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DESPUES DE UNA SEMANA CLAVE, SE VA DEL REFERATO
Castrilli en tiempo de descuento

Aunque no hizo la comunicación oficial,  renunciará al arbitraje. Cree que no tiene respaldo después de sus denuncias.

Castrilli en la manga para   Platense-Gimnasia de Jujuy. 
 
Fue el domingo en Vicente López. Posiblemente fue la última vez.

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Por Daniel Lagares

t.gif (67 bytes) El final estaba anunciado desde que Javier Castrilli desafió al poder del fútbol. Todavía no se concretó oficialmente pero su renuncia al referato y el retiro es cuestión de horas. La ida de Castrilli no asegura que cambien las cosas que deben cambiar, que se modifiquen políticas y manejos. Pese a sus intenciones, el rol de víctima propiciatoria que se autoadjudica el referí disidente será inútil.
La noticia de que Castrilli renunciaría al referato la dio el periodista Claudio Federovsky por Radio Del Plata, a la mañana. A media tarde, con ese tono solemne que le pone a las grandes actuaciones, Marcelo Araujo lo ratificó para después dejar el programa que conduce en manos de sus locutores. El propio Julio Grondona marcó el teléfono de La Red para saber si era cierto. La bola estaba lanzada y no se detendría hasta la medianoche. A esa hora, ni en AFA, ni en el Colegio de Arbitros, se había recibido ninguna comunicación de Castrilli, pese a que el rumor creció tanto que hasta algunos cables consignaban que el árbitro habría sido visto en un correo de Caballito haciendo cola para despachar el telegrama. Por las dudas, el Colegio no designó a Castrilli para dirigir alguno de los diez partidos del fin de semana –ver recuadro–, Grondona salió al aire para advertir que no iba a aceptar la eventual renuncia pero que tampoco iba a tolerar el espíritu contestatario del juez. Luego, los voceros oficiosos de AFA, el Colegio y de allegados a Castrilli consultados por este diario confirmaron que el hombre de gesto severo y tarjeta veloz no volverá a dirigir en el fútbol argentino.
Castrilli tomó la decisión cuando se enteró que el lunes por la noche los jueces de las categorías menores firmaron un comunicado para “dar cuenta que no compartimos lo expresado a la prensa por el señor Castrilli y que no recibimos las instrucciones y/o consejos para arbitrar partidos que él mismo menciona como recibidos”. Dos árbitros, Marcelo Azpiolea y Carlos Furchi se negaron a firmar el documento hasta hablar con Castrilli. Y Castrilli estuvo convencido de que esos árbitros de categorías menores fueron presionados por Grondona en la reunión mantenida a la tarde en la AFA y por eso firmaron el comunicado. Al fin, Castrilli comprendió que estaba solo, definitivamente solo. El propio Azpiolea lo confirmó: “Nos dijo que se sentía sin respaldo y que no tenía nada más que hacer dentro del arbitraje”.
En aquella nota concedida a Clarín el juez denunció que los árbitros de Primera recibieron instrucciones del presidente del Colegio, Jorge Romo, para “sacar” los partidos sin complicarse con la aplicación severa del reglamento. Pidió que investigaran a sus colegas “que viajan al Caribe” y señaló que “un árbitro no está para ser arlequín o un monigote al servicio de los intereses o del poder de turno, tampoco para ser empleado de Torneos y Competencias”. Luego de esas declaraciones que le valieron el repudio de sus compañeros y una virulenta crítica de Grondona que lo tildó de “desequilibrado”, Castrilli tuvo pésimos arbitrajes en Vélez-Boca por la Mercosur e Independiente-River por el Apertura. Sin embargo, sus denuncias van más allá de la “línea arbitral”, una simple cuestión técnica. Castrilli perdió la chaveta en los partidos mencionados, acaso porque por demostrar que “justicia hay una sola” lo llevó a excederse y a detectar ilícitos en vez de administrar justicia. Pero lo que es innegable y el verdadero nudo del caso es que le ha puesto arena en los zapatos de la AFA, al Colegio y a TyC y eso es imperdonable para el establishment futbolero. Quizá dentro de unas horas los dueños de esos zapatos puedan caminar con comodidad sin que nada cambie.

 

No lo designaron

Angel Sánchez controlará Boca-Platense; Roberto Ruscio, el clásico Independiente-San Lorenzo y Horacio Elizondo estará el lunes en LanúsEstudiantes. El Colegio de Arbitros les dio los partidos más importantes de la novena fecha del Apertura pese a que tuvieron flojos desempeños el último fin de semana. Sánchez no le dio un penal a Unión ante Vélez; Ruscio le anuló un gol legítimo a Newell’s frente a Gimnasia y Elizondo tuvo una tarde con altibajos en Racing-Boca. El viernes, Daniel Giménez controlará Gimnasia-Racing; el sábado Rodolfo Guerra estará en Central-Talleres y Aníbal Hay en Unión-River. El domingo, Oscar Sequeira irá a Huracán-Newell’s; José Méndez, a Belgrano-Argentinos; Claudio Martín, a Gimnasia Jujuy-Colón y Fabián Madorrán, en Ferro-Vélez.

 


 

LA HISTORIA DEL SHERIFF
Siete años de polémica

Por Pablo Vignone

t.gif (862 bytes) Debutó en Primera el 31 de marzo de 1991, dirigiendo Estudiantes 3-Español 1. Fue mecánico y empleado del ferrocarril, había querido ser periodista. Pero en 1978 vio el aviso de la Escuela de Arbitros en Clarín y su enano legalista pudo más. Desde entonces, se convirtió en el árbitro más célebre del fútbol argentino, no siempre en situaciones placenteras. Alguna vez gozó del favor de Julio Grondona, quien lo defendió de la marea cuando el estilo Castrilli –atarjetado, señorón, ríspido, impredecible– comenzaba a azotar la bonachona piel de los hinchas. Pero hasta el guiño paternalista de Grondona se agotó también. Desde entonces, quedó irremediablemente solo en su embestida quijotesca.
La estadística señala que Javier Alberto Castrilli (39 años, nacido el 22 de mayo de 1957 en Buenos Aires) expulsó 202 jugadores en 232 partidos, un promedio de 0,86 por partido, aunque en los clásicos el porcentaje aumenta a 1,66. Fueron 99 defensores, 69 volantes, 25 delanteros y hasta 9 arqueros. Y nada le molestaba tanto como que se dudara de la honorabilidad de sus decisiones. Si hasta rajó a periodistas, productores televisivos y alcanzapelotas. En 1980 arrancó pitando en Primera D. Saltó a la C en 1984 y a la Primera B en 1987. “Comienza bien los partidos –cuentan los jugadores– está tranquilo, habla con nosotros, pero llega un momento en que se quiebra, se desboca, y empieza a revolear tarjetas. Y no se le puede decir nada...”. El primer escándalo estalló en la cancha de River, el 10 de mayo de 1992, cuando expulsó a cuatro jugadores millonarios, cuando River perdió 5-0 con Newell’s. Al año siguiente, en Córdoba, expulsó a cuatro jugadores de Talleres, un hincha ingresó en la cancha para agredirlo, lo hicieron responsable del descenso. En el verano del ‘94, Independiente se fue de la cancha en un partido con Boca a causa de sus fallos. En el River-Boca de octubre del ‘94 expulsó dos jugadores de cada equipo. En 1995, un recordado Vélez 5 Boca 1 terminó con tres rojas entre las filas boquenses, entre ellas una a Diego Maradona.
Venía de rajar cuatro en el último Vélez-Boca, el jueves 17, y tres en Independiente-River, el domingo 20. Por eso se comió el Platense-Gimnasia de Jujuy de este domingo. Sin echar a nadie. Una despedida quizás un tanto indigna.
Los clubes chicos lo idolatraron. Los grandes lo odiaron. A los primeros les echó un jugador cada tres partidos. A los otros, uno cada dos. Nunca confesó sentirse un justiciero. Es de suponer que lo creía con fervor. “Prefiero ser víctima de la injusticia antes que el causante” solía decir. El tiempo dirá si acabó siendo eso que quiso ser.

 

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