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OPINiON
La teoría mafiocéntrica
Por Mario Wainfeld

Mañana Domingo Cavallo lanza su candidatura presidencial en Córdoba. Allí empezó su carrera democrática, hace más de una década, como aspirante a diputado en la lista del PJ armada por José Manuel De la Sota. Mucho ha crecido un personaje inocultablemente impolítico y autoritario para colmo ex ministro de Economía. Ha conseguido posicionarse como el mejor representante de lo que en el curioso mapa político nacional (que bautiza "centro" al centro derecha y "centro izquierda" al centro) se llama "centro derecha", tras ganarle --casi sin competir-- a Gustavo Beliz, relegado a un rol de opositor municipal de la Alianza.

No es chocante que Cavallo pueda, en condiciones propicias, arrimar un 10 por ciento de los votos para la "centro derecha" que en muchas ocasiones supo sumar más. Pero abruma cómo sus valores, ideas y chicanas han permeado el pensamiento de quienes, se supone, están (algo) a su izquierda. Por ejemplo, es necesario tener un nivel de sutileza profundo para diferenciar su discurso del de José Luis Machinea o Ricardo López Murphy, estrellas polares del pensamiento económico opositor.

Incluso, sus caballitos de batalla (que, como él mismo, son tan potentes como esquemáticos) como el de las mafias han sido asumidos sin beneficio de inventario por buena parte de la oposición. Acérrimo defensor del capitalismo salvaje, Cavallo encontró en la expresión "mafia" un modo de descalificar a algunos empresarios prepotentes e inescrupulosos vinculados con el Estado.

La expresión "mafia" sugiere un universo de capitalistas virtuosos que ignoran la corrupción, el delito y la cooptación de cuadros estatales separado por un abismo del de otros, advenedizos dedicados a profanar ese Parnaso de la libre empresa. No es exótico que Cavallo, que antes de ser un cuadro democrático lo fue de la dictadura militar, describa con ese simplismo al capitalismo prebendario, que embellece en exceso a todos los "no mafiosos". Sí lo es que coincidan con él. dirigentes de la Alianza.

Es posible que el "mafioso mayor" Alfredo Yabrán haya tenido vinculación con delitos que se le atribuyen. Pero, así hubiera cometido el doble, no tendría el record de crímenes cometidos para ganar dinero, impulsados desde el poder económico. Basta una distraída hojeada al Nunca Más para recordar que buena parte del empresariado nativo --pre y extra Yabrán-- impulsó el terrorismo de Estado para combatir al dirigismo estatal. Yabrán así usado sirve de pantalla para ocultar debates más arduos acerca de la relación entre el modelo actual, sus principales beneficiarios, la corrupción y la violencia.

Que Cavallo, un hombre de una voluntad de acero, de innegable capacidad y coraje, llegue donde llegó es lógico y, en términos de competencia democrática, hasta deseable. Más notable y más reveladora de cuán baja está la marea ideológica es la expansión de sus ideas. Aun a nivel intelectual, pocos (uno de ellos es el sociólogo Carlos Altamirano) han desnudado la precariedad conceptual --e interesada-- de su teoría mafiocéntrica.

Esa teoría y su adalid no sólo subyugan a la Alianza, al Frepaso en especial. En los próximos días Eduardo Duhalde reunirá a políticos y técnicos en Calafate a elaborar, si no una propuesta política, un discurso que sin duda contendrá críticas al "modelo" cavallista, muchas más críticas que las que contiene el discurso de la Alianza. Sin embargo, nadie puede dudar de que el gobernador sigue mirando con cariño la idea de remedar lo que hizo en el '89 Carlos Menem y recuperar para sus huestes al compañero de ruta Mingo.

 

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