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Por Carmen Jiménez desde San Pablo Unos 106 millones de electores brasileños decidirán el próximo domingo el destino político del coloso sudamericano. El principal líder de la oposición, Luiz Inácio, "Lula", da Silva, encabezando la mayor alianza de izquierdas de la historia electoral brasileña, se enfrentará por segunda vez en las urnas al presidente Fernando Henrique Cardoso, que lidera todas las encuestas. Lula, histórico líder sindical y miembro fundador en los años ochenta del Partido de los Trabajadores (PT), pasa los últimos días de la campaña viajando de una punta a otra del país para hacer patentes su legendaria presencia y su mensaje. En una nublada mañana de la contaminada Sao Paulo, hace un alto en su campaña para hablar con este diario y reflexionar sobre los claroscuros de la campaña y su lucha contra la política económica de Cardoso. --¿Por qué la defensa y la estabilidad de la moneda están asociadas al presidente Cardoso y usted no consigue romper esa imagen? --Hay que tener en cuenta que Cardoso era ministro de Hacienda cuando el Plan Real fue aprobado. Es lógico que la imagen de la moneda está asociada a él. Lo que es más que lamentable es que, después de cuatro años de gobierno, el único mérito del presidente sea la estabilidad de la moneda. Es muy importante que la gente sepa --y eso estamos haciendo en nuestra campaña-- que, cuando Cardoso tomó posesión, nuestra deuda interna era de 53.000 millones de dólares y ahora es de 273.000. Para mantener la estabilidad de la economía y de la moneda, sometió el país a los intereses del capital extranjero, y cada vez que la moneda corre peligro, el único mecanismo que tiene es aumentar las tasas de interés interbancarias (en la actualidad de cerca del 50 por ciento), para evitar la fuga de dólares, lo que hace aumentar más la deuda y dificulta la situación del pueblo brasileño, que hoy ya siente los efectos de la crisis. --¿Cree que la crisis va a afectar negativamente al país? --El pueblo brasileño no va a comer más carne de pollo (éste fue uno de los grandes éxitos de Cardoso, porque al reducir la inflación la gran masa de población pobre pudo acceder a productos como el pollo). El país tiene la mayor tasa de desempleo de la historia (un 8 por ciento, según datos oficiales), las empresas brasileñas están cerrando, la agricultura está destrozada. Ahora importamos productos agrícolas por valor de 8000 millones de dólares. --¿Cuáles son los problemas más urgentes que tiene Brasil? --Aunque Cardoso, cuando habla de Brasil, parece que habla de otro país, parece que habla de Dinamarca, de un país más bonito que Barcelona, en este país hay problemas gravísimos, como es que una parte de la población está totalmente marginada de la sociedad. Nosotros hemos presentado un programa muy completo sobre las necesidades de reformar la sanidad, la enseñanza y, lo más importante, sacar a una buena parte de la población de la miseria. Hay que acabar con un Brasil lleno de marginados. --A lo largo de la campaña usted bajó en las encuestas de intención de voto, aunque en los últimos días ha recuperado dos puntos. ¿A qué cree que se debe? --Hemos subido dos puntos y vamos a subir todavía más. No es que hayamos radicalizado nuestro discurso, es que estamos haciendo comprender al pueblo nuestros mensajes. Nuestro papel es hacer que llegue al pueblo la verdad: que es Cardoso el culpable de la crisis en Brasil. Pero los grandes medios de comunicación explican que la crisis es internacional y no es culpa de Brasil. Por tanto, nos encontramos con que todo el mundo sabe que Brasil comienza a tener una crisis, pero todo el mundo exculpa a Cardoso, cuando él es el más importante responsable de esta crisis. Nuestro papel es continuar diciendo que hay una crisis en Brasil y que el gobierno es el culpable. Tenemos que explicar que Cardoso está de rodillas ante los especuladores internacionales. --¿A qué atribuye que la sociedad brasileña, hoy por hoy, no relacione la crisis con Cardoso? --Es muy grave la connivencia que existe entre los medios de comunicación y el gobierno. Hay una complicidad de la prensa brasileña con el gobierno. La oposición no tiene voz. La cadena de televisión O Globo, por poner un ejemplo, hasta ahora no ha transmitido apenas una sola noticia de las elecciones brasileñas. Se dedica a hablar más de las elecciones de España y del Reino Unido o del escándalo de Bill Clinton que de las elecciones brasileñas. Como tenemos un presidente que es candidato a la reelección, la televisión no muestra a los demás candidatos de oposición, pero muestra al gobierno. Cardoso utiliza su cargo de presidente para hacer campaña electoral, mientras nosotros, la oposición, ni aparecemos en los informativos. --En ciertos sectores de la sociedad brasileña parece que hay prejuicios para elegir como presidente a alguien como usted, sin estudios universitarios. --Sí, somos un país colonizado. Tenemos una mentalidad colonizada. El pueblo brasileño está educado para entender que solamente las personas con formación universitaria son capaces de gobernar. Pero nosotros vamos a demostrar que las personas que gobernaron el país favorecieron a los ricos en perjuicio de los pobres. Y eso sí es grave, no el no tener estudios universitarios. Si pregunta a cualquier elector de Cardoso qué política social hizo en estos cuatro años, nadie recordará nada. Cardoso utiliza la televisión para vender al pueblo un país de fantasía y pinta la realidad de color de rosa, pero si preguntas qué ha hecho realmente en la educación, en el transporte, en la agricultura, te das cuenta de que todos han salido perjudicados. --¿Qué va a ocurrir en el PT después de las elecciones si los resultados no son los previstos? --No estoy preocupado sobre quién pueda ser el responsable. La verdad es que cada militante del partido está haciendo lo que puede. Durante cuatro años mantuve la idea de no ser candidato, porque ya lo había sido en otras dos ocasiones (contra Collor en 1989 y contra Cardoso en 1994). Los partidos entendieron que mi candidatura era la mejor para hacer frente a Cardoso y me decidí a participar. El problema es que ahora no nos estamos enfrentando sólo a Cardoso, sino a toda la maquinaria del Estado y a sus instituciones dependientes.
SEGUN LAS ENCUESTAS, GANA EN LA PRIMERA
VUELTA Por Carmen Jiménez desde Río de Janeiro Con el 47 por ciento de intención de voto en los últimos sondeos, el presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, tiene casi garantizada su reelección en la primera vuelta de las elecciones. A 14 puntos de distancia con su principal adversario, el candidato de la alianza de izquierdas, Luiz Inacio "Lula" da Silva, Cardoso dejó de preocuparse hace semanas por sus oponentes políticos y asistió ayer a la noche al cierre de su campaña en Curitiba, un día antes de la finalización oficial de las actividades proselitistas. La única lucha de Cardoso es contra el tiempo. El presidente intensificó todos sus esfuerzos desde que estalló la crisis financiera en Brasil a mediados de agosto para conseguir ganar ampliamente el próximo domingo, en la primera vuelta de las elecciones, a sabiendas de que la crisis podría descontrolarse y que las medidas económicas a tomar no pueden demorarse mucho más allá del 4 de octubre. Y tiempo es lo que piden sus adversarios, que esta semana hicieron un desesperado llamamiento a la población para que no dejen ganar a Cardoso en esa primera vuelta. Lula y Ciro Gomes, candidato del Partido Popular Socialista (PPS), pidieron tres semanas más con la esperanza de que el presidente tenga que tomar medidas antes de esa fecha o cuando menos se vea obligado a explicar las medidas económicas que piensa adoptar una vez sea reelegido. Al comienzo de la crisis, la oposición vio el cielo abierto. Era su oportunidad dorada para rentabilizarla electoralmente, toda vez que no han conseguido arrancar votos a través de la presentación de sus programas de gobierno. Pero fue tan sólo un espejismo. A pesar de sus esfuerzos por intentar convencer a la población de que la crisis está ya instalada en Brasil y que el único responsable de la misma es Cardoso, el mensaje no ha cuajado en el electorado. La crisis ha llegado incluso a reforzar el voto para el presidente, que ha sabido manejar hábilmente las encuestas sobre las principales preocupaciones del electorado y en función de las mismas ha ido transmitiendo sus mensajes. Primero recordó al pueblo los beneficios obtenidos con el Plan Real, que acabó con la inflación y estabilizó la economía brasileña. Después, tras las críticas de la oposición sobre la situación social, difundió un ambicioso programa en ese terreno. Y más tarde se presentó como el único candidato que podría terminar con el desempleo, la mayor preocupación de los brasileños. "Sólo quien fue capaz de terminar con la inflación será capaz de acabar con el desempleo", fue el mensaje de Cardoso.
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