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Por Carlos Noriega desde Lima Perú vivió ayer uno de las jornadas más violentas de las últimas décadas, cuando unos 20 mil manifestantes antigubernamentales salieran a las calles del centro de Lima para manifestar su repudio al régimen que encabeza el presidente Alberto Fujimori y respaldar el referéndum contra la re-reelección del mandatario peruano, que la mayoría oficialista del Congreso blanqueó hace un mes a pesar de que un millón y medio de peruanos lo había respaldado con sus firmas. Armados con palos y piedras, manifestantes antirreeleccionistas tomaron por asalto el patio principal del Palacio de Gobierno, luego de abrir a golpes las puertas de hierro. Por casi una hora la Casa de Pizarro --como también se conoce al Palacio de Gobierno-- se convirtió en un campo de batalla entre manifestantes y los políticos y soldados que custodiaban el lugar. En la historia reciente del Perú es la primera vez que algo así ocurre. Luego de marchar por las calles céntricas de la capital peruana, los miles de manifestantes se congregaron en la Plaza Mayor, donde debía realizarse un mítin. La presencia policial era inusualmente mínima. Aún seguían llegando a la plaza las columnas de sindicalistas, jubilados y estudiantes, cuando las puertas de hierro cedieron y aproximadamente 200 manifestantes, especialmente obreros de construcción civil y maestros, ingresaron a Palacio de Gobierno lanzando piedras y palos contra ventanas y puertas. Previamente habían logrado colocar en lo alto de las rejas que circundan el Palacio banderolas con lemas que llamaban a luchar contra la dictadura y, también, una bandera ecuatoriana a medio quemar y cortada. Dos ataúdes negros con la inscripción "Muera la dictadura" fueron quemados. Los miembros de la guardia de honor que custodia la puerta principal que separa el patio de Palacio de Gobierno de la Plaza Mayor abandonaron sus puestos y se refugiaron en el interior de la casona de una manzana en la que despacha y vive el presidente Alberto Fujimori. Desde dos torreones soldados armados con fusiles de largo alcance apuntaban hacia los manifestantes. Los organizadores de la manifestación, congresistas de oposición y los líderes de la izquierdista Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP), estaban en un estrado improvisado sobre una camioneta colocada en el frontis de Palacio. Ellos se retiraron cuando se produjo el asalto a la Casa de Gobierno. Luego dirigentes sindicales responsabilizaron de la violencia a "infiltrados", aunque otros, como el secretario de defensa del gremio de los obreros de la construcción civil, Vicente Aponte, opinó distinto. Apunte dijo a Página/12 sentirse "orgulloso de la valentía de quienes ingresaron a Palacio". Tomado el patio principal de Palacio de Gobierno, con palos de madera e hierro, un grupo intentaba abrir el portón de madera que da acceso al interior, mientras otro grupo lograba derribar una pequeña puerta lateral e ingresaba a las oficinas y habitaciones de la guardia de honor. Instrumentos de la banda musical y chaquetas y gorros del colorido uniforme de los Húsares de Junín que forman la guardia de honor fueron sacados y destruidos. En ese momento los soldados apostados en los torreones comenzaron a disparar al aire. Los manifestantes se retiraron para volver a la carga bajo los gritos de "asesinos... asesinos". Entonces se abrió la puerta que da acceso al interior de Palacio y decenas de policías antimotines, seguidos de soldados armados con fusiles de largo alcance, aparecieron en escena. Los policías atacaron a los manifestantes a palazos y lanzando gases lacrimógenos e irritantes, mientras los soldados formaron una fila y con la rodilla en tierra apuntaban sus armas contra la multitud. Por las puertas laterales de Palacio salieron otras decenas de policías para atacar a quienes estaban en la plaza. Los policías que no habían sido vistos durante la marcha habían sido concentrados en el interior de Palacio de Gobierno y de ahí salieron sorprendiendo a la multitud. Los soldados apostados en el patio, que lucían nerviosos y aturdidos por los gases que el viento les llevaba, comenzaron a disparar. Fue el momento más crítico y peligroso. Los soldados disparaban al aire, pero peligrosamente cada vez más bajo, y la multitud corría desordenadamente. En ese momento un oficial comenzó a gritar desesperadamente "que nadie dispare..., no disparen". Atrás suyo otro oficial ordenó a los soldados que retiren las cacerinas de sus fusiles. El patio de Palacio ya había sido desalojado, pero en el ambiente quedaba el olor a pólvora, la resaca de los gases irritantes y vidrios, piedras y palos regados en el piso. Los miles de manifestantes abandonaron la Plaza Mayor y comenzaron a dirigirse al Congreso. Ahí también lograron traspasar las rejas de hierro y llegaron hasta la fachada del local parlamentario, donde se produjo un nuevo enfrentamiento con la policía. Desalojados del lugar, las protestas contra la re-reelección de Fujimori continuaron por las distintas calles del centro de Lima. Centenares de estudiantes regresaron a la Plaza Mayor y lograron colocar en un balcón de Palacio de Gobierno una banderola que decía "Obreros y estudiantes unidos en la lucha" y otra que exigía "detenidos libertad". Al momento del envío de este artículo, los enfrentamientos entre policías y manifestantes antigubernamentales continuaban. Todavía no había un balance de heridos y detenidos. En el patio de Palacio de Gobierno por lo menos seis personas fueron detenidas y, según dirigentes sindicales, al menos un obrero resultó herido de bala. Las manifestaciones antigubernamentales se repitieron en las principales ciudades del país.
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