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Siempre el
establishment

Por José Pablo Feinmann

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t.gif (862 bytes) Hace muchos años IDEA quería decir Instituto para el Desarrollo de Ejecutivos en la Argentina. Después –cuando la palabra ejecutivo pasó de moda– se llamó Instituto para el Desarrollo de Empresarios. Siempre nucleó al establishment. En mi novela Ni el tiro del final, escrita en 1980, un personaje poderoso, lleno de dinero y misteriosas relaciones, enuncia sus concepciones políticas. Dice así: “Sólo hacen falta dos cosas. Una ya se la dije: crear una elite dirigente. La otra, renunciar al prejuicio democrático. Porque la democracia es el vicio de Occidente, Ismael, y estoy seguro de que será su perdición”. Ismael –el protagonista de la novela– comenta: “Seguramente habría hecho un par de cursos de IDEA y le gustaba aprovecharlos”.
También hace muchos años trabajaba yo en una pequeña o mediana empresa familiar. Era el encargado de las ventas y –en cuanto tal– viajaba por todo el país. Me recuerdo en San Juan esperando ser recibido por un cliente. Transcurría el año 1981 y desde el 24 de marzo gobernaba Roberto Viola, que había reemplazado a Videla. Todos creían que Viola le habría de dar un giro populista a la economía, pero esto quedó descartado cuando nombró a Eduardo Oxendorf. Las cosas seguirían por el mismo camino.
Retorno, ahora, a la escena en San Juan: estoy esperando a mi cliente, estoy en una pequeña salita en la que hay una radio encendida. De pronto, un flash de noticias. La radio informa que el general Viola se presentó ante los empresarios de IDEA para disertar sobre La lucha contra la Subversión. Me pareció casi fuera de lugar que Viola les hablara a los empresarios sobre ese tema cuando ya la lucha a la que se refería había sido aplastantemente resuelta por las Fuerzas Armadas. Pero no: habló sobre eso. “El general Viola se refirió a la ‘organización territorial’ de la subversión.” Recuerdo el escozor que me produjo esta frase. Me recuerdo ahí, en San Juan, solo y escuchando que Viola les contaba a los empresarios cómo era la “organización territorial” de la subversión. Esto que los militares llamaban “organización territorial” era cualquier cosa, era el terror, era la indeterminación total. Llamaban “organización territorial” a las expresiones de superficie de la “subversión”. Periodistas, maestros, sindicalistas, obreros de comisiones internas. En fin, todo. Viola hablaba y los empresarios escuchaban. Viola les decía cómo habían exterminado absolutamente todo lo que pudiera importunar el desarrollo feliz de sus intereses. Les hablaba de una patria salva y segura.
Ahora, en plena democracia, los candidatos presidenciales también fueron a IDEA. Y les contaron los temas de hoy: seguridad, desempleo, educación y política externa. Y dijeron cómo piensan encararlos y resolverlos para que ellos –la buena gente de IDEA– puedan seguir adelante con sus intereses. Porque en el país han cambiado muchas cosas pero no este acto reverencial y fundante de todo orden político: ir a IDEA y ofrecer explicaciones. Ayer la dictadura, hoy la democracia. Siempre el establishment.

 

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