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REPORTAJE A JOSE LUIS CHILAVERT
Yo, el peor de todos

No despierta simpatías y lo sabe. Hace la suya sin apartarse del camino  elegido y así transita de un extremo a otro. Arquero, goleador, padre inminente,  futuro técnico,
el paraguayo pasó por todos los temas durante  una extensa  conversación con Líbero antes de sus goles  y la tarjeta roja ante Unión.

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Por Susana Viau y Adrián De Benedictis

t.gif (67 bytes) Qué idea cree que tiene la gente de Chilavert?
–A mí no me importa lo que opine la gente de mi persona. Yo considero que la sociedad no ayuda a las personas, al contrario, si te puede destruir te destruye. Hoy vivimos en un país muy materialista, donde existe mucha hipocresía, entonces yo me valgo por lo que soy. Ustedes nunca van a ver que yo abra un juicio sobre una persona. Yo ataco luego de que me hayan atacado. Si se meten conmigo o con Vélez yo salto, eso lo tengo bien claro.
–Es verdad que hubo desencuentros entre usted y la opinión pública, sin embargo, ahora parece que hubiera una especie de reencuentro, como una revalorización de Chilavert. ¿Lo siente así?
–Porque lo gané yo. Cuando todo el mundo apuntaba a que a Chilavert le convirtieran 5 o 6 goles en el Mundial, les demostré que tengo nivel para ser considerado uno de los mejores del mundo. Pero esto es sencillo, si a la prensa no se la deja que lo manejen, uno es el malo de la película. Por ejemplo, por decir que Castrilli es uno de los mejores árbitros del mundo, sacan que Chilavert va siempre en contra de la corriente. Lo único que digo es que, si en un país existe corrupción, yo no voy a ir al lado de los corruptos. No creo que exista un deportista de nivel que se tire en contra de la organización de la Copa América en Paraguay como lo hice yo. Como primera medida, el presidente del comité organizador es Lino Oviedo, una persona que quiso hacer un golpe de Estado en el año ‘96, y dijo que no le importaba que corriera sangre de cualquiera. Hoy está libre y hace lo que quiere. Yo mantengo una coherencia y una postura en mi vida. Si hay dinero para el fútbol, tiene que haber para el área de la salud y de la educación. Prefiero decir la verdad y seguir siendo el malo de la película.
–¿Hubiera dicho lo mismo si estuviera jugando en Paraguay?
–Por supuesto, porque cuando yo tenía 19 años me enfrenté con Stroessner y me trataron de comunista. Por suerte, recibí una buena educación de mis padres y nunca necesitamos nada del gobierno ni del Partido Colorado. Es hora de que la gente se saque la venda de los ojos, y sepa que los partidos políticos ya no benefician a nadie. Por ejemplo, no conozco la forma del manejo interno de Cuba que también tiene a Castro desde tantos años. Creo que hay mucha diferencia de lo que es Fidel Castro y de lo que es Cuba. Por ejemplo en el ámbito de la medicina, y principalmente en la recuperación y preparación de las personas. Stroessner estuvo 33 años y no hizo nada por mi país. Lo único que hizo es tener millones de personas que son ignorantes, y eso provoca una dictadura. El decide por el pueblo y no la deja hablar a la gente.
–¿Qué cosas le provocan emoción?
–Me gustaría que en la calle no existan chicos pidiendo dinero para poder comer. A mí me seduce muchísimo ver que los padres lleven a sus hijos a un partido de fútbol, y muchas veces no pueden por culpa de unos energúmenos que van drogados para generar violencia. Y la sociedad mira para otro lado. Se hicieron campañas contra la droga pero sin un fin claro, para dejar algo positivo. Se utilizaron para ganar dinero a costilla de esas publicidades.
–¿Cómo tomó que una de las caras visibles para luchar contra la droga sea Diego Maradona?
–Ese es un problema de los argentinos, pero creo que él no era el más indicado en ese momento.
–¿Hay droga en el fútbol argentino?
–Quedó comprobado con los casos de doping positivo. Pero lo que me duele de eso es que a las personas que están en equipos grandes y tienen prestigio no se los sanciona. Y a un chico de Defensa y Justicia le dieron dos años de suspensión. La ley tiene que ser pareja para todos.
–¿Siempre hubo droga en el deporte o esto surge ahora?
–Yo llevo 17 años en el fútbol, y creo que antes había más. Con el tema del control antidoping se ha mejorado un poco, y aparte, los jugadores de ahora son más inteligentes.
–En una oportunidad dijo que tendría que haber un campeonato para adictos, ¿por qué reaccionó con una declaración tan fuerte?
–Porque hay que decir la verdad. En Argentina no todos están metidos en la droga. Entonces a los que somos sanos nos tienen que dar una medalla de oro todos los días. Yo siempre digo que la mejor droga que necesita el deportista es el trabajo y el cuidado en la vida privada.
–¿Y ganar?
–Eso es relativo. Porque existen dos equipos y siempre uno va a perder. Por eso muchos me preguntaron por qué no fui a cenar con Menem a la residencia de Olivos cuando Vélez salió campeón del mundo. Y les contesté que prefiero estar con mi familia, porque cuando me van mal las cosas, los únicos que están al lado mío son ellos. El Presidente siempre quiere cenar con los que ganan y no con los que pierden.
–¿Para usted qué significa ser campeón?
–Es como si fuera una materia para pasar de clase. Es lo máximo. Más teniendo en cuenta que el torneo de la Argentina es muy difícil.
–¿Qué piensa de las cláusulas que impiden jugar contra los ex equipos?
–Es una locura. Yo creo que cuando el jugador escucha hablar de esas cosas no lo debe permitir. Pero algunos tienen poca personalidad. Por eso yo nunca tuve un manager que me maneje, yo peleé mis contratos solo. El jugador debe pelear por sí mismo, aunque muchos les tienen miedo a los directivos.
–¿A qué jugador considera como paradigma de deportista?
–A Pelé. El es más inteligente de lo que muchos piensan. Ganó más dinero ahora que cuando era jugador. A mí me da pena que muchos ex jugadores estén en la ruina por no saberse manejar económicamente. Eso da la pauta de que los directivos le dan al futbolista una palmada en la espalda cuando le es útil. Porque después no te regalan ni una entrada para ir a la cancha.
–Parece tener muy claro en qué se basan las relaciones.
–Seguro. Aparte, yo vengo de una familia muy humilde. Y muchas veces, la prensa no puede entender las palabras fuertes que digo. Porque cuando tenía siete años andaba descalzo con mis hermanos (Julio César, Rolando y John), y no se me cae la corona decirlo ahora que soy considerado el mejor del mundo. De esta manera, yo no puedo estar tirando las ganancias que me dio el fútbol para figurar. Yo juego al fútbol para que a mi familia no le falte nada. Cuando digo mi familia me refiero a mi madre, mis hermanos y mi mujer.
–¿Lo marcó en algo el fallecimiento de su padre?
–Yo creo que en la vida hay que ser reconocido por los padres. Mi padre nos enseñó que era preferible pasar hambre antes que ir a robar. Esto no se lo conté a nadie. El sufrió más de tres años de un problema en el corazón, luego quedó hemipléjico del lado derecho. Yo lo traje al Instituto Cardiovascular y tengo que agradecerles a los médicos la honestidad que tuvieron conmigo, porque ellos me comunicaron que le quedaban seis meses de vida. Y para mí fue un golpe durísimo. Yo no se lo dije ni a mi madre ni a mis hermanos, y disfruté de mi padre dos meses más porque falleció a los ocho meses. Por eso, cuando muchos hablan de Chilavert lo hacen sin conocimiento, nosotros también somos de carne y hueso. Pero lo más importante es que hice lo que tenía que hacer un hijo por su padre sin importarme lo que me podía costar. Murió de la forma que quisiera morir yo, de un paro cardíaco. Y esa posibilidad de luchar por la vida de mi padre me la dio el fútbol, y no la sociedad ni la prensa.
–¿Por qué en Paraguay lo odiaron durante mucho tiempo?
–Es que la prensa me criticó mucho. Si ellos vivieron bajo una dictadura durante 33 años, y nunca criticaron a Stroessner, qué pueden decirme ahora. Como también me mataron acá por el tema de Cabezas. Yo estoy en contra de cualquier asesinato, lo que pasa es que la prensa lo publicó como que Chilavert no se quería sacar la foto con Cabezas. Yo les digo a los periodistas que me traigan la foto de María Soledad, o del soldado Carrasco, o de Jimena Díaz –murió al caerse una estatua en Palermo–. Esas familias también necesitan que se esclarezca el crimen. Yo pretendo que se aclare todo, los casos de la gente humilde y los que están rodeados con el poder.
–¿Por qué cierta parte de la prensa Argentina trata de perjudicarlo?
–A los mediocres y a los insignificantes se los respeta y se los quiere, pero nunca se los odia, como a los exitosos. En Argentina no hay otro deportista que tenga los títulos que tengo yo, es la realidad. Soy el único arquero que se animó a patear un tiro libre en un Mundial. La prensa internacional me lo reconoce.
–¿Se siente discriminado?
–Existe el racismo de algunos periodistas deportivos. Si me dicen que yo robo el dinero en Argentina, qué está haciendo Batistuta en Italia, o Simeone, o Redondo en España. Cada uno trata de hacer su trabajo y defiende sus intereses para tratar de asegurar su futuro. Yo no vine a ofrecerme acá, a mí me fueron a buscar a Paraguay. Me da pena que se haya tinellisado todo. Ahora lo critican a Castrilli, pero él no es el culpable de mal momento de un equipo. Cobra como dicen las reglas, lo que pasa es que en Sudamérica queremos cambiar las reglas a nuestro antojo.
–No es muy habitual que el arquero sea líder de un equipo.
–Yo creo que ha cambiado el rol, porque antes los líderes eran los del medio o los goleadores. Pero con las nuevas reglas, el arquero es más protagonista. Y a mí me ayudaron a romper esas normas de que los arqueros están para atajar solamente. El puesto ha evolucionado y además, no cualquiera puede estar en el arco.
–¿Usted le imprimió una dimensión distinta al puesto?
–Sí. Para ser arquero hay que tener tres características importantísimas: personalidad, técnica y psicología. Y ser muy fuerte de carácter.
–¿Para usted el fútbol es un trabajo?
–Sí, es como si uno tuviera que estar en una oficina. Yo me levanto a las siete de la mañana porque quiero triunfar. No quiero quedarme a mitad de camino como otros. Y la familia cumple un papel fundamental, yo soy exitoso gracias a mi mujer (Marcela). Ella es argentina y me ayudó a crecer. Muchos jugadores jóvenes se equivocan y rompen un matrimonio por las tentaciones que se le presentan al ser reconocidos.
–¿Hay algo que le guste más que el fútbol?
–Por ejemplo, quisiera estar ocho horas con mi mujer en mi casa, pero por esta profesión, no puedo.
–¿Y alguna actividad que quisiera hacer?
–Me gustaría esquiar. Pero si uno esquía, todo el peso del cuerpo cae sobre las rodillas y es fácil de lastimarse. Y no podría realizar mi trabajo.
–¿Se siente como un superhombre?
–No, no creo que exista el superhombre. Existen los hombres exitosos. Está claro que yo llevo una filosofía. Hay un proverbio que dice que la mejor apología es tener muchos enemigos, porque es el rostro de los hombres superiores. Cuando uno más gana genera más odio. Yo siempre prefiero el cariño de los chicos que la maldad de los grandes.
–En el arco, ¿qué considera que le falta para ser perfecto?
–En el arco no se logra la perfección, porque en cualquier momento uno puede cometer un error que le cuesta un gol. Y todo lo bueno que hizo antes no sirvió de nada.
–¿Cuál es el momento más difícil para un arquero?
–Indudablemente, cuando un delantero queda mano a mano con uno. Ahí hay que resolver en un segundo un jugada que puede determinar un resultado.
–¿Qué se siente al buscar la pelota al fondo de la red?
–Es lo peor. Uno se siente mal porque el gol pudo haber sido por un error suyo. Por eso yo rompí el molde y ahora podemos convertir goles para desahogarnos un poco.
–¿Tuvo algún ídolo?
–Sí. El alemán Schumacher y el italiano Zoff.
–¿Disfruta jugando?
–Hoy sí, pero anteriormente no. Primero porque estoy bien en la parte económica, y segundo, por los títulos que he ganado. Ya pasé los límites de mis sueños y ahora trato de disfrutar.
–¿No tiene manos chicas para ser arquero?
–(Risas) Mi mujer me carga y me pregunta cómo hago para agarrar la pelota con las manos tan chicas, yo le digo que es ingenio y saberlas usar.
–Siempre habla de dinero, ¿es un mercenario dentro del fútbol?
–La plata es un mal necesario. No soy un mercenario.
–¿Le falta alcanzar algo en el fútbol?
–En el fútbol logré todo. El mejor gol de mi vida será el nacimiento de mi hijo, eso es lo mejor que uno ha obtenido.
–¿Qué es lo que ve un arquero para pensar que debe retirarse?
–Cuando empiezan los dolores en la rodilla, en la cadera, cuando le cuesta sacar los brazos, o cuando está falto de reflejos. Pero creo que el arquero puede durar hasta los 40 o 42 años. Tampoco hay que dar una imagen de desvalido como lo ha hecho Gatti. Lo que hizo él fue triste, a mí no me va a pasar eso porque soy una persona inteligente.
–¿Piensa que va a percibir el momento del retiro?
–Seguro. Cuando me cueste levantarme para ir a entrenar y no tenga la misma motivación. Uno sabe que esto es momentáneo, por eso hay que asegurarse el futuro mientras juega. Yo les digo a los más chicos que piensen en tener una casa y no que se preocupen por un auto lujoso.
–¿Usted qué auto tiene?
–Hasta el año ’87 andaba en micro. Vivía en Avenida de Mayo y Salta, tomaba el subte hasta Once, y ahí el 101 hasta Villa Soldati para ir a San Lorenzo. Mis compañeros me decían que me comprara un auto mientras yo seguía ahorrando. Hoy tengo un BMW.
–¿Por qué, muchas veces, les recrimina a sus compañeros algún error que cometieron?
–Si se comete un error infantil, hay que tratar de que no vuelva a suceder. Yo los guío para que no se repita. Y de esa forma les hago ganar dinero.
–¿Sigue con intenciones de ser presidente de Paraguay?
–No creo que pueda ser presidente. La política es muy sucia y me di cuenta de que, si uno hace un esfuerzo, lamentablemente, la gente cuando va a votar y le dan un pancho y una Coca, lo agarra.
–¿Es muy estricto en su casa?
–Mi mujer es estricta. Yo soy una persona muy tranquila.
–¿Tiene algún periodista amigo?
–Muchos, pero ellos me conocen de verdad.
–¿Pensó qué va a hacer cuando deje el fútbol?
–En noviembre me recibo de técnico, pero lo hago nada más que para ir ganando tiempo. En Vélez me ofrecieron ser manager y manejar todo el fútbol del club. Me gustaría ser técnico de la selección de Paraguay.

 

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