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JORGE MARRALE Y OSCAR MARTINEZ ANTICIPAN “COMPLICES”
“Este riesgo valió la pena”

Los actores cuentan por qué se sumaron al film del novel director Néstor Montalbano,  la historia de un reencuentro conflictivo.

El dúo remarca la necesidad de nuevas propuestas para los actores.
“Nosotros no podemos apostar a que nos descubran en cien años.”

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Por Cecilia Bembibre

t.gif (67 bytes) Jorge Marrale y Oscar Martínez intentan coincidir en el motivo por el cual decidieron confiar ciegamente en el libro que les presentó un director debutante y filmar Cómplices, la ópera prima de Néstor Montalbano. El film gira en torno del vínculo entre dos amigos de la infancia que se reencuentran y se dan cuenta de que recorrieron caminos opuestos, pero aun así no consiguieron conjurar viejos secretos. Como carta de presentación, Montalbano tiene más de veinte cortometrajes, varios de ellos premiados, y la promesa de que está presentando “una historia distinta, sin hipocresías”. Curiosamente, su nombre ni siquiera figura en las gacetillas de prensa del film, que se promociona con los nombres de los actores. El director y los dos pilares de un elenco que incluye a Leticia Brédice, Jorge Rivera López y Dora Baret dialogaron con Página/12 sobre este atípico proyecto, que se estrenaría el 8 de octubre.
–¿Cuál es el conflicto entre los dos personajes centrales?
Néstor Montalbano: La relación entre los dos amigos es la clave de la historia. El reencuentro recupera una situación que había quedado congelada, y que se trata, básicamente, de que en este mundo hay que tener huevos para poder transgredir.
Oscar Martínez: En realidad, la película es una tragedia. El chico arrastró desde su infancia el peso de ser testigo de la peor de las transgresiones, encarnada en la relación entre su madre y su tío. El conflicto de Julio es ver si puede zafar de ese destino. Cuando se encuentran con el Polaco, esos fantasmas del pasado se ponen en pie, porque es quien siempre lo alentó a transgredir esos límites. Pero atravesar ese drama es como atravesar el infierno, y la puerta se la abre el Polaco, mientras le dice “Entrá, boludo, no pasa nada”.
–¿Cómo se concretó su participación en la película? ¿Trabajar con un director debutante implica una responsabilidad extra?
O.M.: Como actor, siempre se tiene la ilusión de que caiga un buen libro. Cuando me llegó el guión de Cómplices, a fines del ‘96, tenía entre manos ocho libros y ninguno me convencía. El hecho de que Néstor fuera debutante me dio curiosidad. Una vez que lo conocí me sorprendió su obsesión por que yo fuera el protagonista, y su pasión por la historia. Creí que valía la pena correr ese riesgo. Y no me equivoqué: no parece una ópera prima, está muy bien contada. Según Bergman, hay un solo lugar desde el que es posible hacer una toma: Néstor, noventa y nueve por ciento de las veces, ponía la cámara en el lugar correcto.
Jorge Marrale: El director es una especie de piloto de tormentas, y más como se hace el cine aquí. Para mí, trabajar en la primera película de un director es un incentivo. Muchas veces me llaman chicos que están terminando de estudiar, y si puedo participo de sus proyectos. Me interesa descubrir ese mundo. Uno a veces ya no está tan creativo, y una mirada ajena abre otro camino. De todos modos, las diferencias entre un director debutante y uno consagrado en la Argentina suelen ser cuatro películas ...
O.M.: En otros países, un tipo de nuestra edad ya tuvo infinidad de oportunidades.
J.M.: Eso es lo que produce una cultura. Genera un entorno en el que se favorecen determinadas formas de expresión. En Europa, los artistas tienen todas las oportunidades. En Estados Unidos, pasa lo mismo con chicos como Leonardo Di Caprio, que, si hubiese nacido acá, tendría que demostrar durante cuarenta años que es un buen actor. Y en la Argentina pasa con el fútbol. Un chico empieza a jugar en la calle, el padre lo lleva a un club donde demuestra que tiene condiciones, y está todo orientado a gestar y desarrollar grandes jugadores.
O.M.: La falta de oportunidades de los actores está determinada por la cultura. En medio aparece el talento, y entonces no ganan bien los que hacen las cosas bien. Acá todavía existe un prejuicio hacia quienes gananplata. Y por otra parte, todo el mundo dice que los actores argentinos tienen mucho talento. Es raro.
J.M.: No es que sólo haya buenos actores; hay buenos en muchas cosas, pero las oportunidades son cada vez menores.
–¿Y ese vacío hay que atribuirlo a la ausencia de historias?
O.M.: No es un tema meramente técnico, ni de falta de talento. El artista solitario, creador, que escribe porque tiene un desajuste con el mundo, que escribe porque si no explota, no entra en la mecánica del negocio. Y hoy, lamentablemente, de la existencia de los que quedan afuera no se entera nadie. Y los actores, a diferencia de otros artistas, no podemos apostar a ser descubiertos dentro de cien años. Necesitamos del éxito.
–¿En televisión, por ejemplo, se perdieron los espacios para actores que había hace algunos años?
O.M.: Antes había más propuestas para actores. Hoy el espacio que antes ocupaban los actores está vacío, y eso se nota.
J.M.: Los proyectos de los actores para televisión sí son algo que está en crecimiento, y son en general muy interesantes. Es una tendencia en desarrollo, y quizá genere esos espacios que faltan. Lo que seguro hace es que los actores aporten a la televisión una mirada desde otro lugar, no se limitan a actuar lo que escribieron otros: escriben y dirigen.

 

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