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Desde Mendoza Hay veces en que, para los ladrones, es más fácil robar una comisaría que una sucursal bancaria. Es el caso de la localidad mendocina de Costa de Araujo, donde un grupo comando copó el destacamento policial, maniató a los tres efectivos que había en el lugar y les robó las armas. Pero ante la sospecha de un atraco, el gerente del banco demoró la apertura de la sucursal y los asaltantes tuvieron que huir ante el riesgo de ser descubiertos. La policía los buscó todo el día, sin éxito. El presunto jefe de la banda iba vestido con uniforme policial, lo que despertó sospechas sobre la participación en el hecho de efectivos de esa fuerza de seguridad. El subjefe de la policía mendocina, comisario Eugenio Araujo, no descartó esa hipótesis: No todos somos buenos y algunos pueden tener apetitos desmedidos que les pueden hacer equivocar de camino, dijo. Todo comenzó alrededor de las 7.15, en el destacamento policial de Costa de Araujo, un pueblo rural ubicado unos 50 kilómetros al norte de la capital mendocina, por la ruta que va rumbo a San Juan. Seis personas habían ingresado a la delegación con la idea, según dijeron en un principio, de hacer una denuncia. Pero enseguida sacaron sus armas y redujeron sin mayor esfuerzo a los tres efectivos, el oficial Antonio Ceballos, el cabo Marcos Rodríguez y el agente Mario Díaz. Los tres fueron amordazados, maniatados y encerrados en un calabozo por los delincuentes, que se llevaron las armas una ametralladora PA3, una pistola 9 milímetros y otra 11.25, el equipo de comunicaciones y una camioneta Che- vrolet doble cabina con identificación policial. Uno de los cautivos logró zafar de sus ataduras, rompió la cerradura del calabozo y lo primero que hizo fue dar aviso al gerente de la sucursal local del Banco de Mendoza. La deducción no fue difícil: Costa de Araujo es un pueblo chico y lo único que hay para robar es el banco. El gerente Reinaldo Blachar, quien vive a pocas cuadras de la sucursal, iba caminando a su trabajo cuando se topó con el policía que había escapado. Al acercarse al banco, corroboró la hipótesis del policía: frente a la sucursal estaba estacionado el móvil robado, pero en su interior no se veían policías sino un nutrido grupo de civiles. Eran las 7.30, la hora prevista para abrir el banco, y en la parada de colectivos de enfrente se había reunido un numeroso grupo de personas. El gerente llamó por teléfono y dio la orden de mantener las puertas cerradas. A medida que corrían los minutos, los ladrones se daban cuenta de que el plan había fracasado. Por eso decidieron huir hacia el norte. Junto a una escuela de la localidad de Lavalle abandonaron la camioneta policial y prosiguieron su marcha en una Ford F-100 blanca, con cúpula. El despliegue policial para la búsqueda de los ladrones fue vasto pero inútil. Varios vehículos y un helicóptero salieron en busca de los asaltantes, pero no pudieron dar con su rastro. No pudieron robar el banco porque llegaron muy temprano. Los horarios no les coincidieron. Y cuando el policía me alertó, cambiamos la rutina de ingreso al banco, relató el gerente del banco. El hecho conmovió al gobierno mendocino, porque fue un verdadero desafío para el Plan Estratégico de Seguridad, que lanzó en febrero el Ejecutivo provincial con el consenso de todas las fuerzas políticas. De las reuniones participaron el gobernador Arturo Lafalla; el ministro de Gobierno, Félix Pesce; el subsecretario del área, Alejandro Casabán, y el subjefe de la policía, Eugenio Araujo. Fue notoria la ausencia del jefe de la fuerza, el comisario general Juan Fernando Zalazar, quien viajó a Misiones pese a enterarse, antes de subir al avión, del ataque que había sufrido su fuerza. En la reunión se hizo una suerte de balance del plan de seguridad, que, a la luz de los hechos, no ha dado los resultados esperados. En efecto, pese a que se redistribuyó el personal policial administrativo en tareas de prevención en la calle, el incremento de hechos violentos, casos de homicidios fuera de las grandes concentraciones urbanas, ponen demanifiesto que el plan no funciona. Al punto que hasta la propia fuerza policial se vio jaqueada por los ladrones. Informe: Emilio Vera Da Souza.
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