Luego de
meses de amenazas, Estados Unidos y sus aliados de la OTAN parecen decididos a intervenir
militarmente en la provincia yugoslava, luego de la masacre de 34 albaneses a manos de
tropas serbias ocurrida el sábado pasado. El gobierno norteamericano exigió el retiro
inmediato de las fuerzas serbias instaladas en Kosovo y advirtió a sus ciudadanos que
abandonaran territorio serbio. Mientras Alemania y España, entre otros países, ofrecían
sus servicios para una posible operación militar que podría decidirse el
miércoles próximo el premier británico Tony Blair ya descartó una solución
diplomática a la situación. El Consejo permanente de la OTAN pidió la aceleración de
un informe sobre Kosovo y el secretario general de la ONU, Kofi Annan, adelantó al lunes
la presentación de una síntesis de la situación prevista para el miércoles.
Varios dirigentes albaneses y serbios compararon la situación actual con la de Bosnia en
las vísperas de la intervención de la OTAN en ese país. Para el viceprimer ministro
serbio, Vojislav Seselj, se trata de preparativos de guerra a los cuales Belgrado piensa
responder. Las potencias occidentales deben saberlo. Tal vez no logremos abatir cada
uno de sus aviones y misiles, pero sus soldados en todo el mundo serán nuestros enemigos
y estarán expuestos a nuestros ataques allá donde estén a nuestro alcance, dijo
Seselj, quien recomendó a todos los extranjeros cuyos países podrían participar
en la agresión que huyan a tiempo.
La perspectiva de una acción militar (de la OTAN) está ahora más cerca, fue
la respuesta en forma diplomática del portavoz del Departamento de Estado, James Rubin.
La decisión de la OTAN sobre una intervención armada podría ser adoptada el próximo
miércoles, según afirmó el vocero del Pentágono, Kenneth Bacon. Esta medida podría
llegar en forma de una orden de activación que fijaría una fecha para el
comienzo de una operación aérea en Kosovo. El presidente yugoslavo Slobodan Milosevic
no debe dudar de nuestra firmeza, sentenció Rubin.
Los orígenes del conflicto se remontan a 1989, cuando Milosevic anuló el estatuto de
autonomía a la región de Kosovo, cuya población pertenece mayoritariamente un 90
por ciento a la etnia albanesa. Durante este año, la escalada de enfrentamientos
entre el Ejército de Liberación de Kosovo (UCK), que se alzó en armas contra Belgrado y
exige la independencia de la provincia, y las tropas serbias, ya dejaron 1300 muertos
solamente del lado albanés, según el Comité albanés de Derechos Humanos. El Alto
Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) considera que ya huyeron de la región
300.000 personas y de acuerdo con diversas organizaciones humanitarias, otras 50.000 se
escondieron en los bosques cercanos a las aldeas por temor a ser masacrados por los
serbios. Esto podría derivar en una catástrofe ante la llegada inminente del invierno en
la región.
Las amenazas norteamericanas y británicas sobre una respuesta militar se multiplicaron a
lo largo de este año. El sábado pasado, una masacre de 34 albaneses en una aldea kosovar
disparó la reacción actual, donde, a diferencia de las anteriores, Estados Unidos
exigió el retiro total de las tropas serbias de Kosovo y ahora recomendó a sus
ciudadanos salir de la región. Las personas masacradas no fueron asesinadas porque
representaban una amenaza para el Ejército, sino porque pertenecían a la mala
etnia, subrayó indignado el canciller británico Robin Cook, quien aseguró que su
país está dispuesto a participar en ataques aéreos de la OTAN. Cook convocó ayer en
carácter de urgente una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU para abordar el tema,
y los miembros del Grupo de Contacto para la ex Yugoslavia (Gran Bretaña, Francia,
Alemania, Italia y Rusia) también se encontraron ayer en Londres.
Sin embargo, la posición anglonorteamericana no encuentra un apoyo total entre los
miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, responsable de autorizar una operación de
este tipo. Rusia, en particular, es un aliado de los serbios de Yugoslavia y pretende
ejercer su derecho a veto en elorganismo para evitar el ataque. Sin embargo, otros países
como Francia y China, habitualmente reacios al uso de la fuerza en este y otros casos
-como el de Irak se mostraron duros con Belgrado. En una resolución adoptada la
semana pasada, este Consejo reclamó el retiro de tropas serbias y el fin de las
hostilidades; de lo contrario, la Carta de la ONU autoriza el recurso de la fuerza. Frente
a esta medida, Francia considera que no es necesario otra resolución, pero Rusia se
opone.
El lunes pasado, el gobierno yugoslavo afirmó que la guerra había terminado y que parte
de las tropas regulares serbias se retirarían de la región, pero el anuncio fue tomado
con pinzas. Según James Foley, vocero del Departamento de Estado, las unidades que
Belgrado afirma haber retirado de Kosovo fueron sustituidas por otras de refresco, con lo
cual lo que los yugoslavos llaman retirada en realidad es una rotación.
Según Rubin, incluso los bombardeos de las autoridades yugoslavas continuaron hoy
(por ayer) en varias regiones, dijo Rubin.
El conflicto en Kosovo también afecta a Albania. Las autoridades de Belgrado acusaron
reiteradamente a Tirana de apoyar a los rebeldes del UCK, y ayer presentaron una
vigorosa protesta luego de un enfrentamiento ocurrido anteayer con terroristas
albaneses, que dejó como saldo cinco soldados yugoslavos muertos.
LAS VICTIMAS FUERON MUERTAS DE CERCA Y A
SANGRE FRIA
Visiones del lugar de la masacre
Por Jonathan Steele desde Obrinje,
Kosovo
La joven yace en el
suelo, el vestido verde hinchado por un embarazo que estuvo por llegar a término. Un rayo
de sol se filtraba por los robles, iluminando los restos de la cabeza. El cráneo estaba
partido, aparentemente por bala o balas disparadas desde cerca. Valmiri, su hija de 18
meses, estaba tirada a su lado. La capucha del anorak todavía cubría su rostro, pero la
parte inferior de su pequeño cuerpo estaba oculto por el cadáver de su madre. Cerca, a
pocos metros en un barranco, estaba el cuerpo de un niño de seis o siete años con la
garganta cortada de oreja a oreja. Otras tres mujeres, con las piernas torcidas por la
rigidez de la muerte, estaban a pocos pasos, todas con disparos en la cabeza.
Aun antes que llegáramos al claro del bosque, sabíamos que la visión iba a ser
horripilante. El lunes, noticias de esta masacre ya se habían filtrado, cuando un equipo
de veedores de Occidente fue llevado a la escena de los hechos por un grupo étnico
albanés de derechos humanos. Un periódico local albanés publicó la historia el martes
y los periodistas se apresuraron a llegar al pueblo de Gornje Obrinje (Obrinje al norte),
a 20 millas al oeste de Pristina, la capital de la provincia bajo gobierno serbio. El
viaje por los caminos sucios desde Glogovac, nos llevó a través de pueblos incendiados y
casas destrozadas por la artillería serbia, que se han convertido en una visión
rutinaria a medida que la ofensiva serbia avanzó durante el verano. Pero todavía no
sabíamos que íbamos a ver la mayor atrocidad con la que se encontraron testigos
independientes en los seis meses de guerra. Un granjero nos condujo a pie por una senda
donde todavía quedaban las huellas de un vehículo pesado, un tanque o un transporte
blindado. Luego cruzamos el campo hacia un bosque de robles. Media docena de hombres
estaban parados debajo de los árboles. ¿Masacre?, preguntamos, usando una
palabra que parece la misma en casi todos los idiomas europeos. Nos señalaron una senda
empinada en la colina. Detrás del primer grupo de cadáveres, encontramos otros tres. Una
madre con dos niños de 10 y cuatro años había logrado correr un poco hacia arriba por
el barranco. También a ellos les habían disparado desde una corta distancia. Era
evidente que este grupo de personas hasta ahora habíamos contado cinco mujeres y
cuatro chicos entre ellas, no podían haber muerto en un fuego cruzado o
accidentalmente por una ronda de artillería. Esto era asesinato de cerca.
Pasaron la noche en el refugio, dijo Hamidi Delija, parado bajo los árboles.
Sus padres, su mujer y sus dos hijos estaban entre los cadáveres. Señaló los cuerpos de
un par de parientes ancianos que yacían bajo un plástico estirado sobre un marco de
madera. A la mujer le habían cortado el pie izquierdo, al hombre le habían quitado la
mitad del cerebro y lo habían puesto al lado del cuerpo de su mujer. En la entrada del
refugio había madera para cocinar, una pequeña hornalla y dos teteras. La familia Delija
se ocultaba aquí a menudo durante los ataques en la región de Drenica. Todos
huyeron a Cirrez cuando comenzó esta ofensiva, dijo Sadri Delija, refiriéndose al
pueblo cercano. Estaban sitiados aquí. Luego los serbios les dijeron que se fueran
a sus casas en Gornje Obrinje, pero cuando llegaron la región estaba bajo fuego, así que
se ocultaron acá.
Caminamos hasta un campo donde los hombres estaban comenzando a cavar tumbas en el terreno
húmedo y subimos la colina que va a Sornje Obrinje. El primer complejo de casas de
familia al que llegamos todavía humeaba. En una habitación ennegrecida por el fuego un
lugareño nos señaló el torso delgado de un anciano de 95 años. También nos mostró el
banco donde el campesino solía sentarse a afilar sus cuchillos. La policía
encontró al hombre y le preguntaron por el resto de la familia, dijo el vecino, que
aparentemente se escondió durante el ataque. El campesino llevó a lapolicía hasta el
bosque. Después que hubieron terminado con los niños, lo mataron a él también. Entre
los 12 cadáveres que contamos, él y otro anciano eran los únicos hombres. Ninguno
tenía edad para pelear. El lugareño insistió en mostrarnos más horror. A una distancia
de media milla, en otro bosque, donde un tanque había arrancado a un roble de raíz,
Habib Delija, de 55 años y, Hysen Delija, de 40, estaban muertos. No resultaba claro si
habían tratado de escapar del tanque o si habían encontrado su muerte más tarde. Al
hombre más joven le habían volado de un disparo la parte de arriba de la cabeza.
Traducción: Celita Doyhambéhère
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