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Por Cecilia Sosa "Las autoridades quieren que seamos productores de mercancías en vez de artistas", protestó Sandra Belleti, una de las seis mil estudiantes del Instituto Nacional Universitario de Arte (IUNA). El enfrentamiento entre los alumnos de las siete escuelas del IUNA y el Rectorado nació junto con un proyecto presentado por las autoridades para definir el nuevo perfil de la primera universidad de Artes de Latinoamérica. La propuesta incluye la expansión de la oferta académica --que pasará de veinte a 201 títulos (entre tecnicaturas, licenciaturas y posgrados)--; el crecimiento de las materias teóricas en detrimento de las prácticas; y la apertura de nuevas carreras orientadas al mercado, como Arte Digital, Multimedia, Sonorización y Crítico de arte. Pero los vientos modernos no satifacen a todos y, toma del Rectorado mediante, los estudiantes lograron que se frenaran los proyectos de reforma en cuatro de las escuelas. "El proyecto tiene una orientación absolutamente mercantilista --cuestionó Victoria Fassa, 23 años, de la escuela Prilidiano Pueyrredón--. En todo el país cierran las escuelas de arte o las transforman en centros para enseñar Diseño. Y reemplazar la materia de Dibujo por Digitalización es como renunciar a la carbonilla por la computadora", insistió. "Esto vulnera el espíritu sensible y transformador de los artistas", apuntó Belleti. Las modificaciones previstas incluyen el reemplazo de las escuelas por una estructura de cinco departamentos dedicados a los lenguajes artísticos: visual, sonoro, corporal, dramático y audiovisual. También se prevé ofrecer ochenta especialidades más, que irán desde el profesorado hasta los posgrados, pasando por títulos intermedios y licenciaturas. Por último, se abrirá una larga lista de carreras nuevas que, según se estima, duplicarán la cantidad de alumnos.
Cuando en diciembre del '96 se creó por decreto el IUNA, sobre la base de las escuelas de artes porteñas, se estableció un plazo de cuatro años para elevar al Ministerio de Educación una propuesta de reestructuración. Allí debía detallarse el modelo de la flamante institución y el lugar que ocuparían las escuelas de bellas artes, música, arte dramático, cerámica, folklore y danza (el instituto Superior de Danza, la escuela de Arte Dramático, el conservatorio López Buchardo, entre otras instituciones). "Con la sanción de la Ley de Educación Superior, todas ellas habían quedado sin destino. Si se las incorporaba a la UBA, iban a ser el último orejón del tarro. Por eso, se optó por jerarquizarlas y convertirlas en universidad", justificó el secretario general del IUNA, Robeto De Rose. El proyecto tardó más de un año en ser elaborado y el resultado fue un expediente de cuatro mil fojas. Que ahora es la piedra del escándalo. Uno de los puntos más cuestionados por los estudiantes es el aumento de la horas dedicadas a la formación teórica en desmedro de los talleres prácticos. "Acá, la gente viene a aprender a dibujar y a pintar, no a estudiar Historia o Psicología", protestó Bruno Kraunchik. "Las nuevas materias teóricas apuntan a comercializar el arte", agregó Fassa. De hecho, se agregarían asignaturas como Organización, producción y comercialización de eventos culturales y artísticos. "Antes eran estudiantes terciarios y ahora hay que formar universitarios --se defendió De Rose--. Por más que muchos quieran seguir estudiando las artes clásicas, no es justo que impidan la enseñanza del arte tal como hoy se brinda en el resto del mundo", remató. La propuesta fue elaborada bajo la supervisión de un consejo asesor integrado por representantes de las escuelas y, aunque con modificaciones en algunos casos, fue aprobado en todas ellas. Pero la semana pasada, cuando el Rectorado ya había enviado el expediente al ministerio para que fuera evaluado, alrededor de doscientos estudiantes ocuparon la sede del IUNA. Reclamaron que se retiraran los nuevos planes de estudio de las escuelas de Bellas Artes, Cerámica, Folklore y Arte Dramático. Y lo consiguieron. "Para nosotros la discusión estaba cerrada: el proyecto contaba con la aprobación de los consejos académicos de todas las escuelas --advirtió De Rose--. No había necesidad de llegar a una medida de fuerza." No obstante, él mismo se encargó de firmar, en ausencia del rector Raúl Moneta, un acta de compromiso que puso en manos de los estudiantes la posibilidad de elaborar un proyecto alternativo. "Ahora la posta la tienen ellos", se limitó a observar. Pero advirtió: "Esta será la primera universidad de Artes autónoma. Y tiene que estar funcionando en el 2000".
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