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Por Esteban Magnani El camino de los recién nacidos parece estar completando un círculo que, luego de pasar por técnicas modernas, los devuelve a la naturaleza. Ya ocurrió cuando se pusieron nuevamente en práctica posturas de parto antiguas. Ahora otra de las ventajas de la vuelta a la naturaleza acaba de ser apoyada por una investigación realizada en Zambia por médicos suecos, al demostrar que el contacto materno es, para los bebés prematuros, al menos tan bueno como el cuidado con incubadoras. El método no sustituye la tecnología sino que busca el complemento del contacto físico: las autoridades médicas especializadas advierten que las chances de sobrevida caen si se prescinde de la incubadora. La experiencia comenzó en Colombia por la falta de tecnología: al no haber incubadoras, se colocaron a los bebé desnudos directamente sobre el pecho de las madres para darle calor. La vasodilatación de la zona de contacto aumenta la temperatura y permite al pequeño estabilizar la suya. La experiencia fue estudiada por científicos y las ventajas del método fueron publicadas ayer por la revista especializada británica The Lancet. En la Argentina ya hay varios hospitales que incorporaron la residencia para madres: un lugar para que las mamás complementen con el contacto físico la estadía del bebé en la incubadora. El Ministerio de Salud, incluso, incluyó en las normas para hospitales la residencia para madres, pero por falta de salas de internación la medida no se cumple en forma masiva. Cuando un chico nace antes de los nueve meses tiene dificultades para alcanzar una temperatura saludable, por lo que se lo suele colocar en una incubadora. Como complemento a esa tecnología, cada vez se producen más casos en las que la madre actúa como "calefactor" para mantener estable la temperatura. El aséptico nombre para este tipo de tratamiento "natural" es STS, que es la sigla inglesa de "piel contra piel" (skin to skin). A los casos en los que la madre está todo el tiempo con el recién nacido, generalmente porque no hay incubadoras, se lo llama "Cuidado canguro", debido a que se lo coloca en una especie de bolsa fijada a la madre. El "descubrimiento" del tratamiento materno ocurrió casi por casualidad en Bogotá, Colombia, hace ya más de una década cuando un grupo de médicos, frente a la carencia de incubadoras para prematuros, decidió dejarlos en los brazos de sus madres como último recurso. Ellas debían apoyárselos a la altura del pecho y piel contra piel, para mantenerlos calientes e incluso para alimentarlos. Contra todo lo esperado, los médicos colombianos descubrieron que los niños que habían quedado con sus madres --muchos de ellos en estado límite--, evolucionaban mejor que los que habían dejado en las incubadoras. En la actualidad continúa utilizándose esta técnica en Colombia bajo el nombre "Programa Canguro". En los hospitales las madres se pasean todo el día con sus hijos pegados al pecho, cocinan, e incluso duermen con ellos, a veces durante un mes seguido. Incluso en el caso de mellizos prematuros, el padre puede actuar como canguro suplente. Kyllike Christensson del Karolinska Institute de Estocolmo realizó en estos días un estudio en Lusaka, Zambia, con 80 bebés con algún grado de hipotermia, pero sin otras patologías. Según difundió la revista especializada The Lancet, los recién nacidos fueron divididos en dos grupos: una mitad fue dejada en las incubadoras y la otra mitad quedó con sus mamás "canguro". Después de cuatro horas, el 90 por ciento de los bebés que había quedado con sus madres alcanzó temperaturas normales, mientras que sólo el 60 por ciento de los niños en las incubadoras lo había logrado. El dato confirma la teoría de que el contacto con la madre es al menos tan bueno como la utilización de incubadoras, que de todos modos no son reemplazadas sino complementadas por las "mamás canguro". UNICEF ya lleva varios años promocionando el sistema de "Mamá Canguro" en todos los hospitales, con una repercusión lenta pero creciente. En la Argentina, la terapia se utiliza sobre todo en el interior del país y especialmente en aquellos lugares donde los recursos son más escasos. Además existe una disposición del Ministerio de Salud y Acción Social que incorpora a las normas hospitalarias la habitación para las madres canguro: las residencias para madres. Por la escasa posibilidad de contar con salas específicas para ello, la disposición generalmente no se aplica. Obviamente también existen dificultades prácticas y culturales para hacer que la madre se quede todo el día internada junto a su hijo. Lo que se hace en esos casos es utilizar el contacto "piel a piel" por algunas horas, en las que la madre lo tiene en sus brazos para darle calor, acariciarlo e incluso cantarle o besarlo. Cuanto más tiempo de contacto piel a piel tienen los pequeños, más rápido evolucionan, alcanzan mayor peso y son más sanos. El recurso de las mamás canguro tiene otra gran ventaja: los bebés no aumentan excesivamente su temperatura. Aquellos recién nacidos que quedan junto a sus madres no pasan los saludables 37º, sino que se estabilizan en esa cifra. Si el recién nacido supera esa temperatura, aún cuando sea por poco tiempo, puede comenzar con ritmo respiratorio más agitado que favorece la aparición de apneas (asfixias momentáneas) que pueden llevar a la muerte. Es la razón principal esgrimida en los hospitales británicos para impulsar el método.
LAS EXPERIENCIAS EN LA ARGENTINA DE
RESIDENCIAS PARA MADRES Por Pedro Lipcovich "Sí, me tengo que bancar la incubadora pero mi mamá me acompaña mucho", fue el testimonio que reconstruyó Página/12 de bebés prematuros en los hospitales que disponen de residencias para madres: allí las mamás pueden cuidar a sus hijos, incluso alimentarlos con su propia leche y establecer con ellos el contacto "piel a piel" que los hace crecer más pronto. Pero el principal resultado es que el vínculo se fortalece, disminuyendo el riesgo de maltratos y abandonos posteriores. La posibilidad de que las madres acompañen a sus bebés en incubadora forma parte de las normas del Ministerio de Salud, pero sólo en algunos hospitales se practica. "No se trata de suprimir la incubadora sino de complementarla con el contacto piel a piel", destaca Jorge Martínez, jefe de unidad de neonatología de la Maternidad Sardá, pionera en la aplicación del sistema en la Argentina, en 1985. La presencia de la mamá "hace que los bebés aumenten de peso más pronto y les permite salir antes de la incubadora". "En este momento tenemos un recién nacido que pesa 650 gramos: para sobrevivir tendrá que pasar dos meses en incubadora, pero la mamá ya está con él", cuenta Eduardo Duro, jefe del servicio de neonatología del Hospital de San Miguel, donde este año se puso a punto la salita de residencia para mamás: "Antes eran unas reposeras, nomás, pero este año conseguimos una salita especial: la mamá puede dormir aquí y a la mañana ir a trabajar o a cuidar a sus otros hijos. La enfermera la entrena para abrir la puertita de la incubadora, cambiarle los pañales: hasta llega a alimentarlo con gotitas de su leche, lo cual activa el aparato digestivo del bebé". "Incluso a los que necesitan suero y asistencia respiratoria, una vez por día los sacamos de la incubadora y los ponemos en contacto piel a piel, para que reconozcan los latidos del corazón, el temblor, el olor de la madre", dice Duro. Jorge Tavosnanska es jefe de neonatología del Hospital Fernández: "En los hospitales públicos, la madre muchas veces vive lejos y no puede pagar el colectivo para visitar todos los días a su hijo en incubadora: cuando a los dos meses el chico se va de alta, el vínculo ya está alterado y hay alta incidencia de maltratos y abandonos". Todo esto cambió gracias a la residencia para madres, cuya colaboración, además, "mitiga el déficit de personal de enfermería que hay en el hospital". Si bien la residencia para madres está incluida en las normas de atención maternoinfantil del Ministerio de Salud y Acción Social, sólo en algunos servicios se puso en práctica. En la ciudad de Buenos Aires, además de la Sardá y el Fernández, el Hospital Garrahan dispone de un lugar para que las madres puedan permanecer, y el Argerich está por incorporar una residencia para mamás.
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