TAXI |
(Idem) Francia, 1998.
Dirección: Gérard Pirès.
Guión: Luc Besson.
Música: IAM.
Intérpretes: Samy Nacéri, Fréderic Diefentahl, Marion Cotillard, Emma Sjöberg, Manuela
Gourary y Bernard Farcy.
Estreno de ayer en los cines América, Atlas Lavalle, Cinemark, Gaumont, Paseo Alcorta,
Patio Bullrich, Belgrano Multiplex y General Paz. |
Por Dolores Graña
Daniel Morales (Samy
Nacéri), un repartidor de pizzas apasionado por la velocidad, logra, luego de seis años
de espera e interminables trámites burocráticos, convertirse en el flamante poseedor de
una licencia de taxi. Pero eso sí, su taxi no es un taxi cualquiera, sino una cruza entre
el Mark V de Meteoro y el auto del profesor Locovich de los dibujitos de Los autos locos:
panel secreto de interruptores, volante intercambiable y velocidades máximas de 220
kilómetros por hora. Ahora bien, la policía de Marsella aparentemente no se destaca por
su aptitud, y Daniel los burla una y otra vez, hasta que en uno de sus viajes conoce a una
amable viejecita que lo invita a comer a su casa, comentándole orgullosa que su hijo es
empleado de IBM. Pero hete aquí que Emilien (Fréderic Diefenthal) es en realidad
policía, pero uno tan malo, que ni siquiera puede aprobar el examen para el registro de
conducir.
Un día, Daniel lleva a Emilien hasta la comisaría, trayecto en el cual, por supuesto,
comete cien mil infracciones. Emilien lo ha sorprendido in fraganti, y Daniel está a
punto de perder su adorada licencia. La única forma de que el taxista no pague su condena
es que actúe como chofer del policía en el caso que tiene a toda la seccional tirándose
de los pelos: el de unos asaltantes alemanes de bancos que se desplazan en sendos (y
flamantes) Mercedes Benz rojos. Obviamente, Daniel acepta. Y desde aquí, muchas
persecuciones, muchos autos que vuelcan, camiones que derraman su contenido, derrapes a
granel. Y nada más. O sí: una propaganda de Peugeot (la marca del bólido del taxista)
de 85 minutos contra las bondades de la casa automotriz alemana, disfrazada de película.
Luc Besson escribió Taxi antes de El quinto elemento, tras lo cual dejó la película en
manos de Gérard Pirès, un ex piloto de carreras. Y sí, como director, Pirès es un gran
volante. ¿Se acuerdan de la publicidad de Renault, ésa que proponía varios finales para
una misma historia? Bueno, aquí no hay ninguna historia. Y, comparada con esta película,
lo de Wenders era cine de autor.
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