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POR QUE LA MUERTE DEL EX PRESIDENTE DE CONSAD CONMUEVE A LA CASA ROSADA
Kohan y Cattáneo, más que amigos

Cattáneo es, en estos días, un apellido asociado a otra muerte misteriosa pero también el nombre que conecta la política y los negocios. La verdadera historia de la relación entre el lobbyista Juan Carlos Cattáneo, el hermano de Marcelo, y el secretario general Alberto Kohan, el amigo de Menem.

Definición: “Para nosotros, Juan Carlos era como el remolcador de Kohan”, recordó un empresario que tiene trato con ellos desde hace diez años.

Juan Carlos Cattáneo, de asesor a subsecretario.
En el medio, gestión en Tandanor y Somisa.

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Por Martín Granovsky

t.gif (67 bytes) Mientras salen del impacto por la misteriosa muerte de Marcelo Cattáneo, empresarios, funcionarios y políticos ya comienzan a hilvanar los trazos de una historia que empieza a inquietarlos hacia el futuro. Un empresario que, atemorizado por la situación, pidió reserva de identidad, lo dijo en estos términos: “Acá tuvo una muerte extraña el operador de negocios que era hermano del principal operador empresario del secretario general de la Presidencia”. Y habría que agregar: el secretario que, además, goza de tanta confianza del Presidente como el consejero Emir Yoma o el ministro Antonio Erman González. El intercambio de datos sobre las relaciones entre Juan Carlos Cattáneo y Alberto Kohan compite estos días con las hipótesis sobre la increíble muerte de Marcelo Cattáneo. Y amenaza convertirse en uno de los principales temas de discusión política en los próximos tiempos.
El ahorcamiento de la Costanera conmovió al poder casi tanto como el escopetazo de Alfredo Yabrán. Como antes, uno de los más conmovidos fue Kohan. Un sentimiento natural por elementales razones humanas. Kohan había definido a Juan Carlos Cattáneo como “mi amigo personal, un hombre que trabajó muchos años conmigo”. Un sentimiento natural, también, por razones políticas. Cattáneo no fue sólo el subsecretario general de la Presidencia de Kohan en 1995, como suele recordarse sin mencionar otros datos. Funcionó como el verdadero introductor de Kohan en el mundo de los negocios y de los grandes empresarios de Buenos Aires.
–Para nosotros, Juan Carlos era como el remolcador de Kohan –recordó a Página/12 un empresario que tiene trato con ellos desde hace diez años–. El nos lo presentaba cuando Kohan era director de la Casa de La Rioja en Buenos Aires y Menem quería ser presidente.
La base de operaciones de Cattáneo eran los coloquios anuales de IDEA. Los frecuentó como consultor, los siguió frecuentando como lobbyista y hasta allí remolcó a ese licenciado en Geología que se presentaba como la persona de confianza de un político riojano con vocación de presidente.
En ese entonces Cattáneo ya había armado Consad, la consultora informática de mayor prestigio en el mercado, y regía su vida siguiendo una frase que repetía a sus amigos:
–Ocho horas de trabajo y después el hobby.
El trabajo eran los negocios. El hobby, utilizar su habilidad de consultor y sus contactos para tejer fuerte en su partido, el Justicialista, donde Juan Carlos Cattáneo se consolidó sobre dos patas, la riojana y la gremial.
En la pata riojana, Kohan fue el puente de Cattáneo hacia el menemismo originario, donde también militaba Norberto Schor. Empresario, Schor conoció a Menem gracias a la promoción industrial riojana y en 1989 terminó como directivo bancario en Buenos Aires. Lo acompañó otro empresario que describió la misma parábola: Luis Sarlenga, muy pronto director de Fabricaciones Militares y hoy el primer preso del contrabando de armas. Schor y Juan Carlos Cattáneo fueron más que buenos colegas. Juntos integraron el movimiento de empresarios justicialistas que fue otra plataforma más de contactos con los empresarios no justicialistas.
Con la pata gremial Cattáneo aplicó el mismo criterio de convertir contactos en poder de lobbying. Muy cercano al plástico Jorge Triaca, al mercantil Armando Cavalieri y, sobre todo, al metalúrgico Lorenzo Miguel, disfrutaba de su poder de juntarlos con las principales cabezas empresarias. Podía ser Patricio Zavalía Lagos, de Alpargatas. O Víctor Savanti, de IBM. O Gilberto Montagna, de Terrabusi. Con todos ellos jugaba punto y banca en el casino. Con otros, como Santiago Soldati, tuvo emprendimientos conjuntos. Fue el caso inicial de CCR, la consultora que terminaría, junto a Consad, como la clave de los escandalosos contratos informáticos entre IBM y el Banco Nación. A todos ellos, y muchos más del mismo nivel, los fue invitando desde el 14 de julio de 1989 a su nuevaoficina. Ya era asesor del nuevo secretario general de la Presidencia de Carlos Menem. Kohan no le pagaba sueldo pero le daba despacho. Lo ideal para un lobbyista.
Oficialmente, en ese momento Cattáneo se desvinculó de Consad, que quedó a cargo de Julia Oshiro, considerada en el medio informático como una mente genial, y de Marcelo Cattáneo. (Cuando estalló el escándalo IBM-Banco Nación, Juan Carlos declararía ante los diputados lo siguiente sobre su relación con Marcelo: “Con mi hermano hablaba poco de negocios”. También desmentiría la versión de un funcionario de la Dirección General Impositiva según la cual lo encontró un día durante una inspección a CCR, donde presuntamente tampoco revistaba).
La red de relaciones de Juan Carlos Cattáneo le permitió ser directivo de Tandanor, una empresa del Estado, y de Somisa, adonde llegó de la mano –de las manos– de Kohan y Lorenzo Miguel. Miguel se asesoró con Julio Raele, su hombre de confianza para los temas empresarios. Kohan y Menem le sumaron a Cattáneo otro miembro del sector Vip del menemismo, Emir Yoma, que supervisaba la marcha de la empresa desde el puesto más confortable que se pueda imaginar: según publicó este diario en 1991 la empresa Astramar, de su socio Juan Carlos Sinópoli, llegó a beneficiarse con el 46 por ciento de los fletes de Somisa. Además, Somisa concentró la mitad de sus ventas en una sola compañía comercializadora y llegó a perder la cifra record de 300 millones de dólares.
Emir, Schor, Sarlenga, Cattáneo. Cuatro nombres que aparecen y reaparecen a medida que una nueva revelación indica los nuevos lazos entre la política y los negocios, entre las armas y las computadoras, en muchos casos investigados por la Justicia, en otros simplemente informados por la prensa independiente. También el nombre de Kohan fue y vino en estos nueve años de gobierno de Carlos Menem. En 1991 el cambio de gabinete que siguió al Swiftgate cortó su carrera en la primera línea del gobierno junto con las del entonces secretario legal y técnico Raúl Granillo Ocampo y el ministro de Obras Públicas José Roberto Dromi. En 1995, el capital político fresco de la reelección puso a Kohan de vuelta en la Casa Rosada. Cattáneo subió de su antiguo cargo de asesor al nuevo de subsecretario general. El hobby le había ganado definitivamente al trabajo. Una vida maravillosa, si no fuera porque el caso de soborno más importante de la historia argentina obligó a Kohan a desprenderse de su amigo para que, más tarde, Menem no tuviera que desprenderse otra vez del suyo.

 

Claves

* Juan Carlos Cattáneo conducía junto a su hermano Marcelo la consultora Consad, que jugó un papel clave en los contratos de IBM y el Banco Nación.
* Oficialmente se desligó de la empresa en 1989, cuando asumió con Kohan.
* En el primer gobierno fue asesor sin sueldo. Pero con despacho.
* Gracias a Kohan, Miguel y Emir Yoma dirigió Somisa y Tandanor.
* En el segundo turno de Menem tuvo despacho y sueldo. Kohan lo designó como su número dos en la secretaría general de la Presidencia.
* Los empresarios recuerdan que Juan Carlos Cattáneo fue quien introdujo a Kohan ante la primera línea de los negocios.
* El escenario preferido por Cattáneo para tejer relaciones fue IDEA.
* Por la política, Cattáneo pasó de la consultoría al lobbying.

 


 

Un hallazgo que deja más sospechas que certezas

La camioneta Fiorino fue encontrada en Olivos, a seis cuadras de la residencia presidencial.
Tenía barro adherido a las ruedas. La vio un vecino y avisó a un canal de televisión.

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Por Laura Vales

t.gif (862 bytes) El auto de Marcelo Cattáneo apareció prolijamente estacionado a cuatro kilómetros del lugar donde el empresario fue encontrado ahorcado el pasado domingo. Estaba en Olivos, a seis cuadras de la residencia presidencial, pero no lo encontró la policía ni la SIDE, sino un vecino que alertó a un canal de televisión. Y su hallazgo sumó más confusión que certezas. La familia de Cattáneo cada vez cree menos en el suicidio y analiza la posibilidad de presentarse como querellante para impulsar la investigación. La juez ordenó una nueva autopsia del cadáver.
Los investigadores tratan de establecer en qué momento la camioneta Fiorino fue dejada en el lugar, ya que algunos indicios podrían indicar que fue utilizada el domingo, cuando Cattáneo ya estaba muerto. En el interior del vehículo se encontró un pasaje aéreo de la empresa Mexicana de Aviación, con fecha 8-12-98, y una carpeta de hotel. La puerta del acompañante estaba sin llave y mal cerrada; dos de los focos estaban rotos y la manija de la puerta trasera desaparecida. El hermano del empresario, Juan Carlos Cattáneo, llegó al lugar en las primeras horas de la tarde y permaneció allí hasta que el utilitario fue retirado. El ex subsecretario de la Presidencia dijo no conocer los motivos del presunto suicidio de su hermano, negó que debiera 600 mil dólares a la empresa donde trabajaba y señaló a Página/12 que, aunque él no quiere custodia, “los hijos de Marcelo comenzaron a tomar algunas medidas de cuidado”.
La Fiorino estaba en la calle Juan Díaz de Solís al 1800, frente al club AGP, a 100 metros del río. El vecino que dio aviso a América Dos reconoció la patente SHT 140 cerca de la una de la tarde, y poco después llegaron ocho móviles de la comisaría 1ª de Vicente López. Los técnicos del SEIT periciaron el exterior del auto en busca de huellas digitales y retiraron muestras del barro adherido a las ruedas. También sacaron del interior una corbata, un diario del viernes, un maletín negro, remedios antialérgicos y restos de comida rápida, pero no trabajaron dentro de la cabina, a la espera de que la jueza María Gabriela Lanz determine qué fuerza realizará esas pericias. El fiscal Martín Mateo, que controló la toma de pruebas, ordenó el traslado del vehículo a un depósito policial y su custodia permanente. Ahora se intenta determinar qué día fue estacionada la camioneta. Los remiseros de la única agencia de la zona aseguraron que el vehículo no estuvo en Olivos sino hasta el domingo; así lo dijeron tres choferes que durante el fin de semana pasaron repetidas veces por la cuadra. El barro en las cubiertas podría indicar también que la Fiorino estuvo en marcha el domingo, único día del fin de semana en que llovió. Pero aún no existe certeza sobre el tema, y ayer se escuchaban versiones sobre otros testigos que habrían visto el utilitario estacionado desde el sábado. El comisario Carlos Sablich, a cargo de la investigación sobre la muerte de Cattáneo, señaló por otra parte que desde ese lugar de Olivos se puede llegar caminando hasta Ciudad Universitaria –donde el empresario apareció muerto– “en veinte o veinticinco minutos”.
Mientras tanto, en el Palacio de Tribunales, la jueza Lanz ordenaba otras medidas que alimentaron las dudas sobre la sospechosa muerte de un hombre considerado un testigo clave en el escándalo IBM-Banco Nación. La magistrada, además de ordenar una segunda autopsia del cuerpo de Cattáneo. dispuso también el cambio de carátula de la causa, que de “presunto suicidio” pasó a llamarse “muerte dudosa”. La jueza anunció anoche que hoy entregará el cadáver de Cattáneo a su familia, que cada vez encuentra más cabos sueltos en la hipótesis de suicidio (ver nota aparte).

 


 

A LOS FAMILIARES NO LES CIERRA LA TEORIA DEL SUICIDIO
“Las zapatillas no eran las de él”

Por L.V.

t.gif (862 bytes) Los familiares de Marcelo Cattáneo tienen cada vez más dudas sobre la teoría del suicidio del empresario. Entre los motivos principales que alimentan las sospechas sobre un homicidio está la ropa con que fue encontrado el empresario. “Las zapatillas que llevaba Marcelo Cattáneo no eran de él –aseguró un estrecho allegado a la familia–; ninguno de sus familiares las había visto jamás. El no hubiera comprado jamás ese tipo de zapatillas, y menos de ese color, porque era una persona sumamente formal”. También hay dudas sobre el jogging que llevaba puesto, desconocido para sus allegados.
Otro de los puntos que llena de dudas a los familiares es que Cattáneo haya elegido la antena abandonada de Ciudad Universitaria para quitarse la vida. En aquel lugar, como informó en su edición del lunes este diario, tres hombres vestidos de negro con potentes linternas fueron vistos por un pescador recorriendo la zona dos días antes de que el empresario apareciera ahorcado. Juan Carlos Cattáneo, hermano de Marcelo, aseguró por otra parte que éste nunca se comunicó con ellos mientras estuvo desaparecido. “No es cierto que estuviera distanciado de su esposa –aseguró–. Además, era un hombre que no podía vivir lejos de sus hijos”.
Consultado por Página/12 el abogado de Cattáneo, Luis Dobniesky, confirmó que la viuda de Cattáneo está evaluando la posibilidad de presentarse en la causa como parte querellante, para poder así pedir medidas de prueba en la investigación. Dobniesky dijo que debido al secreto de sumario todavía no accedieron a la primera pericia realizada, y aclaró que la segunda autopsia no fue pedida por los familiares. Con relación a las versiones que señalaron que Cattáneo había entregado al abogado información que compromete seriamente a hombres del Gobierno, Dobniesky dijo que sabe “las cosas que todos los defensores que están en esta causa conocen y el juez (federal Adolfo Bagnasco) sabe más que todos nosotros juntos”.
En tanto, el diputado cavallista Guillermo Francos confirmó que desde junio pasado guarda un cuestionario que le entregó Marcelo Cattáneo, que señalaría como supuesto reponsable de las coimas a su hermano Juan Carlos y, en un tiro por elevación, a su ex jefe Alberto Kohan. Ayer sostuvo que tiene la intención de reunirse con Bagnasco en los próximos días para entregarle la documentación. “Voy a llamar al juez para ver si voy a verlo mañana (por hoy) o pasado –dijo el legislador–. Tal vez no sea una prueba, pero por lo menos le puede dar a él una idea de lo que pensaba”.
“Creo que Marcelo Cattáneo tenía una situación personal muy difícil de resolver –agregó–. Por un lado, su propia situación en el juicio, donde estaba siendo acusado de pagar coimas y, por otro lado, la relación personal con su hermano, a quien seguramente le resultaba muy difícil acusar” dijo en declaraciones radiales. Francos ya había sembrado dudas al denunciar que Cattáneo estaba dispuesto a ampliar su declaración.

 

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