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Tras el anuncio de la tregua de ETA, las conversaciones que mantiene el presidente del gobierno español José María Aznar con los partidos democráticos tienen ya un resultado concreto: el gobierno corregirá su política penitenciaria tras las elecciones vascas del 25 de octubre e incluso antes de esa fecha adoptará muy probablemente algún gesto humanitario con los presos de la banda terrorista. La ETA pide que los presos de la organización sean reubicados en cárceles del País Vasco. Luego del encuentro del jueves con el secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Joaquín Almunia, Aznar hizo en la mañana de ayer una declaración oficial en la que anuncia que tras las elecciones vascas se aplicará una nueva política penitenciaria y, sobre la base del cese total de la violencia, se abrirá un proceso negociador. La noticia se dejó entrever luego de que Almunia, que ya se había reunido con Aznar hace dos semanas, apareciera optimista anteayer y señalara que su partido y el gobierno habían avanzado en la concreción de algunas actuaciones y sus calendarios. Aznar y Almunia dedicaron buena parte de la conversación del jueves a analizar las posibilidades de que la tregua de la ETA, que ya lleva tres semanas, se transforme en una paz definitiva. Ambos coincidieron en la conveniencia de realizar algún gesto humanitario en lo inmediato que sirva para conseguir el objetivo de que el terrorismo desaparezca para siempre. El líder socialista presentó a Aznar un calendario de actuaciones que incluye el traslado de presos a cárceles vascas, la libertad para reclusos que han cumplido las tres cuartas partes de las penas e incluso indultos. Sin embargo, el gobierno está esperando que pasen las elecciones vascas del 25 de octubre para que ETA ofrezca nuevas muestras de afianzar la tregua, lo que lo animaría a adoptar medidas más amplias y generosas. El propio Almunia dijo: ETA es el destinatario de nuestros mensajes. Es ETA quien tiene que declarar la paz. Lo que aún no queda claro es la forma que tendrán las negociaciones futuras. La organización separatista vasca declaró la tregua unilateral luego de la Declaración de Lizarra, firmada por los partidos nacionalistas vascos, la Izquierda Unida (IU) y el Herri Batasuna (HB), brazo político de la ETA. Pero tanto los socialistas como el gobierno se niegan a legitimar este documento porque desconoce la Mesa de Ajuria Enea, un pacto que todos los partidos políticos menos el HB firmaron en 1988, estableciendo que no habría ninguna negociación con ETA hasta que entregue las armas. Pero los separatistas vascos aún reivindican la lucha armada y la independencia del País Vasco, aspectos irritantes para Aznar, que tradicionalmente ha sido inflexible con los etarras.
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