GUNTER GRASS PIDE VOTAR POR
LA SOCIALDEMOCRACIA
El bombo de la izquierda
Hermann Tertsch desde Dresde
El País de Madrid
Gunter Grass, el decano
de los intelectuales alemanes, el autor del clásico El Tambor de Hojalata, volvió a
saltar a la arena electoral en Alemania. En el Este del país, donde en definitiva se
decide qué tipo de gobierno tendrá la nación más poderosa de Europa en los próximos
años, Grass pidió ayer el voto para la izquierda, para los socialdemócratas del SPD y
los Verdes. Y también pidió que no se vote a los ex comunistas del PDS porque esa
opción electoral sólo favorece al canciller democristiano Helmut Kohl. Pero el gran
hombre de las letras alemanas está muy solo en esta lucha. El responsable de cultura en
la campaña electoral socialdemócrata, el editor Michael Naumann, acusó a sus colegas de
la intelectualidad alemana de haberse sumido en el fatalismo cultural ante la amenaza de
que la derecha vuelva a ganar en las elecciones y la industria cultural siga en caída
libre.
Naumann habla poco menos que de la traición de los intelectuales. Tiene razones para
ello. Induce a la melancolía recordar la movilización de la cultura alemana en favor de
Willy Brandt en 1970, la única vez en que la izquierda le ganó a la derecha en Alemania
desde el fin del Tercer Reich y del nazismo. Era un tiempo en el que la gente que se
autodefine como normal, el electorado, atendía a los intelectuales. Y éstos se veían en
el deber moral de expresar sus opiniones sobre las grandes cuestiones.
Hoy viernes acaba la campaña electoral en Alemania. Y sea cual fuere el resultado es
claro que los intelectuales, que en su vertiente pública pasan por ser mayoritariamente
de izquierda, se han desentendido de la mayor decisión que se toma en Alemania desde la
reunificación. Si gana una vez más la cuarta consecutiva Helmut Kohl, muchos
de ellos lo lamentarán entre sollozos. Si gana su rival, el socialdemócrata
GerhardSchroeder, lo hará también a pesar de ellos. Los intentos de movilizar a la
intelectualidad alemana en favor de Schroeder han fracasado y nadie es capaz de decir si
el motivo es que ha dejado de existir tal intelectualidad, si se ha despedido
definitivamente de la política o si sólo se siente incapaz de defender a un candidato
muy antiintelectual. Grass, Jürgen Habermas y otros llevan 16 años diciendo que ya la
estética de Kohl convierte al canciller en un peligro manifiesto para el desarrollo de la
cultura y las artes. Los mejores amigos de Kohl y él mismo no se esfuerzan
por contrarrestar su imagen y estilo de provinciano tosco que desprecia todo aquello cuya
utilidad no entiende de primera.
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