Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira

¿Locos o mentirosos?
Por Alberto Ferrari Etcheberry*

na36fo01.jpg (13737 bytes)

 
t.gif (862 bytes) El affaire Lewinsky avanza en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos mientras un diario de Tokio pregunta si los norteamericanos se han vuelto locos y un norteamericano de peso asume la respuesta. “Permítanme asegurarles que no hemos perdido la razón”, proclama, y no se trata del ultrarreaccionario Newt Gingrich sino del ex secretario de Trabajo Robert Reich, que continuación explica por qué aun los cercanos a Clinton “estamos enojados y confundidos”.
Reich sostiene que Clinton con su admisión de los hechos ha incurrido en dos faltas, dañando “su investidura y credibilidad como presidente”. Una, la “falla de carácter” mostrada al correr “un riesgo imprudente y absurdo”, entablando la “impropia” relación en una situación que dejaba muchas pruebas para acreditarla, a diferencia del viejo chiste en el que un pontífice tomaba todas las precauciones mientras limitaba el “piacere” a sólo un atributo femenino. La otra es “la mentira pública” reiterada con “apasionada intensidad”, que descubre que su sinceridad no es más que “actuaciones”, esto es, que el presidente “finge”.
Reich interroga: “¿Qué pasa con el poder presidencial cuando se pierde la credibilidad de manera tan flagrante?”. Y concluye: “La nación no tiene un presidente que nos guíe”.
¿Logra Reich disipar la presunción de locura? Depende de qué se entienda por locura.
Para Reich en Estados Unidos el poder presidencial es activo: el presidente elige caminos y los transita a la cabeza de su pueblo, conduciéndolo. Un líder político ejemplar, un guía espiritual, creíble, generador de confianza, movilizador de energías. Roosevelt, supongo, sería el paradigma.
¿Es esto así hoy? Desde Franklin Roosevelt, al menos, son varios los presidentes que no parecen ajustarse al test de Reich. No se ajustan ni la pasividad golfística de Dwight Eisenhower ni las historias íntimas de John Kennedy, por ejemplo. Tomemos también a Ronald Reagan. En 1984 Reagan disputaba la reelección con el ex vicepresidente Walter Mondale. Un comic de dos cuadros en The New York Times definía la “elección”. En uno, Reagan presidía una reunión de gabinete en la Casa Blanca: todos los ministros hablaban, mientras Reagan... dormía. En el otro era Mondale el que presidía una similar reunión de gabinete. En contraste con Reagan, Mondale hablaba, mientras sus ministros... dormían. ¿Guías de la nación?
Recuerdo la confesión de un importante presidente latinoamericano. En ese mismo año 1984 junto con sus ministros se reunió con Reagan y los suyos, en Estados Unidos. Reagan comenzó el encuentro leyendo sin tapujos la tarjeta que le habían alcanzado. Llegado su turno, recordaba el mandatario hispanoamericano, de inmediato Reagan comenzó a dormir, mientras George Shultz, secretario de Estado, con natural habitualidad, lo corría con el codo asumiendo la dirección del equipo norteamericano, hasta el final. ¿Credibilidad presidencial?
Tiempo después se descubrió el escándalo de la financiación encubierta con fondos iraníes a los contras nicaragüenses, para violar la prohibición del Congreso. En una conferencia de prensa le preguntaron a Reagan si había un tercer país involucrado, en referencia a Israel. “No señor, ninguno”, contestó el presidente. De inmediato tomó el micrófono un funcionario y aclaró, sin mayor sorpresa para nadie: “En cuanto a la pregunta que el presidente dijo ‘no’, la respuesta correcta es ‘sí’; hubo un tercer país involucrado”. ¿Liderazgo confiable? Ya en 1981, durante el primer mandato de Reagan, en un programa cómico de la BBC el sketch incluía a un Reagan en conferencia de prensa con un soplador al oído que concluía por reemplazarlo directamente.
Volvamos a Reich: ¿no mostraba acaso Reagan “falta de juicio” en el sentido más preciso del término? ¿No mentía con “apasionada intensidad” en algo más grave que la relación impropia? ¿No eran “actuaciones” sus discursos leídos aparentando improvisaciones de gran comunicador? ¿Tenía Estados Unidos con Reagan un “presidente guía”?
En resumen: ¿se basaba el gobierno de Estados Unidos bajo Reagan en “la confianza de la opinión pública en su presidencia?”.
Si la respuesta es negativa, la argumentación de Reich es falsa.
Si la respuesta es afirmativa la conclusión es la de Mafalda: ¡En manos de qué irresponsables estamos!
*Ex subsecretario de Asuntos Latinoamericanos de la Cancillería.

 

PRINCIPAL