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LAS DOS CARAS DEL DUHALDISMO
Cambio o retoque para el modelo

El propio Duhalde cerrará la reunión que el próximo fin de  semana reunirá a la “materia gris” del duhaldismo para discutir  caminos alternativos al modelo neoliberal. Bajas y ausencias.

Esta semana se sabrá el rumbo de la campaña de Eduardo Duhalde.
Reunirá a sus intelectuales en Calafate para discutir programas.

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Por Miguel Bonasso

t.gif (67 bytes) Este fin de semana se podrá empezar a sopesar la voluntad reformista del duhaldismo y la mayor o menor originalidad de sus ideas y propuestas. Se empezará a ver, aunque sea todavía en el terreno declarativo, si se pretenden cambios trascendentes o simples retoques cosméticos, como lo teme y sospecha un sector ponderable del sindicalismo peronista, que sigue sin perdonarle al gobernador bonaerense su apoyo parlamentario a la ley laboral impulsada por el gobierno menemista. El viernes y el sábado próximos, en el ambiente propicio de Calafate (un hermoso pueblo de la precordillera santacruceña), unos cincuenta cuadros vinculados de manera más o menos orgánica al duhaldismo se reunirán en concilio para abrir el debate en torno del programa que deberá reemplazar al “modelo agotado” del neoliberalismo.
Duhalde clausurará los trabajos con un almuerzo y un discurso pero, por indicación suya, no participarán del cónclave ni los funcionarios de La Plata ni los grandes caudillos territoriales. Muchos de los cuales se sienten excluidos y han comenzado a operar contra la reunión, que presentan como un simple “revival de los setenta”; una módica convención del “ala izquierda” peronista.
En rigor, el encuentro de Calafate fue ideado por el comando de campaña de Duhalde, que integran –entre otros– Alberto Iribarne, Julio Bárbaro, Jorge Argüello, Alberto Fernández, Luis Verdi, Martín Oyuela y el matrimonio compuesto por el gobernador de Santa Cruz, Néstor Kirchner y su esposa, la diputada Cristina Fernández de Kirchner, que serán los anfitriones del encuentro. Y que se ilusionan con un “Documento de Calafate”, que retome la abandonada tradición peronista de los textos programáticos ambiciosos, como los de La Falda, Huerta Grande o el de la CGT de los Argentinos.
En realidad, la propuesta surgió para darle continuidad a la reunión informal que celebró Duhalde días pasados en el Hotel Alvear con algunas personalidades que debían conformar una suerte de think tank, como José Octavio Bordón, el citado Kirchner, el embajador en Bélgica Mario Cámpora y el dirigente empresario Oscar Vicente, principal ejecutivo del grupo Pérez Companc. Quien, por cierto, en los últimos días ha tomado distancia de un encuadramiento orgánico en las tiendas del gobernador bonaerense.
Cuando se conoció la propuesta hubo revuelo en las filas duhaldistas: todos los dirigentes (ya fueran legisladores o funcionarios) querían asistir, pero el propio Duhalde sugirió a los organizadores que se limitara el número por razones funcionales. También estableció que no participaran dirigentes bonaerenses o funcionarios de su administración, en un intento más por romper la imagen provinciana que en alguna medida lo viene constriñendo. Esto privó a la reunión de algunas presencias de peso en el duhaldismo, como el ministro de Seguridad y Justicia León Carlos Arslanian, el de Economía, Jorge Remes Lenicov, y la titular de Educación, Graciela Giannetasio. Y también generó resentimientos en varios dirigentes del “aparato”, que trataron de minimizar el cónclave reduciéndolo a un encuentro de “la izquierda peronista”. Una tesis que recibió un apoyo inesperado y probablemente involuntario del propio Duhalde cuando, días atrás, declaró a un periodista de Ambito Financiero: “Tengo cerca a (Néstor) Kirchner, de Santa Cruz, que es la puerta de entrada de los que se fueron del peronismo hacia la izquierda y ahora quieren volver. Los Kirchner siempre mantuvieron amistad con esa gente”.
En todo caso, la presencia del gobernador bonaerense en el cierre del evento, dicen algunos de los organizadores, vendría a demostrar que ésta “no es la iniciativa de un sector nostálgico de los setenta”.
El debate abarca 8 áreas temáticas formuladas como preguntas (“¿qué le debe la política a la sociedad argentina?”, por ejemplo) que estarán a cargo de un expositor y un moderador para cada una de ellas. Los cincuenta asistentes podrán participar abiertamente en todas ellas. En principio, los oradores confirmados son los siguientes: Néstor Kirchner (federalismo); Mario Cámpora (política exterior); Rodolfo Frigeri (economía); Cristina Fernández de Kirchner (ética y política). Estaba previsto que José Octavio Bordón hablara sobre educación, pero ahora lo hará acerca de un “nuevo contrato social entre empresarios y trabajadores”, tópico que inicialmente iba a estar a cargo del empresario Oscar Vicente, una baja importante del concilio. El tema educativo recaerá entonces sobre la rectora de la Universidad de Lomas de Zamora, María del Carmen Feijoó. Duhalde cerrará el sábado, a los postres del almuerzo, con un discurso acerca de ese modelo alternativo del que viene hablando con vaguedad y que algún día (promete) habrá de quedar nítidamente establecido en una plataforma.

 

Todos menos Dolina

Entre los cincuenta asistentes al cónclave de Calafate (Santa Cruz) hay dos gobernadores (Duhalde y Kirchner) y el ex gobernador santacruceño Jorge Cepernik; algunos notorios colaboradores del ex presidente Héctor Cámpora, como su sobrino Mario (actual embajador en Bélgica) y el ex ministro del Interior, Esteban Righi; numerosos académicos como Norberto Ivancich; Ernesto Villanueva (vicerrector de la Universidad de Quilmes), Ana Jaramillo (rector de la Universidad de Lanús) o María del Carmen Feijoó (rectora de Lomas de Zamora); familiares de “los bronces”, como la sobrina nieta de Evita, Cristina Alvarez Rodríguez y, tal vez lo más importante en términos de una redefinición del “contrato social”: laboralistas vinculados con el MTA, como Héctor Recalde y a la CTA, como Carlos Alfonso Tomada. Hay algunos históricos que fueron invitados pero no podrán concurrir, como el ex canciller de Perón Hipólito Paz y celebridades como el escritor Abel Posee, que no es peronista y que tiene a cargo actualmente la difícil embajada en el Perú. Los organizadores hubieran deseado que Alejandro Dolina expusiera acerca de la deuda que la política (o la clase política, mejor dicho) tiene con la sociedad, pero -según uno de los organizadores– se resiste a viajar porque “les tiene mucho miedo a los aviones”.


OPINION
Por Mario Wainfeld

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