"Lo que queremos es saber dónde sepultaron a Benito"
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Por Adriana Meyer
"Benito Jorge se llamaba, y no José Benito como le han puesto siempre", aclara de entrada el doctor Urteaga. "Cuando ocurrió el golpe de Onganía, él estaba con el grupo de jóvenes radicales que acompañaron al presidente Arturo Illia hasta el final, y lo sacaron a punta de bayoneta de la Casa Rosada. En ese momento decidió alejarse de la política, se dedicó al teatro y a trabajar en el campo con mi padre. Yo le decía que tenía que volver a militar, pero un día me dijo: 'Sin Fuerzas Armadas que respalden a los gobiernos democráticos no se puede hacer política'". --¿Cómo se produjo el acercamiento de su hermano al PRT-ERP? --Cerca del año '68 lo fue a ver Luis "Tato" Pujals, de Pergamino, y le propuso la conformación de esa perspectiva que él de alguna manera esperaba. Benito venía de la Juventud Radical, pero en esa época empezó a introducirse en el socialismo científico y en el marxismo. Un buen día le propusieron crear el PRT y también un instrumento de carácter militar que expresara en ese terreno la política del partido. No vaciló demasiado, como si lo hubiera estado esperando. Empezó a trabajar con ellos en unas islas que están frente a San Nicolás, nuestro pueblo de origen. Allí se fundó el ERP. --¿Cómo era Benito Urteaga en sus relaciones personales y familiares? --Se casó un ratito...(risas) --¿Un ratito...? --El cabezón era un tipo de una tremenda y devastadora alegría, muy querido en San Nicolás. Amó al sexo opuesto con mucha intensidad, tuvo muchas y lindas novias. Y te digo que se casó un ratito porque enseguida se fue de viaje y tres meses después su mujer no se bancó el "trote" al que la sometía mi hermano y a la vida tan áspera que él emprendía. Benito era una persona muy abnegada, de excesivo coraje. Tuvo un hijo con otra militante del ERP, Nélida Augier, que ahora vive en Nicaragua. José Ricardo Urteaga volvió al país, tiene 24 años y es un estudiante destacado de Biología Marina, en Mar del Plata. --¿El hijo de Benito presenció la muerte de su padre? --Sí, fue el único sobreviviente del episodio de Villa Martelli. El tenía dos años cuando le matan al padre en su presencia. Nos contaba que le había dado un beso a Benito baleado, antes de que se muriera. Y a él se lo llevaron y lo tuvieron 20 días en la Brigada Femenina de San Martín. Logramos recuperarlo. --¿Cuál había sido el motivo del encuentro? --Mi hermano había ido a despedirse de Santucho, que se iba del país y él se quedaba a cargo del partido y del ejército a descentralizar, tratando de salvar la mayor cantidad de gente posible. Benito decía que su responsabilidad central era ésa, que no se iba a ir al exterior ni se iba a entregar vivo. Lo hizo por convicciones muy profundas, hacía política por lo que lo trascendía a él, cosa que falta hoy en día... En aquella época todos los que hacíamos política estábamos pensando en una transformación social profunda, en superar el sistema capitalista, en instalar el socialismo y en un país independiente. --¿Hay información y testigos de aquel 19 de julio de 1976? --Sí, fue esa tarde en el departamento de Domingo Menna, en Villa Martelli. Estaba Mario Roberto Santucho que preparaba las valijas para irse a Europa y después a La Habana. Junto a él estaba su esposa Liliana Delfino, Ana María Lanzillotto, esposa de Menna, embarazada de ocho meses, mi hermano y su hijo José, de apenas dos años. El capitán Juan Carlos Leonetti andaba tras los pasos de la esposa de Santucho, y no se sabe si fue casual que encontrara a tres miembros de la cúpula del PRT-ERP juntos, descuidando las propias reglas de seguridad que ellos se habían impuesto. Tampoco se sabe si ellos tuvieron tiempo de disparar o los fusilaron. Las dos mujeres y el bebé de Ana María nunca aparecieron. Leonetti salió herido, pero hay versiones que dicen que lo mataron las propias fuerzas de seguridad. Hay indicios que hacen pensar que mi hermano salió muerto de allí, y Santucho en un hilo de vida. Hay testigos que dicen que los llevaron a Campo de Mayo, intentaron interrogar a Santucho pero se les murió enseguida. Alguien vio los cuerpos en una suerte de morgue en el Hospital Militar de Campo de Mayo. La descripción que hizo de ambos fue muy precisa. --¿Quién era? ¿Un militar? --Un médico que estaba haciendo la colimba. Un día le mostraron orgullosos que tenían en una heladera a Santucho y a Urteaga. Este muchacho estaba muy conmovido. Nosotros hicimos algunas gestiones, pero toda la familia estaba amenazada y perseguida. Todos los intentos que hizo mi madre en relación con el cuerpo de Benito fueron inútiles. Pero en los diarios y revistas de la época el Ejército dijo que les daría cristiana sepultura a los restos de Santucho y Urteaga. Lo que nosotros estamos preguntando ahora es dónde los han sepultado. En las altas jerarquías militares parece que todavía funciona el pacto de silencio. Interrogamos al general retirado Fernando Verplaetsen y dijo que ya no hay motivos para proseguir con el ocultamiento del cuerpo. Agregó que si estuviera a su alcance proporcionaría los medios para que los restos fueran devueltos a la familia. El general Santiago Omar Riveros dijo lo mismo. Y ambos indicaron que Jorge Rafael Videla era el que tenía posibilidades de hacer aportes en esta dirección. Videla dijo que no tenía elementos sobre esto. Reconoció el episodio pero aseguró que no fue consultado respecto del destino de los cuerpos y que la normativa era entregárselos a los familiares. Hubo un médico que hizo la autopsia, la partida de defunción es exacta y está en Olivos, pero no aparecen las actas de exhumación. --En el marco del juicio que se sigue en San Martín está a punto de producirse una excavación en Campo de Mayo para buscarlos. ¿Tiene expectativas al respecto? --Hablo por mí. Soy un poco pesimista en cuanto a que los cuerpos estén allí. Pueden haber estado... quizás por esta mística demencial de Antonio Bussi de armar un "museo de la subversión"...El sargento Víctor Ibáñez afirmó que los restos fueron enterrados allí, pero pasó mucho tiempo. Y me imagino que para las Fuerzas Armadas es un problema que aparezcan en Campo de Mayo. --Todo indica que la Corte Suprema dará un fallo favorable a su reclamo en la búsqueda de la verdad sobre lo ocurrido con su hermano. ¿Cómo lo recibe? --Sin duda es importante para toda nuestra familia tratar de cerrar la historia. La historia abierta que continúa es la que tiene que ver con sus valores. Pero es evidente que no hay reparo para una pérdida como ésta. --Usted afirma ser de cuna radical. ¿Cómo pudo digerir las leyes de Obediencia Debida y Punto Final que propició el ex presidente Raúl Alfonsín? --Creo que me costó más que a él. Estoy seguro de que se sintió mal cuando se sancionaron, porque creo que fueron concesiones hechas desde una situación de debilidad. --¿Por qué estuvo preso? --Dicen que por perejil... (se ríe). Yo era opositor a la dictadura y militaba desde la izquierda independiente. Me distancié del radicalismo de Ricardo Balbín porque no canalizaba las aspiraciones de resistencia que teníamos los jóvenes de esa época. A mí me detienen por una suerte de "vendetta" familiar. Estuve en Devoto, La Plata y Caseros. --¿Fue torturado? --Sí. Me aplicaron picana para que les dijera dónde estaba mi cuñada. --¿Usted tenía discusiones ideológicas o políticas con su hermano? --No había demasiado tiempo. Nos hermanaba algo más que la cuestión
biológica. Compartíamos la búsqueda de un país independiente y de una sociedad más
igualitaria que entonces llamábamos socialismo. La diferencia estaba en que él entendía
que el camino era la continuidad de la actividad política mediante actividades de
carácter militar. Y yo creía que eso no era viable porque era una pelea totalmente
desigual. Al mismo tiempo, al no ser tomadas por un sector importante de la población lo
más posible era una derrota trágica. Además les dieron la excusa para que la represión
haya tenido un sesgo mucho más criminal. Acá no hubo una guerra, sino el terrorismo de
Estado que se instaló y algunas actividades militares o terrorista por parte de
determinados grupos políticos. Lo del PRT no fue militarismo puro. Para mí es difícil
hacer un juicio crítico porque... bueno, es mi hermano. El puso el cuero y se la jugó
por valores que comparto. |