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LAS TRES COSAS QUE LE DIERON PROBLEMAS
Hombres, autos y ahora teléfonos
Por Susana Viau

t.gif (862 bytes) Cuando en febrero del '93 viajó a Egipto, en medio del desierto y bajo un sol de justicia, exclamó: "¡Ay, mi vida! ¡Es lo único que extraño!". No hablaba de Huberto Roviralta porque en ese momento el marqués estaba a su lado, sudando la gota gorda y posando para los fotógrafos de la revista que pagaba el tour. El recuerdo iba dirigido a Jazmín, el perro que había quedado en Buenos Aires o en Miami, su segunda residencia. Luego reflexionó y concluyó que dejarlo había sido una sana decisión porque allí, en El Cairo, el pichicho portátil corría el riesgo de ser aplastado por un camello.

Es probable que, en el fondo, el perro le importara un cuerno y la frase haya sido una más del repertorio de este personaje al que los desbordes de la prensa convirtieron en "la diva de los teléfonos". Porque Susana Giménez no tiene un pelo de tonta. Pese a ello, las tres cosas que marcaron su ascenso le trajeron problemas: los hombres, los coches y los benditos teléfonos.

Del matrimonio prematuro con Mario Sarrabayrousse le quedó una hija y el recuerdo horrible de tener que lavar, planchar y cocinar, el mismo "infierno". Una bikini a lunares la lanzó como cover girl y comenzó el idilio con Héctor Cavallero. La relación terminaría frustrándose, aunque Cavallero siguió manejando su carrera un tiempo más, el suficiente para hacerle firmar el contrato de La Mary, el film donde conoció al boxeador Carlos Monzón. Monzón era tosco pero famoso y eso le permitió a Susana Giménez frecuentar al ultraderechista Alain Delon, vagar por la Costa Azul y, dicen, fisurarse una costilla por la mal medida fuerza del campeón mundial de los medianos. El idilio con los guantes no duró. Así y todo ella no perdió el hilo que la unía al mundo del deporte. Su siguiente amor fue el basquetbolista de Obras Sanitarias Norberto Draghi. Draghi resultó sustituido por el actor Ricardo Darín. Cuando aquello acabó, llegó la hora del marqués. En 1988 Huberto Roviralta entró en su vida. Con Roviralta, hijo de Inés Maura, hija a su vez del duque de Maura y quizás pariente de Carmen, Susana Giménez entró al mundo del Tortugas Country Club donde su suegra formaba parte del directorio,

El marqués, parece, era aburrido y en 1993, al mismo tiempo que se asaban en Egipto, ella confesaba "Huber ni me ve". El "amour fou" se había transformado en "me dio paz". Ocho años duró el matrimonio y en el ínterin, Susana Giménez tuvo inconvenientes con un Mercedes Benz importado que ella había comprado baratito porque los permisos del coche eran para lisiados. La policía encontró la joya mecánica tapada por una parva de paja en un campo del marqués. Al tiempo ella volvió a casarse con Roviralta y a frecuentar el Tortugas, un micro universo en el que habitan, entre otros, los hermanos Anzorreguy. Es muy probable que allí haya nacido la idea de Hard Comunication y la empresa de telemática en la que participa Alejandro Mc Farlaine, yerno de Hugo Anzorreguy, el jefe de la SIDE. Hard Comunication celebró sus millonarias ganancias con los 0600 regalándole a "Su" otro Mercedes Benz importado porque ella, en materia de coches, es menos ecléctica que en materia de hombres. Jorge Rodríguez, socio de Jorge Born y Rodolfo Galimberti ya había iniciado el ataque con rosas amarillas. La fiesta y la ostentación de ganancias sorprendieron al fisco. El escándalo, sin embargo, no melló la relación telefónica de la Giménez con su audiencia; por el contrario se hace más intensa cada bimestre con la llegada de la factura.

 

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