OPINION
El juez y el poder
Por Luis Alberto Quevedo *
Mientras que todavía no sabemos si Castrilli abandonará el arbitraje en las canchas
argentinas --o si finalmente será reconocido como el mejor
árbitro de la última década--, ya se abrió una polémica sobre su futuro. Y lo más
sorprendente no son las hipótesis que lo imaginan dirigiendo partidos en Japón, sino
aquellas que lo ubican en el terreno de la política. Más allá de las desmentidas o de
las ofertas concretas que pueda recibir, lo cierto es que el Sheriff se ha colocado en
nuestra sociedad como un referente de muchas polémicas que trascienden el terreno
futbolístico.
Javier Castrilli es un personaje molesto. En una Argentina donde reina el
"arreglo", donde cada uno quiere "sacar su partido" y obtener
privilegios por sus vínculos con el poder, aparece un señor a quien lo único que parece
interesarle es el reglamento oficial. Un señor que no trata de "entender la presión
que sufren los jugadores", o que "ante todo está el espectáculo", o que
no se puede ir contra los intereses de la televisión, sino que simplemente cree que su
trabajo es hacer cumplir la ley. Ese señor, en este país, es un sujeto molesto y va a
tener problemas.
Pero, ¿por qué el polémico Javier Castrilli puede dar ese inesperado salto a la
política? Por dos motivos esenciales: porque nuestra política de fin de siglo está
siempre "a la pesca" de figuras públicas confiables, que gocen de prestigio y
credibilidad, y porque el supuesto estigma que arrastra Castrilli en el terreno
futbolístico puede ser el mejor argumento para ingresar en la arena política: es un
hombre apegado a la ley y éticamente intachable.
En efecto, aun los que están en la vereda de enfrente de Castrilli (léase, por
ejemplo, Pancho Lamolina) lo consideran un duro del arbitraje y no comulgan con su forma
de interpretar el reglamento, pero no dudan de su honestidad ni de su capacidad para
conducir un partido. En todo caso, lo "acusan" de ser demasiado severo y hasta
autoritario, pero nunca de ser un árbitro que se deja influenciar por los intereses de
los clubes, de la televisión, de Torneos y Competencias, de la AFA o de todos los
poderosos que se mueven hoy en el mundo del fútbol.
Entre las muchas crisis que atraviesa nuestro país, sin dudas una de las más
importantes es la de encontrar personas que se muevan en la arena pública con los mismos
principios que se mueve Castrilli en un campo de fútbol. Entonces ese señor es un
personaje apetecible para la política. Más allá de que al Sheriff algunos lo amen por
su costado de justiciero solitario y otros, porque es alguien que hace cumplir la ley.
* Sociólogo, especialista en medios de comunicación. |