Por Javier Lorca La inicial del apellido puede sellar la suerte de una persona. En el caso de Alejandro Yacomotti, un licenciado en Física de 25 años, la letra "y" determinó que no recibiera una beca de investigación de la UBA porque, pese a encabezar el orden de mérito entre los candidatos, cerraba la lista que se confeccionó por orden alfabético. "Todo fue muy injusto. No se puede creer que por una letra me haya quedado afuera", comentó Yacomotti a Página/12. Una olvidada anécdota familiar, el pequeño gran error de un empleado de Inmigraciones, le agrega un matiz trágico al asunto: cuando el abuelo de Yacomotti llegó al país, su apellido empezaba con "g", pero el oído despreocupado del escriba tradujo la inicial y sentenció el presente de Alejandro. En la Facultad de Ciencias Exactas (UBA), otros investigadores también sufrieron la dictadura del alfabeto y la disconformidad campea entre estudiantes y jóvenes graduados. Las autoridades de la facultad aseguran que la asignación de las becas no fue "transparente". Tras la última distribución de becas de introducción y de iniciación en la investigación realizada por el Consejo Superior de la universidad porteña, varios aspirantes se sintieron perjudicados por "los criterios poco claros" que, según reclaman, bajaron desde la Secretaría de Ciencia y Técnica de la UBA. "No dio la sensación de haber reglas transparentes en la asignación y parece no haberse respetado el orden de mérito. En algunos casos, los seleccionados fueron organizados alfabéticamente y, como después la UBA restringió la cantidad inicial de becas, los últimos del listado quedaron afuera. Y varios de ellos eran los que habían sido evaluados como primeros", protestó el decano de Exactas, Pablo Jacovkis. "Yo vi la lista de mérito y mi nombre estaba primero. A pesar de que quisieron ocultar el listado definitivo, pudimos verlo y descubrimos que estaba por orden alfabético", explicó Yacomotti. Desde el área de Becas de la Secretaría de Ciencia y Técnica, Pablo Balonga aseguró que, en total, la UBA disponía de 150 becas para repartir entre más de 300 aspirantes: "Todos ellos tienen promedios de más de nueve puntos. Trazar una línea divisoria en ese nivel siempre genera una sensación de injusticia". Sin embargo, la Facultad de Exactas objetó los procedimientos. "Muchas becas se otorgaron por razones de política universitaria y no por los méritos correspondientes. Seguro que todos los que fueron becados lo merecían, pero el mecanismo no fue todo lo claro que nos hubiera gustado", aseguró Jacovkis. "Todo procedimiento es perfectible --admitió Balonga--. Pero eso no significa que no haya sido transparente." Para los investigadores de Exactas se destinaron más de veinte becas y los que se sintieron directamente perjudicados por el criterio de las comisiones evaluadoras fueron, entre estudiantes y graduados, seis personas. En la mayoría de los casos, el problema fue que las comisiones eligieron a los aspirantes por sus capacidades, pero después los ordenaron según la inicial del apellido. Luego hubo un recorte de becas y, en lugar de dar prioridad según los méritos académicos, la Secretaría de Ciencia y Técnica --en una decisión que después ratificó el Consejo Superior-- eliminó a quienes cerraban la lista. Entre los estudiantes, Gabriela Jerónimo, alumna de Matemática, no alcanzó una beca porque fue alfabéticamente relegada: su promedio en la carrera es un diez absoluto. "El nivel de injusticia fue tan grande que, si la UBA no responde nuestros reclamos y no revisa las asignaciones, vamos a iniciar acciones legales contra la universidad", dijo el profesor Oscar Martínez, director del proyecto de Yacomotti en el Laboratorio de Electrónica Cuántica. Y se quejó: "Nos cuesta muchísimo retener en el país a los buenos investigadores y encima pasan estas cosas. ¿Cómo quieren que después, ante la primera oferta, no se vayan a trabajar al exterior?". El conflicto suma también un trasfondo político. La Secretaría de Ciencia y Técnica de la UBA, sindicada como responsable de la controversia por autoridades y damnificados de Exactas, está a cargo de Alicia Fernández Cirelli. Ella es consejera directiva en la facultad y fue la candidata derrotada por el actual decano en las elecciones realizadas a principios de este año. Desde el área de Becas de la secretaría, Balonga reconoció que "el problema no es ajeno a esa situación".
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