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Por Rosa Mora desde Francfort La Feria Internacional del Libro de Francfort se abre hoy al público con más euforia que nunca, ya que celebra sus 50 años y sus espectaculares cifras siguen creciendo. Este año, los números dictan 184.000 metros cuadrados de exposición, 300.000 libros (impresos y electrónicos), más de 9000 empresas de 100 países, 300.000 visitantes, 10.000 periodistas. La Feria se creó en 1949 con un sentido de reparación después del período de barbarie nazi, según recuerda su director, Peter Weidhaas: Quiso apoyar la rehabilitación alemana como nación de cultura. Después de la guerra, la apuesta era reconstruir y limpiar Alemania lo más rápido posible. En medio siglo, la Feria se convirtió en la más importante del mundo, sobre todo porque mezcla en una alquimia particular el negocio del libro con el honor a la cultura. En aquella primera fase de reconstrucción, era muy importante mostrar un nuevo comienzo en términos morales, recuerda Weidhaas. La fundación de la Feria del Libro y del Premio de la Paz fueron un ejemplo obvio de este espíritu. Muestra de este compromiso de Francfort con la democracia y con las libertades es, precisamente, la concesión de este galardón a autores como Jorge Semprún, que estuvo en el campo de concentración de Auschwitz, o, el año pasado, al turco Kemal Yasar, que sufrió una grave represión en su país. En esta edición lo recibirá el escritor alemán Martin Walser, autor de obras como Caballo en fuga y La niñez ofendida. También sirve como ejemplo la primera edición del Premio Internacional Libertad para Publicar, creado por la Asociación Internacional de Editores a sugerencia de la Federación de India, coincidiendo con el 50º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre. El galardón será otorgado a la editora turca Ayse Nur Zarakolu, que lucha por la libertad de expresión desde hace más de veinte años: como para reafirmar las razones del premio, el gobierno turco le prohibió ayer salir del país para viajar a la feria, lo que provocó un airado coro de protestas en toda Europa. Ese premio propiciará también un debate internacional, Libertad para escribir, libertad para publicar, en el que participarán el ex ministro de Cultura francés Jack Lang, el presidente de la Asociación de Editores y Libreros Alemanes Gerhard Kurtze, y el editor noruego William Nygaard, quien fue herido tras haber publicado Los versos satánicos, de Salman Rushdie. Un invitado especial de esta edición de la feria es el escritor iraní Faradj Sarkushi, que fue puesto en libertad en enero, tras un año en prisión. No se le había permitido salir de su país hasta que le llegó la invitación de la Feria de Francfort a través del Parlamento Internacional de los Escritores. Sarkushi proyecta acabar tres estudios de crítica literaria en los que está trabajando, y regresar a Irán tan pronto como las circunstancias políticas se lo permitan. La historia recuerda que sólo 205 editores alemanes asistieron, en 1949, a la primera edición de la Feria de Francfort. Se celebró en la Paulskirche (iglesia de San Pablo), símbolo de la tradición democrática en Alemania. Al año siguiente asistieron 360 editores alemanes y 100 internacionales y, desde entonces, no paró de crecer. El boom económico que siguió a la fundación de la República Federal de Alemania, el desarrollo del negocio editorial y el mayor carácter internacional contribuyeron a su rápido desarrollo. A lo largo de cinco décadas, la feria ha ido evolucionando. Ya no es únicamente el lugar donde se compran y venden derechos y se descubren novedades; aunque todo ello continúa, se incrementaron otras actividades que la convierten en un foro de reflexión. A mediados de los 70 introdujo un espacio específico para los países invitados, una fórmula que estimula el descubrimiento de otrasliteraturas, donde participaron países tan disímiles como India, Italia, Francia, Japón, España, Irlanda o México. En 1992, después de la debacle del Este, se creó el Encuentro EsteOeste; luego, el Norte-Sur y, en 1993, la feria dio el campanazo con el libro electrónico, al que dedicó un espacio propio que horrorizó a muchos editores. Hoy, los multimedia han adquirido carácter de normalidad, y aunque siguen en el prestigioso pabellón cuatro, en el centro de la feria, se los puede ver por todos los stands junto a los libros convencionales. Francfort no se limita a mostrar los nuevos productos, sino que propone jornadas de reflexión sobre ellos. En esta edición, Conocimiento ahora abordará aspectos como información, servicios, negocios, entretenimiento y educación. También dará a conocer los candidatos al Europrix, galardón para arte multimedia, creado este año por la Comisión Europea. En esta edición el país invitado será Suiza, con una noche de honor que se festejará en varios puntos de la ciudad. Participarán más de cien autores, traductores, editores y críticos, habrá exposiciones, debates y diversas manifestaciones culturales. La feria avanza a todo trapo y durante seis días, hasta el domingo, desbordará a los participantes. Francfort tiene cada vez más sentido de dirección, dice Weidhaas, sobre todo en estos momentos en que la gran confusión que hay en el mercado y la abundante producción editorial la convierten en un foro concreto para observar el futuro. Weidhaas analiza algunos de los problemas que están marcando el mundo editorial, y que están impulsando a su reestructura: El principal es la publicación arbitraria. Ya no hay tendencias en la producción editorial. Cualquier cosa que parezca vendible será publicada. La competición en el mercado se basa principalmente en criterios de beneficios inmediatos. La mayoría de los títulos son publicados en tiradas cada vez más cortas, lo que hace que los best sellers sean la salvación de las editoriales. Pero los más vendidos no tienen a menudo nada que ver con la genuina calidad literaria, dice Weidhaas, quien piensa que hay retos de un futuro cada vez más inmediato. Aunque la venta online no va a reemplazar inmediatamente a las librerías tradicionales, se puede dar por sentado que tendrán un gran impacto en el mercado.
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