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Un texto de Brecht puede servir para hablar de los nazis de acá

La directora Miriam Lebenas armó “El inventario de la bobe” a  partir de un monólogo del dramaturgo y un texto de la madre de una víctima del atentado contra la sede de la AMIA,   entre otros.

Lebenas se propuso contar con este espectáculo la historia de la inmigración judía en la Argentina.
Subtitulada “un homenaje a la memoria”, la obra se presenta en el auditorio de la AMIA desde mañana.

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Por Hilda Cabrera

t.gif (67 bytes) La directora Miriam Lebenas, quien meses atrás llevó a escena Maniobras, de David Viñas, hace memoria y no le importa ser reiterativa respecto de la tradición judía. Hija de inmigrantes, de padre lituano y madre rumana, nació en un conventillo del Once, y aunque su modo de inventariar el pasado no es el mismo de sus progenitores, sabe que “hay cosas que están ahí, y que puedo tomar si quiero”, como dice en una entrevista con Página/12 a propósito de El inventario de la bobe. Un homenaje a la memoria, espectáculo que estrena mañana (a las 21) en el Auditorio de la calle Jean Jaurès 756, propiedad de la AMIA. “Esto nos da continuidad”, asegura.
En base a una idea compartida con las intérpretes (Celia Birenbaum, también cantante, y Betty Dimov), Lebenas armó una pieza con canciones, poemas y textos de diferentes autores y compositores. Se trata de un recorrido por los casi cien años de historia de la inmigración judía en la Argentina. “Un fresco sobre lo cotidiano –aclara–. Momentos de un viaje que se inició en Europa, el ingreso al país, la convivencia, el aprendizaje de las nuevas tradiciones y la relación de éstas con el propio bagaje. Cómo eran sus costumbres y las dificultades que debieron vencer.”
Los textos de esta puesta, que lleva coreografía de Lili Sedler y arreglos musicales de Alberto Levy, fueron tomados, entre otros, de Eliahu Tocker, Irma Beiguel (El inventario de la Bobe ...), un monólogo sobre la mujer judía de Bertolt Brecht y un texto de Sofía Guterman (madre de una víctima del atentado a la AMIA del 18 de julio de 1994): “Cada 18 prender una vela, invocar sus nombres, poner una rosa y hacer que los nuestros dos veces no mueran”. También canciones, como “Doña Justicia”, de María Elena Walsh. Todo esto desde la vivencia argentina: “Tomamos el texto de Brecht para referirnos a cómo se vivió el nazismo en nuestro país, y tocamos otros hechos fundamentales, como la declaración del Estado de Israel al final de la Segunda Guerra, siempre desde la perspectiva de la repercusión que tenían entre nosotros”. La propuesta de Lebenas tiene contornos de saga. Su mirada no es sólo crítica. Este inventario ... no cuestiona a la comunidad ni al país. Es, a lo sumo, “testimonial”, cuando hace alusión al atentado a la Embajada de Israel y de la AMIA: “Es crítico en cuanto al reclamo que hacemos para que haya justicia y se encuentre a los culpables de estas tragedias”, define. En su opinión, las tradiciones son patrimonio universal, y las variaciones están en el enfoque que cada comunidad haga de éstas.
“En mi casa se amaba a la Argentina. Mi padre decía: yo beso este suelo. Ellos habían llegado de Europa huyendo de las persecuciones y acá se sentían libres. No pensaban en volver al pueblo, y me hicieron querer plenamente al país. Pero esta parte mía de judía aparece siempre recordándome que tengo que hacerle un lugar.”
Respecto de la transmisión a los más jóvenes, la directora considera que “hay que contarles, porque alguno escuchará”. Su intención es recordarles que todavía existe el idish, “un idioma en extinción”, que ella desearía que no se borre. “A los de mi generación nos gustaría encontrar la forma de preservarlo, porque hoy en las escuelas de la comunidad sólo se enseña hebreo. A mí me acunaron en idish”, apunta.
El teatro no es el medio adecuado para concretar este traspaso, pero ayuda. “Hay instituciones que se ocupan de esto: clubes, escuelas ... A diferencia de otras épocas, la cultura judía no es en general una preocupación familiar, en parte porque son muchas las parejas mixtas. Pero creo que es inútil rechazar las diferencias. Eso no implica no poder convivir con el otro, ni dejar de amar lo propio de la Argentina. Me siento judía por elección, nací con esa cultura, y estoy convencida de que esas diferencias me enriquecen.”

 

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