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PRIMERA CUMBRE FRANCOALEMANA DE LA ERA POST-KOHL
Schroeder le lee poesías a Jospin

Gerhard Schroeder, el futuro canciller alemán, acudió a Rainer Maria Rilke para suavizar las tensiones con Francia.

 

Gerhard Schroeder con Lionel Jospin en París ayer.
Se quiso poner paños fríos sobre posibles diferencias.

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Por Eduardo Febbro desde París

t.gif (67 bytes) El futuro canciller alemán llegó ayer a París, protagonizando así su primer desplazamiento al extranjero desde que los social demócratas alemanes ganaron las elecciones del domingo pasado. Gerhard Schroeder realizó un viaje de cargado simbolismo. En la historia de la Unión Europea el eje francoalemán aparece como el pilar de la utopía pacificadora que puso fin a la larga y sangrienta serie de conflictos armados en el viejo continente. La visita oficial de Schroeder marca una triple voluntad alemana: mantener la vigencia y la importancia del eje París-Bonn, manifestar la confluencia de puntos de vista con el gobierno de Lionel Jospin, especialmente en el campo de la política europea a favor del empleo y disipar el malestar creado por Schroeder cuando propuso "ampliar" la relación entre Francia y Alemania formando un triángulo que incluiría a Gran Bretaña.

Las especulaciones sobre estas diferencias --así como de una proximidad mayor entre el alemán y Blair que con el francés-- quedaron ayer atenuadas con la panoplia de símbolos desplegados por Schroeder y su equipo. El canciller llegó a París para almorzar con el presidente francés Jacques Chirac, a quien nunca había visto antes, y pasó toda la tarde con Lionel Jospin. A pedido de los consejeros de Schroeder, ambos hombres visitaron el pueblo natal de Jospin, Meudon, en cuyas inmediaciones se encuentra la casa y el taller del escultor Rodin. El detalle no es un mero accidente sino una calculada manera de asentar la solidez de la amistad franco-alemana y de mostrar al público francés la ruptura con los años del predecesor de Schroeder, Helmut Kohl. Rodin tuvo durante años como secretario personal el poeta preferido de Schroeder, Rainer Maria Rilke. Rodeado por una profusa prensa, y rompiendo con el estilo ausente y a veces seco e irónico de Helmut Kohl, Schroeder se puso a recitar de memoria dos poemas de Rilke. El gesto tenía un gran significado ante una opinión pública francesa para la cual todo cambio en Alemania equivale a un acontecimiento traumático. Seductor hasta el extremo, impecablemente vestido con un traje azul marino, Schroeder sedujo a su auditorio recurriendo a lo que más llega al corazón de Francia: la cultura. Por lo pronto, en la agitada colaboración entre Rodin y Rilke, la historia secreta cuenta que Rodin se convirtió con el tiempo en el amante de la mujer de Rilke.

De vuelta a París, Gerhard Schroeder ofreció una larga conferencia de prensa en la cual puntualizó cuáles serían los ejes de su política. En primer lugar, confirmó que pondría un fin definitivo a las opciones políticas de Helmut Kohl. Luego recalcó que la acción de su gobierno tendría como eje "una Alemania más europea y más social". Por último, sin dudas respondiendo a una de las grandes ambiciones del gobierno socialista francés, recalcó que, contrariamente a Kohl, abogaría por una "coordinación de las políticas a favor del empleo al nivel europeo". Las declaraciones de Schroeder tienen un alcance estratégico mayor.

Las sucesivas victorias de Tony Blair en Gran Bretaña y Jospin en Francia habían marcado un "corte" con el carácter eminentemente liberal que inspiró la construcción europea desde el tratado de Roma de 1958. La crisis asiática, que se transformó luego en tempestad monetaria mundial, confirmó la intuición de muchos dirigentes europeos sobre la necesidad de poner barreras a la libertad de los mercados. Con los principios enunciados ayer por Schroeder, el polo "socialista" de la Unión Europea se refuerza con un aliado de peso.

París espera que la nueva Alemania se sume a las ideas que defiende, específicamente una reactivación del crecimiento mediante un descenso de la taza de intereses, y la instauración de impuestos aplicados al capital. El SPD alemán, favorable a ambas iniciativas, confirma, después de la victoria, que no ha cambiado de opción.

 

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