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DOS EQUIPOS DE SEGURIDAD ESTAN VIGILANDO SU TUMBA
Custodias para Yabrán

La familia del empresario contrató un servicio privado de vigilancia para su tumba. Teme que sea profanada y su cadáver utilizado políticamente por la policía bonaerense. La jueza que hizo la autopsia también ordenó una custodia “para evitar desórdenes o ultrajes. La encargó a la propia policía de la provincia.

La tumba de Alfredo Yabrán está en un cementerio privado en Pilar, donde descansan otros famosos.
“Si le hicieron lo que le hicieron a Perón, también se lo pueden hacer a Alfredo”, recelan sus parientes.

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Por Raúl Kollmann y Laura Vales

t.gif (67 bytes) Dos equipos de seguridad vigilan día y noche la tumba de Alfredo Yabrán en el cementerio privado Parque Memorial. Uno cumple órdenes de la jueza de Gualeguaychú Graciela Pross Laporte, que mantiene la custodia a pesar de que la investigación sobre la muerte del empresario fue archivada hace dos meses. La familia de Yabrán contrató los servicios de un segundo grupo de vigiladores privados, para que haga lo mismo que los policias: cuidar la tumba del hombre que, en vida, negó una y otra vez tener guardaespaldas. Varias veces por día un patrullero del Comando Regional de Pilar llega hasta el cementerio para constatar que todo esté en orden. Un estrecho allegado a los Yabrán reveló a Página/12 los motivos de las estrictas medidas de seguridad: “La familia tiene información de que existe un plan para profanar el lugar y robar el cuerpo”, aseguró. La conjura fue atribuida a hombres vinculados a la Policía Bonaerense, dispuestos a provocar una conmoción social que golpee al gobernador Duhalde o a impulsar esta sórdida movida como parte de un interna en la fuerza.
El tema se maneja en el más estricto de los secretos; ayer, la jueza Graciela Pross Laporte, visiblemente nerviosa, negó tener información al respecto, pero admitió en cambio que la custodia “se dispuso en su momento para evitar desórdenes o ultrajes”.
–¿Cree que alguien puede intentar robar el cuerpo, o cambiarlo? –le preguntó este diario.
–No. No tengo ese temor.
–¿Hubo amenazas?
–No tenemos información en ese sentido.
–¿Por qué mantiene la vigilancia, si la causa está archivada?
–Porque nadie me ha pedido que la retire.
–¿Se refiere a la familia de Yabrán?
–Sí. Simplemente esperamos un pedido de la familia para retirar la vigilancia.
–La familia paga un servicio de vigilancia privado.
–No tengo ninguna información sobre eso. En el expediente no está acreditado.
Página/12 estuvo en Parque Memorial el último domingo. En la entrada, un custodio privado, con uniforme de la agencia de seguridad Osli, advirtió que para llegar a la tumba de Alfredo Yabrán se necesita el permiso “de los que están para ese tema”. ¿Vigilan exclusivamente el lugar donde Yabrán está enterrado? quiso saber este diario. “Sí, están sólo por eso. Y tienen que avisar lo que pase al Comando de Pilar”. Tras consultar en uno de los edificios de la administración, el custodio volvió para informar que no podíamos entrar. Poco después, una camioneta del Comando de Pilar llegó a la puerta del estacionamiento. Los uniformados confirmaron que la vigilancia se mantiene las 24 horas del día y que cumplen estrictas órdenes de la jueza de Gualeguaychú.
La policía comenzó a vigilar la tumba de Alfredo Yabrán el mismo día del entierro. En aquel momento, Pross Laporte advirtió que no permitiría que el cuerpo del empresario telepostal fuera cremado, y lo entregó a los familiares sólo cuando estuvo en claro que cumplirían con esta decisión judicial. Los familiares del empresario sostienen que la promesa no era necesaria, porque nunca se les habría ocurrido cremarlo.
La jueza ordenó el archivo de la causa en julio, luego de recibir los resultados de una serie de exámenes que confirmaron que el cadáver encontrado en la estancia entrerriana de San Ignacio era el del empresario telepostal. El estudio más importante fue un análisis genético realizado por la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires, donde se compararon muestras del cadáver con la sangre de los hijos varones y la esposa de Yabrán. Por todo esto no se conocen motivos legales que justifiquen una futura exhumación; tampoco tiene sentido la hipótesis de que alguien intente cambiar el cuerpo para hacer desaparecer pruebas.Poco antes de cerrarse el caso, el forense de Gualeguaychú Oscar Chiappetti recordó que “además de sangre, se tomaron muestras de cabello, músculos y un montón de vísceras, que quedaron en reserva para quien quiera hacer otras pruebas y contrapruebas”.
El servicio de vigilancia privada fue contratado por María Cristina Pérez, viuda del empresario, y sus hijos a través de los administradores del cementerio privado. La familia de Yabrán lleva flores varias veces por semana a Parque Memorial, adonde llega siempre con dos autos, en uno de los cuales se traslada su propia custodia personal. No tienen horarios fijos de visita, pero eligen siempre aquellos en los que el lugar está menos concurrido, y no se acercan si sospechan que el periodismo puede estar esperándolos.
Parque Memorial está ubicado en el kilómetro 47 de la ruta Panamericana (acceso Pilar), en una zona poco poblada. Sus 25 hectáreas, en las cuales descansan otros nombres famosos como el de Daniel Tinayre, María Luisa Bemberg y la madre de Susana Giménez, están rodeadas de barrios privados todavía en construcción. “Es un lugar de fácil acceso, y los informes que tenemos son muy concretos –asegura el allegado a los Yabrán–. Si le hicieron lo que le hicieron a Perón, también se lo pueden hacer a Alfredo. Los argentinos tenemos una tara necrofílica.”

 

La necrofilia

Los que adjudican a los argentinos una pasión necrofílica –casi una señal de identidad, dicen– tienen ejemplos de sobra para argumentarlo. La profanación de cementerios, el robo de cadáveres, la celebración de entierros seguidos por multitudes cruzan cada década de la historia del país.
En el siglo pasado fue la fuga del ejército diezmado de Juan Lavalle, que cruzó el Norte llevando consigo los restos de su jefe muerto para que no lo tocara el enemigo.
El cadáver de Eva Perón fue robado durante la Revolución Libertadora y sólo restituido a Juan Domingo Perón en 1972. La organización Montoneros, de la izquierda peronista, secuestró a su vez el cadáver de Pedro Eugenio Aramburu a quien había ejecutado en 1970.
En junio de 1987 robaron las manos de Juan Domingo Perón. La bóveda del cementerio de la Chacarita fue violada por una docena de personas, y las manos cortadas tras romper el vidrio blindado que protegía el ataúd. Nunca se supo por qué.

 


 

LA FAMILIA DEL SUPERCARTERO SOSPECHA DE LA POLICIA
“Quieren jugar sus internas”

Por R.K.

t.gif (862 bytes) “Siempre vimos que existía el peligro de que alguien intentara algo con el cuerpo de Alfredo. El objetivo sería crear un golpe institucional y teníamos datos concretos de que policías bonaerenses preparaban una operación. Tal vez quieren usar una profanación a la tumba como ya la usaron en los cementerios judíos, es decir para jugar en las internas de la Bonaerense.” Con estas frases, un allegado a la familia Yabrán explicó ayer a este diario por qué hay doble custodia en el cementerio donde está enterrado el supercartero.
Inicialmente, la familia Yabrán le negó a Página/12 que se hubieran tomado medidas especiales de seguridad en la tumba.
–No sabemos nada, no hemos pedido nada –dijo uno de los allegados.
Tras la confirmación de que hay una orden de la jueza Pross de Laport, el hombre reconoció las preocupaciones:
–Mire, desde el primer día se vio el peligro. Está la necrofilia tradicional de la Argentina, pero lo importante es que teníamos información de que podrían atentar contra la tumba.
–¿Por qué lo iban a hacer?
–La información precisaba que había integrantes de la Bonaerense que harían la operación. Tal vez era una forma de intimidarnos para que no sigamos con la defensa de Alfredo en la causa Cabezas y que no insistamos en la llamada pista policial. Pero lo más probable es que todo fuera una interna de la Bonaerense: ex policías contra los actuales, o algo así, con el gran objetivo de producir una conmoción institucional.
–¿Hubo llamadas con amenazas?
–Yo prefiero no contestar cosas que después terminan en interrogatorios a la familia. Lo único cierto es que se tomaron medidas de seguridad.
La realidad es que los Yabrán no saben bien de dónde vienen los peligros, pero sugieren que cualquier interna nacional o bonaerense puede terminar en una profanación de la tumba. Según sostienen, alguien vinculado al Gobierno o a los servicios de inteligencia podría querer armar un escándalo en territorio de Duhalde para perjudicar la candidatura presidencial del gobernador. También piensan que hombres de la provincia pueden armar una provocación, con repercusiones internacionales, contra la Casa Rosada. Por supuesto, los mayores peligros los ven en las luchas internas de la Bonaerense: de las últimas cuatro profanaciones de tumbas en cementerios judíos, tres fueron perpetradas o pagadas por efectivos policiales de esa provincia y el objetivo fue desestabilizar a la conducción de la fuerza o a los comisarios de la zona. Se trató de internas en las que estaba en juego el poder y el dinero de la recaudación ilegal. El único problema es que, esta vez, la jueza de Entre Ríos le encargó la custodia a la propia Bonaerense (ver nota principal) por lo que la familia también ordenó una custodia privada. Se ve que, por las dudas, unos vigilan a los otros.

 


 

Vitelli no se enteró de que se pasaba la gorra

El ex jefe de la Policía Bonaerense negó su responsabilidad en el pago de horas extras que la Policía Adicional nunca cumplió. Por esta vía se recaudan 10 millones de pesos anuales. La Justicia citará a otros jefes.

El ex jefe de la Bonaerense comisario Adolfo Vitelli.
“Durante mi gestión separamos de la fuerza a 2000 efectivos.”

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t.gif (862 bytes) Las horas extras representan una verdadera tentación para miembros de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Pero no siempre para trabajarlas. El ex comisario Adolfo Vitelli declaró ayer como testigo en una causa en que se investiga el cobro de servicios adicionales (en reparticiones públicas) que nadie brindaba. El total de la facturación de adicionales de la Policía provincial es de 100 millones de pesos anuales y el cálculo que se hizo durante la intervención de Luis Lugones es que cada año se roban, en este rubro, nada menos que 10 millones de pesos. Aunque Vitelli negó su responsabilidad –igual que ya lo hiciera Pedro Klodczyk–, el gran interrogante sigue siendo si entre los beneficiarios de la recaudación figuran los altos mandos. La Justicia planea citar a otros jefes, entre ellos a Alberto Piotti, ex secretario de Seguridad bonaerense.
“Mi única responsabilidad con respecto a lo que investiga la Justicia fue haber adoptado las medidas disciplinarias y penales que corresponden”, sostuvo ayer Vitelli. Igual que Klodczyc, dijo “no tener conocimiento” de la estafa y negó responsabilidad de su parte, aunque fuera cometida durante su gestión en la entonces Policía Bonaerense. Para reforzar su postura, recordó la purga que tuvo lugar durante su mandato (que duró desde setiembre de 1996 hasta febrero de 1997), que coincide con el inicio de la causa en cuestión. “Llegamos a separar de la fuerza a más de dos mil efectivos y 200 de ellos fueron detenidos”, se jactó.
Lo que el juez Emir Caputo Tártara estudia son las irregularidades en la liquidación de los servicios de la Policía Adicional (Polad). Al parecer, la maniobra consistió en la falsificación de datos sobre la prestación de servicios adicionales en organismos públicos. Según relataron a Página/12 fuentes policiales allegadas al caso, se reportaron y liquidaron horas extras que nunca nadie cumplió en, por ejemplo, bancos y hospitales. Esta situación requirió, claro, la complicidad de miembros de las reparticiones que contratan estos servicios de la Policía provincial, quienes daban el visto bueno para que se pagara de más. También se falsificaron firmas de recibos de sueldos que ahora están en manos de la Justicia. Ya varios policías confirmaron al juez que la firma no les pertenecía.
Otra fuente policial informó a este diario que la facturación total anual en concepto de servicios adicionales alcanza los 100 millones de pesos. Durante la gestión del interventor civil Luis Lugones (que sucedió Vitelli a fines de noviembre del año pasado), la división de Asuntos Internos de la Policía de la Provincia de Buenos Aires llegó a la conclusión de que el monto cobrado por servicios inexistentes totaliza la asombrosa cifra de 10 millones de pesos al año.
La causa está caratulada como “defraudaciones reiteradas a la administración pública y falsificación de instrumento público” y a raíz de su apertura, en febrero, fueron detenidos y procesados el mes pasado los ex oficiales Carlos Piazza, Gladys Dorado, Oscar Desiderio, Susana Bruno y Ricardo Trotta. También fueron arrestados al menos cinco funcionarios públicos de la provincia que facilitaron la confección de planillas truchas.
Este no es el único caso en que se denuncian irregularidades en el manejo del Polad. Por un fraude similar en la liquidación de servicios adicionales, la semana pasada el juez Ricardo Szelagowski ordenó la detención de tres comisarios (Osvaldo Bianchi, José Luis Nápoli y Jorge Barcia) y de Fernando Núñez Monasterio, funcionario de la Municipalidad de La Plata.
En el caso que sigue Caputo Tártara, además de Vitelli y el ex comisario Klodczyk ya declaró también, aunque por escrito, Eduardo Pettiggiani, secretario de Seguridad bonaerense durante el período investigado. La pesquisa judicial debe, indefectiblemente, apuntar a las jefaturas. Por eso se citará a la mayoría de los altos jefes policiales.

Bicameral

Los legisladores bonaerenses integrantes de la Comisión Bicameral creada para el seguimiento y el control de la investigación del crimen del fotógrafo de la revista Noticias, José Luis Cabezas, se reunirán hoy para analizar los resultados obtenidos de las pericias que realizó la policía inglesa, Scotland Yard. El titular de la comisión Miguel Aselle señaló que el objetivo de la reunión es informar de los resultados de la visita de algunos legisladores a los miembros de ese cuerpo legislativo que no viajaron.
En Londres, Scotland Yard realizó una serie de pericias a la bala que se extrajo del cráneo de Cabezas y que fue llevada por el juez de Dolores, José Luis Macchi y concluyó que ese fue el proyectil que mató al reportero gráfico, aunque no pudo establecer si fue disparado por el arma encontrada en la casa de uno de los integrantes de la “banda de los pepitos”, Luis Martínez Maidana.

 


 

LA CAUSA DE ENTRE RIOS DEJO MAS DUDAS QUE CERTEZAS
Una muerte enigmática como su vida

t.gif (862 bytes) La jueza Graciela Pross Laporte pone hoy mucho celo en custodiar la tumba de Alfredo Yabrán. No hizo lo mismo cuando se trató de investigar qué es lo que llevó al empresario al suicidio y, sobre todo, con quién habló y quién lo visitó en sus últimos días de vida.
Hasta el día de hoy sigue sin aparecer el teléfono satelital que el supercartero tenía consigo en la estancia San Ignacio. El aparato fue visto por varios policías que incluso dejaron su testimonio en sede judicial. Es más, hay una versión de que el teléfono satelital fue inicialmente secuestrado por la jueza, pero que después desapareció, lo que provocó un fuerte choque con los investigadores del caso Cabezas que desde Dolores reclamaron por la evaporación del aparato. La magistrada sostiene que fue un error involuntario: entre las pertenencias de Yabrán había un teléfono celular marca Sony y ella pensó que era satelital, lo que –según dijo– creó confusión. Entre los colaboradores del empresario era un secreto a voces la existencia de una valija en la que estaba el aparato.
Hubiera sido de extraordinaria importancia saber con quién habló Yabrán durante los cinco días que se mantuvo en la clandestinidad. Esto podría indicar si estuvo en contacto con el Gobierno, con otros sectores del poder, con elementos mafiosos de la Argentina o de otros lugares del mundo. La desaparición del teléfono satelital dejó todo en la oscuridad.
No se hizo ningún esfuerzo por identificar las camionetas 4x4 que según varios testigos llegaron a San Ignacio en los días previos a la muerte. Es decir, que el supercartero estuvo en la clandestinidad, lo visitaron y nadie se preocupó por averiguar quién lo hizo.
Inicialmente se dijo que hubo cuatro cartas de despedida del supercartero. Hoy se sabe que hay otras, pero nunca fueron agregadas a la causa judicial y se ignora su contenido.
Una de las hipótesis es que a Yabrán lo indujeron al suicidio, algo que la jueza Pross de Laporte siempre se negó a investigar. Justamente la reconstrucción de sus últimos días –las llamadas, cartas y visitas– son una clave para saber a ciencia cierta qué ocurrió en la estancia San Ignacio, pero con el cierre de la causa, a todo eso simplemente se le bajó la cortina.

 

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