Atlas Belgrano, Cinemark 6 Caballito.


Por Martín Pérez

t.gif (67 bytes) El hombre entra al café y se sienta. Abre su revista e intenta leer. Su abandono se interrumpe por una chica parada al lado de su mesa. Ella se acaba de levantar de la suya, y lo interroga con los ojos. Resignado pero curioso, Roberto baja su revista. “Acabo de leer algo en una revista y necesito contárselo a alguien”, le dice Olga. Roberto, simpático, menciona algo sobre los porqué de semejante halago, lo que da lugar a Olga para que cuente su historia de viaje: unos nativos que avanzan con los exploradores y luego descansan un día todo un día. Cuando se les pide explicación, cita Olga, ellos responden que están esperando a sus almas. “¿No es maravilloso?”, se entusiasma. “¿No cree usted que corremos demasiado rápido y perdemos nuestras almas? Deberíamos esperarlas”, concluye. “¿Para qué?”, pregunta Roberto. “Para todo lo que nos parece inútil”, es la respuesta de Olga.
Tres años más tarde, Roberto aún está tratando de dejar a Olga para quedarse con su esposa, Patrizia. A veces, piensa todo lo contrario: necesita reunir el valor necesario para dejar a Patrizia y quedarse con Olga. En ese camino que va del encuentro casual a la vida como condena se balancea Más allá de las nubes, el film con el que Michelangelo Antonioni –asistido nada menos que por Wim Wenders– volvió al largometraje luego de una década ausente.
La historia de Roberto, Olga y Patrizia –interpretados respectivamente por Paul Weller, Chiara Caselli y Fanny Ardant– es tan sólo uno de los cinco breves relatos de amor que construyen el film de Antonioni/Wenders. Pero, como cualquier otra, sirve como muestra gratis de un film de historias de amores imposibles, de sexo gentil, de cuerpos desnudos. Basado en un libro de cuentos del propio Antonioni, los dos directores construyen un film episódico, leve y melancólico, que se estrena en la Argentina con tres años de retraso. Y de lo que más se ha hablado es de la invasión de Wenders dentro del mundo de Antonioni. Sin ver el film, se puede creer que es una exageración antiWenders, tal vez un capricho de críticos italianos ensañándose con un alemán. Después de todo, Antonioni sin Wenders no hubiera podido terminar su film. Postrado e incomunicado por su enfermedad, Antonioni necesitó trabajar junto a un director asistente, que además sirvió como reaseguro a los productores que también necesitaban de alguien que concluyera con el trabajo encargado y la consiguiente inversión.
Pero, claro, luego de haber visto el film se puede entender las quejas. Y justificarlas. Con prólogo, epílogo e intermedios a cargo de Wenders, Más allá ... –un film de amores a primera vista que por momentos se acerca demasiado peligrosamente a la imaginería erótica y superficial de Milo Manara– aparece con una película demasiado explicada. Y explicada por Wenders. Su alter ego John Malkovich se explaya en voz en off –en el prólogo y epílogo citados– sobre la problemática del director de cine y otras cuestiones laterales. Film voyeur y autorreferente, mantiene sinembargo su interés en cada giro menos almibarado de cada relato, en cada atisbo de auténtico Antonioni que se alcanza a vislumbrar entre tanto rebajado Wenders. El mejor ejemplo, sin lugar a dudas, es el último relato, protagonizado por Irene Jacob y Vincent Perez, otra historia de amor a primera vista. Allí un joven intenta acercarse a alguien que ya está colmado por el amor.
“Ya no se habla más, ahora están de moda los ojos”, se queja el personaje de Inés Sastre en la primera historia, el relato de un amor que perduró durante años sin haberse concretado jamás. Y semejante afirmación no deja de resultar la mejor definición de las preocupaciones de Antonioni, cuyas imágenes quedan atrapadas por momentos en el pantano de la estética publicitaria, pero suelen ser salvadas por una o dos frases que vuelven a colocar todo en su lugar. “Si me enamoro de usted ...” comienza a preguntar Perez en el último relato, pero es interrumpido por Jacob. “Será como encender una vela en un cuarto iluminado”, es la respuesta. Algo parecido sucede con un film que intenta hacer luz entre las luces. Y que –más allá de las intromisiones exageradas de Wenders– funciona más como entretenimiento que como testamento artístico de un grande que ha regresado al cine.

 

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