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Todo niño británico es un sospechoso en potencia

Los menores de 10 años que estén solos en la calle después de las 21 serán llevados a sus casas por la Policía. El toque de queda se hará en zonas donde es alta la delincuencia juvenil.

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Por Marcelo Justo
Desde Londres

Página/12

En Gran Bretaña


t.gif (67 bytes)  La policía y las autoridades municipales británicas tienen desde ahora la facultad de decretar un toque de queda para menores de 10 años en zonas especiales del país. En un intento por combatir el preocupante nivel de delincuencia juvenil, la policía patrullará esas zonas entre las 9 de la noche y las 6 de la mañana para detener a niños que no estén acompañados por un adulto, a quienes se regresará a sus hogares. La iniciativa forma parte de una ley aprobada por el Parlamento el pasado 30 de julio y estipula que el Ministerio del Interior deberá dar el visto bueno a la instauración del toque de queda en una zona determinada. Un proyecto piloto similar para menores de 16 años, lanzado en octubre del año pasado en tres zonas de Hamilton, Escocia, redujo en un 30 por ciento el porcentaje de delitos cometidos por adolescentes.

La ley plantea la necesidad de alcanzar "soluciones locales a problemas locales" por medio de una cooperación entre la policía y las autoridades municipales y forma parte de una serie de medidas adoptadas por el laborismo de Tony Blair. En abril, el gobierno inauguró la primera cárcel para niños de entre 12 y 14 años de edad en Kent, al sur de país. El toque de queda, que se inicia hoy, será seguido por un nuevo proyecto piloto, las "child safety orders" (disposiciones para la seguridad infantil), que pondrán bajo vigilancia a niños menores de 10 años que hayan cometido actos que sólo son punibles una vez alcanzada esa edad. Otro inminente proyecto es el de confrontar al delincuente y la víctima para que el primero tome conciencia de las consecuencias de sus actos.

El tema de la delincuencia juvenil cobró particular notoriedad en Gran Bretaña a partir del asesinato de un niño de dos años, James Bulger, cometido por otros dos chicos de 10 en febrero de 1993. A raíz de ese hecho que dejó una marca imborrable en la opinión pública británica, el entonces ministro del Interior en la sombra del aún opositor laborismo, el actual primer ministro Tony Blair, acuñó una frase que marcaría el cambio de política de su partido: "Duro con la delincuencia y duro con las causas de la delincuencia". La izquierda, quería decir Blair, no sólo se preocupa de atacar las causas sociales de la delincuencia: también es capaz de combatirla con todo el peso de la ley.

La importancia que el laborismo sigue otorgando a esta idea quedará claramente expuesta hoy en el discurso que el primer ministro dará ante uno de los hechos clave del calendario político británico: el congreso anual partidario que se inició este domingo. El primer ministro anunciará ante miles de partidarios la creación de unas 25 zonas de "tolerancia cero", donde se hará caer "todo el peso de la ley" sobre delincuentes para lo que el gobierno destinará un presupuesto de 400 millones de dólares. Por su parte, el ministro del Interior, Jack Straw, indicó ayer que están estudiando de cerca la experiencia piloto realizada por la policía de Stratchcycle, en Hamilton, aunque negó que planeen extender la idea del toque de queda a menores de 16 años.

En octubre del año pasado, los tres barrios de monoblocks de Hamilton que caían bajo la jurisdicción de la policía de Strathcycle eran zonas de creciente abandono, tráfico de drogas y delincuencia. La policía instauró un toque de queda a partir de las 19.30 que incluía el patrullaje constante de estas tres zonas. Durante los seis meses que duró la prueba piloto se detuvo a 229 menores de los cuales sólo cuatro fueron retenidas en una comisaría. Las quejas del público disminuyeron en un 48 por ciento y los actos delictivos de menores de 16 años descendieron en un 33 por ciento. A pesar de que el proyecto ganó el apoyo de los vecinos de Hamilton después de vencer el inicial escepticismo de la comunidad, organizaciones no gubernamentales como Save the Children lo criticaron por ser un "dacroniano atentado contra los derechos civiles".

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