Viva la diferencia
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Por Horacio Verbitsky Tanto el Frepaso como la Unión Cívica Radical creen que el último alboroto entre sus principales dirigentes los ha fortalecido. Percepciones tan divergentes obligan a una indagación más cuidadosa, ya que los dos no pueden tener razón, aunque no sería imposible que ambos se equivocaran, como opinan sus rivales justicialistas y como sospechan los evaluadores de audiencia en televisión: cada vez que aparecen en pantalla, el público comienza a cambiar de canal. En todo caso cada precandidato busca acentuar las diferencias por las cuales debería ser preferido sobre sus competidores.
El brulote
"La gente empieza a percibir que no es lo mismo votar por Graciela que por De la Rúa", dicen en la Casa del Frente, al evaluar los efectos del brulote que Chacho Alvarez apuntó al "sistema delarruista de corrupción". Además, atribuyen a este episodio un cambio positivo en la actitud radical ante sus aliados. "Hasta entonces no nos hacían caso en nada. Planteamos el Código de Etica y ni contestaron. Quisimos discutir los gastos en publicidad para la interna y se burlaron. Sabemos que tienen 10 millones disponibles para eso, aunque no conocemos su origen. Había un acuerdo para el Superior Tribunal de Justicia y De la Rúa lo rompió, designando a sus amigos. Tampoco querían discutir nada sobre candidaturas. Si ahora nos trataban así, ¿qué debíamos esperar de un eventual gobierno de De la Rúa&Familia? En cambio ahora ya aceptan que el 29 de noviembre se designe sólo al candidato o candidata y no a la fórmula completa", dicen. Por el contrario, los radicales se felicitan por la respuesta firme a lo que sintieron como una provocación ofensiva y creen que las aclaraciones de Alvarez y la visita de De la Rúa al juzgado, donde supo que por ahora no había otro funcionario investigado que el escribano Jorge Gómez, unificó al partido y robusteció sus chances. ¿Alguna de esas interpretaciones es realista, o ambas son apenas expresión de deseos? Desde La Plata, los duhaldistas sugieren que las peleas en la Alianza irán en aumento y que el Partido Justicialista ha comenzado a recuperar posiciones en el propósito de voto para 1999. Ortega prepara su acto para dentro de dos semanas, cuando debería comenzar a saberse qué piensa, y si piensa, sobre cada cosa.
La agenda
El presidente Carlos Menem procura que su poder no pase demasiado pronto a estado líquido o gaseoso. Lo notable es que se anime a actuar en el ocaso como si aún estuviera en su apogeo, algo que no realza a los aspirantes a sucederlo. Luego de nueve años de gobierno y sin futuro electoral posible, sigue imponiendo algunos temas en la agenda política. La ley de flexibilización laboral, la defensa cerrada de todas y cada una de las medidas del plan económico, la propuesta de nuevas leyes represivas, el levantamiento del programa de Joaquín Morales Solá, y el estímulo a una nueva línea interna para molestar a Eduardo Duhalde, (integrada por los senadores Antonio Cafiero, Carlos Reutemann y el Hermano Eduardo), indican que retiene cierto grado de iniciativa política. El veto parcial a la ley que Erman González negoció bajo sus órdenes con los sindicatos repite una táctica que ya aplicó para la privatización del sistema jubilatorio. La supresión del espacio de Morales Solá en Canal 9 fue dispuesta por el compañero de golf presidencial, Constancio Vigil y se suma a la lista iniciada con el programa de Marcelo Longobardi y engrosada con los alejamientos de Jorge Lanata, Magdalena Ruiz Guiñazú y Horacio Embón. En todos los casos, los empresarios que lo decidieron tienen importantes negocios con el gobierno, como el concesionario de los aeropuertos Eduardo Eurnekian o el del servicio telefónico Raúl Moneta, lo cual coloca a la libertad de expresión como pieza de regateo en otros asuntos menos etéreos. En el caso del Citicorp Holdings, la tensión entre Moneta y su anterior presidente Richard Handley permite que se filtren algunas informaciones que de otro modo no se conocerían. Vigil hizo pesar en su decisión el paquete accionario que Moneta representa (de dueño desconocido y con sede en una casilla de Correo en un paraíso fiscal del Caribe). Morales Solá recibió una llamativa sugerencia: sólo Menem podría interceder ante Vigil para que se revisara la decisión. "No estoy dispuesto a convalidar que un diálogo en los links decida quien puede y quien no puede estar en el aire", respondió el periodista.
¿Cómo llenar el vacío?
De la Rúa interpretó las palabras de Alvarez como una confirmación de sus buenas perspectivas electorales. "Están nerviosos", dijo. Si el diagnóstico radical es veraz, el método elegido por el Frepaso para modificar esa situación sugiere una lectura imprecisa de las causas que lo condujeron hasta ese punto. Constituida para acabar con el menemismo, la Alianza cumplió ese objetivo antes de lo pensado. El retiro del adversario contra el cual había templado su discurso y su mística, dejó un vacío que hasta ahora la Alianza no ha sabido llenar. Las situaciones relativas de los socios son distintas. El radicalismo posee al menos una clara inercia reproductiva, expresada, para bien y para mal, en su aparato partidario. El Frepaso es más virtual y su home page debe renovarse todos los días, con material que atraiga a un público más exigente, tan inclinado al fervor como al desdén, según lo que perciba. Como si Menem aún fuera el antagonista a batir, el Frepaso sigue ofreciendo garantías de continuidad. Para los hombres de negocios más poderosos estas promesas siempre serán insuficientes, pero tal vez ablanden las ilusiones de quienes acompañaron el ascenso de una fuerza que no sólo acabaría con el bipartidismo sino también con las políticas del consenso de Washington. Coherente con esa concepción, Alvarez dio la espalda a las organizaciones sociales que en la Ciudad de Buenos Aires plantearon una forma participativa de la política en relación con la Defensoría del Pueblo, y Graciela Fernández Meijide prefiere no referirse a las cuestiones de derechos humanos que fueron su camino de aproximación a la política, salvo si le preguntan. La consecuencia de estas opciones deliberadas fue un desencanto creciente de quienes, sin afiliación partidaria, anhelaban un cambio de personal, de valores y estilos en la política, pero también de la alianza social gobernante. Todos los estudios de sociología electoral sugieren que sólo la concurrencia a las urnas de un alto número de independientes podría compensar el peso del aparato radical, que no sólo se mide en votantes, sino también en recursos para llevarlos a las urnas y en fiscales para asegurar que su contenido luzca a la hora del escrutinio.
Contragolpe
Por formación y temperamento, De la Rúa es más conservador que sus asociados en la Alianza. Tanto, que no compite con el Frepaso por demostrarlo a cada suspiro. Cuando se hizo ostensible que el jefe de gobierno de Buenos Aires estaba consolidando ventajas, Alvarez contragolpeó. Tal vez sea prematuro opinar si su respuesta fue o no racional (es decir adecuada a la índole del problema que se proponía resolver). El Frepaso nació a la vida política denunciando la corrupción del menemismo, pero su despegue se produjo en 1994, cuando se postuló como alternativa al Pacto de Olivos, un tango que Menem no bailó solo. En principio, parece haber una diferencia apreciable entre impugnar la corrupción de un adversario en el gobierno, que ni siquiera hace esfuerzos por ocultar la prosperidad reciente de sus integrantes, y la de un socio en la oposición. El radicalismo no puede postularse como modelo de transparencia pero tampoco es razonable equipararlo ligeramente con el menemismo. Arrastra el estigma histórico de haber financiado con un soborno de la compañía eléctrica belga CHADE, en 1935, la adquisición de la sede partidaria de la calle Tucumán, donde funciona hoy el comité Capital. A cambio de ese aporte, y del equivalente a un edificio de departamentos para varios concejales radicales, el partido que entonces orientaba Marcelo Alvear prorrogó por tres décadas la concesión del servicio eléctrico que vencía en 1936. La distribución del dinero fue organizada por Natalio Botana, director del todopoderoso diario "Crítica", y su hijo Helvio narró el episodio en sus "Memorias", citadas por Rosendo Fraga en su biografía del general Agustín Justo. Enterado del acuerdo por la propia empresa, Justo advirtió sus conveniencias políticas: "Dejándolos hacer este negociado, quedarán tan débiles que tendrán que aceptar cualquier presión", dijo. "Ya que quieren venderse, hay que comprarlos". Algo similar ocurrió durante el primer gobierno radical posterior a ese episodio. Pero todo esto ya era bien conocido cuando Alvarez y Alfonsín acordaron unir sus destinos. Si alguien sostuviera que el radicalismo conserva aquellos hábitos de la década infame o del frondizismo, y en la misma escala, primero debería probarlo, y, luego, explicar por qué no lo advirtió en agosto de 1997. Lo que muchos dirigentes y más militantes del Frepaso se están preguntando es si la creación de la Alianza fue una decisión sabia. Menos son los que postulan su ruptura, porque es ostensible que a quien diera ese paso le costaría tal vez tanto como a José Octavio Bordón su escisión de 1996. El resultado es que se sienten en una trampa, de la que no saben cómo salir. "¿Hicimos todo esto para devolverle el gobierno a los radicales?", pregunta un dirigente envenenado por tal perspectiva. "En ese caso, no sólo perderíamos razón de ser. También es posible que desaparezcamos." Alvarez no lo ve así, y ha comenzado a contentarse con las jefaturas de gobierno de la Ciudad y de la provincia de Buenos Aires, tal vez con las gobernaciones de Neuquén y Santiago del Estero, donde tienen buenas perspectivas Oscar Massei y el intendente de La Banda, Santiago Eduardo Ruiz, con algunas vicegobernaciones y con un núcleo legislativo de peso. En lo inmediato, el cálculo puede ser realista, pero a más largo plazo no lo diferencia demasiado de los socios radicales. Mientras temió que su posible candidatura a la gobernación bonaerense fuera un ardid para que desistiera de la contienda por el premio mayor, Fernández Meijide rehusó considerarla. Ahora que todos han entendido que no rehuirá la confrontación interna, está dispuesta a pensar en La Plata como una alternativa si De la Rua la vence el 29 de noviembre. Que ella sea la candidata es la condición radical para ceder ese feudo: porque puede ganarle al candidato duhaldista y porque es la única que puede postergar las aspiraciones de Malhechor Posse. Nadie más que ella piensa que puede ganar. Lo mismo ocurría con Menem ante Cafiero en 1988.
Saneamiento
En el coloquio de IDEA en Mar del Plata, Fernández Meijide trató de vincular la denuncia de la corrupción con otros temas. "No estamos solamente hablando de la moralidad de las personas que ocasionalmente ocupan el gobierno. Estamos hablando, sobre todo, de la calidad de las instituciones" y "de un cambio de fondo en la manera de hacer política, de la manera en que la política se relaciona con la sociedad, de la manera en que se legitima y se financia", dijo. Tal vez el encuentro anual de quienes fueron socios capitalistas del cuadro de situación que se impugna no sea el mejor lugar para hablar de saneamiento de la gestión del Estado. No es una exclusividad argentina. Aun en el caso de Italia, que Fernández Meijide puso como ejemplo, la Justicia llevó a la cárcel a muchos políticos "y sólo a algunas de las cúpulas de las grandes empresas, y no porque fueran ajenas a las prácticas ilegales" (Romano Canosa, Storia de la magistratura in Italia. Da Piazza Fontana a Mani Pulite. Baldini & Castoldi. Milán, 1996). Al Frepaso le cuesta hacer más explícito ese nexo entre corrupción y grandes empresas, porque teme la desestabilización que el poder económico más concentrado es capaz de asestar sobre un gobierno que no satisfaga hasta la menor de sus expectativas. Por la misma razón es más que tímido en la formulación de propuestas fiscales y de política económica. Fernández Meijide desestimó en Mar del Plata la creación de un ente único regulador de los servicios públicos privatizados, con las mismas palabras con que lo objetaron los prestadores de esos servicios: "Sería una estación de peaje". Con pocas horas de diferencia, el jefe del bloque duhaldista en el Senado Augusto Alasino reivindicó su propio proyecto, que con sanción del Senado pasó a la Cámara de Diputados. "Si no hubiera prácticas monopólicas ni aprovechamiento de posiciones dominantes en el mercado, la regulación no sería necesaria", expuso. De haberse pronunciado en el orden inverso, podría creerse que el de Graciela fue un argumento ad hominem. Pero la secuencia real revela la vulnerabilidad del Frepaso frente a la reperonización o, (por decirlo en los pintorescos términos de IDEA), el "populismo regulador" con que Duhalde enfrenta a la Alianza. Si el Frepaso se permitiera las licencias de lenguaje con las que Duhalde está reciclando su imagen, a Fernández Meijide y Alvarez los hombres de negocios les creerían. Por eso se abstienen. Y al hacerlo se privan del principal atractivo que su irrupción implicó en la política argentina. Sin duda, los concesionarios tienen buenos motivos para creer que un superente regulador les pedirá supercoimas por cada firma. Pero pretender, como dijo Graciela, que con "lo mucho que se pierde en los anillos de la corrupción" mucho podría hacerse "contra el desempleo, a favor de los sectores excluidos" es ingenuo. Aun los reguladores coimeros son más económicos para la sociedad que los grandes empresarios sin control, aunque Soldati o Rocca sean tanto más agradables que Alasino. Entender esto equivale a penetrar una de las claves de la persistencia del peronismo; descubrir cómo controlar en forma honesta, es el camino para superarlo. El sábado, durante un Encuentro por la Equidad Social realizado en una escuela de Morón, Graciela intentó equilibrar su demasiado sesgada campaña con un discurso social. Dijo que la Argentina no era un país pobre sino injusto y anunció una serie de compromisos que cumpliría en caso de ser electa, "con la inmensa masa que todavía no se ha enterado de los beneficios del modelo. Son los que no tienen trabajo o los que trabajan 14 horas diarias en condiciones precarias y por sueldos miserables, los que se quedaron sin techo, carecen de cobertura médica, sus hijos no pueden completar el ciclo educativo". Dijo que haría un gobierno de integración nacional y social, que lucharía contra las desigualdades y dejaría atrás la concepción del Estado predominante en estos años "que lo subordina a los intereses de los más poderosos y los más influyentes" erosionando "el concepto mismo de país". Rechazó incluso el concepto que el Frepaso nunca había impugnado acerca de las "reformas de segunda generación", porque "la calidad de vida de la gente no puede ser la segunda etapa de nada sino la razón de ser misma de la política". Prometió "saldar la deuda social acumulada durante todos estos años con millones de compañeros que han quedado afuera del mercado" y hasta dijo que pensaba "en la Patria como proyecto colectivo". Se comprometió a luchar contra la corrupción, defender el derecho de cada persona a un trabajo digno y bien remunerado, llevar adelante una revolución educativa que garantice la igualdad de oportunidades y trabajar por una distribución justa de la riqueza, para lo cual pidió "el esfuerzo y la movilización de ustedes, mujeres y hombres sensibles, capaces, luchadores y trabajadores". Los próximos meses dirán si son algo más que palabras. En un párrafo agregado a último momento, Fernández Meijide ratificó la vigencia de la Alianza. "La necesitamos fuerte", dijo, y se presentó como "garante de su unidad."
Dolores
El 26 de octubre la Alianza derrotó tanto a Menem como a Duhalde. El gobernador lo admitió la primera noche, al presidente le llevó más de un semestre. Por la forma fulminante en que acabó con las pretensiones de Menem, y el simultáneo estallido de las contradicciones de la Alianza, Duhalde parece haber recuperado parte de su fortaleza. Sin embargo, los siete puntos por los que perdió hace un año son una diferencia expresiva de un cansancio profundo por su gobierno y su mejor maldita policía del mundo. Es cierto que desde entonces, la demanda social de seguridad ha equiparado a la de empleo. Pero más allá del discurso, Duhalde no da respuesta ni a una ni a otra. Los niveles de desocupación del conurbano son los más altos del país (salvo el Gran Rosario) y están en ascenso. Y aunque el gobierno pretenda que disminuyeron los delitos contra la propiedad, las cifras del gobierno nacional indican que aumentaron, pero las víctimas no confían en la policía como para presentar la denuncia.
La verdad oficial
El documento presentado el viernes por la Asociación de Reporteros Gráficos (ARGRA) al cumplirse veinte meses del asesinato de José Luis Cabezas no sólo recuerda el grado de corrupción al que había llegado la organización armada policial, sino la manipulación de la causa que realizó Duhalde, a quien señala como encubridor, igual que al juez José Luis Macchi y al comisario Víctor Fogelman. También menciona la negociación entre Duhalde y Menem por la cual se interrumpió la difusión de datos obtenidos mediante el programa Excalibur, y la influencia del gobernador, a través de los abogados de los horneros, en el establecimiento de una verdad oficial del crimen, que cada día resulta menos creíble. Este caso pone en duda la seriedad de la reformas de los aparatos policial y judicial bonaerense. Pero no sólo este caso. Mañana entrará en vigencia el nuevo Código procesal penal de la provincia de Buenos Aires. La semana pasada los jueces de la Cámara de Apelaciones de San Isidro clamaron por la precariedad de los recursos con que cuentan, ante la Suprema Corte provincial, los fiscales del mismo departamento judicial hicieron lo mismo ante el Procurador de la Suprema Corte de Justicia y el Colegio de Abogados formuló una declaración pública coincidente. Los problemas que describen son generales a toda la provincia, pero San Isidro constituye un caso especial por las características socioeconómicas de su población, en la que coexisten las villas de emergencia más precarias y las residencias más suntuosas. Los escritos de camaristas, fiscales y abogados de San Isidro señalan
la carencia de personal, espacio físico, mobiliario, útiles de librería y computadoras
para las nuevas tareas de instrucción; la demorada designación de fiscales adjuntos e
instructores judiciales, que en otros departamentos ya se produjeron; la designación de
apenas dos denominados jueces de transición, para hacerse cargo de las 20.000 causas en
trámite con el Código antiguo, que hasta ahora fueron atendidas por catorce jueces y la
mínima capacitación del personal policial con el que dicen los jueces "se podría
contar en la emergencia". Once fiscales deberían hacerse cargo de las
investigaciones que antes llevaban catorce jueces, catorce secretarios, catorce auxiliares
letrados y noventa y ocho empleados. Peor es la situación de la Defensoría, donde sólo
han sido designados un titular y un adjunto, pese a que el nuevo Código les atribuye una
mayor intervención que el anterior. Tampoco tienen todavía su asiento los dos Tribunales
Orales en lo criminal que deberían entrar ya en funciones y sólo se designó al titular
de uno de los dos juzgados correccionales. "Ninguna estructura judicial puede brindar
con éxito un correcto servicio de Justicia a la sociedad, sin contar con una mínima
dotación de recursos humanos y materiales", dicen los camaristas. "Advertimos
una inminente paralización de la Justicia penal en la provincia de Buenos Aires, lo que
supone por cierto denegación de Justicia, por prescripción de causas en trámite",
añaden los abogados. El Colegio de San Isidro dice que advierte con impotencia "un
blanqueo delictivo, por la prescripción de causas; porque la extensión de procesos por
delitos graves supone la libertad por aplicación del Pacto de San José de Costa
Rica" y anuncia una "generalizada inseguridad que se suma a la ya
existente". Su conclusión es que una reforma "bien pensada" quedará
"truncada en su implementación". Aunque hoy todas las miradas se concentren en
las desventuras de la Alianza, Duhalde todavía tiene mucho que temer del realismo mágico
tucumano. Antes que Fernando o Graciela, lo espera Palito que, parafraseando a Orwell, es
más diferente que todos. |