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Rusia sin plan, ni comida ni impuestos ni gasolina El gobierno de Rusia seguía indeciso ayer sobre las vías para sacar al país de la crisis, mientras la paciencia de los inversores y las instituciones financieras internacionales seguía desgastándose y el país se preparaba para una peligrosa jornada de protesta nacional por los sueldos y pensiones atrasados para el 7 de octubre. Ayer el vocero Andrei Korotkov dijo que el gobierno ruso se encontraba cerca de aprobar el plan propuesto por el vicepremier comunista Yuri Maslyukov, pero admitió que no será presentado al público antes del 8 de octubre. A todo esto, el tiempo se está acabando: el país recaudó sólo la mitad de los impuestos que tenía previsto en setiembre y todavía tiene una montaña de salarios atrasados por pagar. Desde que llegó al gobierno, el premier Yevgeny Primakov ha ido develando sus medidas en forma aislada y prudente, lo que no fue bien recibido por los expertos e inversores. Las primeras medidas que anunció, en particular un monopolio sobre la producción y la venta de alcohol, son juzgadas muy insuficientes. Mientras tanto, con el invierno en puertas y la crisis al borde de desencadenarse de nuevo, el gobierno se ha encontrado con una seria escasez en el sector de la gasolina y del suministro energético en general. Según el vocero Korotkov, las reservas de gasolina están actualmente en el 85 por ciento del nivel que el gobierno preveía para pasar el invierno, y algunas regiones del extremo oriental del país están particularmente afectadas. "La principal razón de esos problemas es la falta de pago por parte de los usuarios de combustible y recursos energéticos", dijo Korotkov. La agencia Itar-TASS informó por su parte que el Ministerio de Economía había recibido órdenes de encontrar fondos como sea para asegurar que el combustible y la comida lleguen en condiciones suficientes a todos los rincones de Rusia. En una muestra de la profundidad del problema alimentario, que bien podría devenir en hambruna, Primakov dijo ante una reunión de líderes regionales que las granjas podrán pagar sus impuestos y deudas con el Estado en especie en vez de hacerlo con dinero en efectivo. Desde la desintegración de la Unión Soviética, Rusia se ha vuelto crecientemente dependiente de las importaciones de comida, que se elevaban a un 60 por ciento del total del consumo antes de que el rublo colapsara el mes pasado. Los productos de granja importados son ahora tres veces más caros que los locales, y el volumen de las importaciones ha caído. Primakov ha estado intentando resucitar el sector agrícola, pero las concesiones que anunció ayer no tendrían mayores efectos, ya que lo que deberían entregar las granjas es voluntario y no obligatorio. Entretanto, el ministro de Economía Mijail Zadornov se reunió ayer con los inversionistas propietarios de la deuda del gobierno denominada en rublos, que fue congelada el mes pasado con el propósito de desbrozar un nuevo plan para reestructurar la letra, valorada antes del colapso de la moneda rusa en 40.000 millones de dólares. Voceros del Banco Central dijeron que hubo acuerdo de principio sobre el plan, pero no dieron detalles.
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