El devastado
sistema financiero japonés se permitió una esperanza gracias a un acuerdo por el que
generosos fondos públicos vendrían en su auxilio. Los legisladores japoneses se
acercaron ayer a aprobar la medida, que pretende salvar de una agonía segura a los bancos
débiles. La noticia hizo que la Bolsa subiera un 6,2 por ciento, la mayor suba porcentual
desde noviembre. Y el yen mejoró su posición frente al dólar y volvió a los valores de
abril. Las restantes bolsas asiáticas se mostraron dóciles a la tendencia de Japón,
donde la perspectiva de nacionalizar bancos insolventes fue recibida con entusiasmo.
El gobernante Partido Liberal Democrático (PDL) presentó iniciativas de ley ante el
parlamento para permitirle al gobierno intervenir en el manejo de los bancos
sumamente descapitalizados y a recapitalizar en algunos casos a instituciones
bancarias sanas. El plan fue bien recibido, aunque con condiciones, por un grupo opositor
importante que podría ayudar al PLD a lograr que las nuevas leyes sean aprobadas por la
Cámara Alta del Congreso, dominada por la oposición.
Los precios de las acciones en Tokio cerraron con un alza superior al seis por ciento, en
parte por la esperanza de que el acuerdo sobre las leyes de ayuda a los bancos sea
inminente. El principal portavoz gubernamental, Hiromu Nonaka, señaló que una
amplia gama de acciones, principalmente los papeles bancarios, fueron comprados a
consecuencia de que se volvió más clara la dirección del debate parlamentario.
Los bancos japoneses alabaron el plan, pero algunos analistas se hicieron la pregunta más
habitual en estos casos: si se iba a canalizar suficiente dinero. El plan también acepta
considerar posteriormente para los bancos niveles más estrictos de contabilidad y
divulgación.
El gobierno de Japón está presionado por el resto del mundo para que tome acciones
rápidas y decididas para estabilizar a su sistema bancario y para ayudar con ello a
frenar la caída de la segunda economía más importante del planeta. El Grupo de los
Siete países más industrializados señaló durante el fin de semana que era de vital
importancia que Japón asumiera una acción rápida y eficaz para fortalecer su
sistema financiero, que incluya la rápida adopción de medidas para respaldar bancos
viables con suficientes cantidades de asistencia pública.
El gobernador del Banco de Japón, Masaru Hayami, dijo ante el parlamento que con bancos
tan debilitados, sólo podemos tener esperanzas si les procuramos a gran escala
capital del sector público.
El opositor Partido Demócrata permanece opuesto a las iniciativas de ley del PLD, y su
dirigente, Naoto Kan el político más popular de Japón, las calificó como
un plan a medio fraguar que nos llevará a una crisis de crédito aún peor.
El líder del Partido Liberal, Ichiro Ozawa, dijo que el plan del PLD estaba muy
lejos de revivir a la economía japonesa y que era vago y decepcionante.
El plan del PLD podría autorizar un tipo de nacionalización de los bancos
extremadamente descapitalizados al adquirir las acciones comunes de los bancos,
despedir a su personal gerencial y obligar a los accionistas a absorber el impacto, como a
través de una reducción de sus acciones. El programa también contempla la instalación
de una cuenta de 10 billones de yenes (80.827 millones de dólares) para pagar las
inyecciones de capital para los bancos débiles antes de que éstos se derrumben.
Esto reemplaza a un fondo ya existente por 13 billones de yenes (104.965 millones de
dólares) empleados en un esquema previo de recapitalización, que la oposición criticó
por haber entregado dinero por igual a bancos solventes como insolventes. Y algunas
informaciones de prensa señalan que el PLD dejó abierta la posibilidad de ampliar el
fondo, de ser necesario.
Ueda, del grupo Heiwa-Kaikaku, indicó que su partido desea que el PLD ofrezca condiciones
más claras para emplear los caudales públicos en bancos sanos y la aplicación de un
calendario para imponer niveles más estrictos de contabilidad de sus valores.
CARDOSO POSTERGO EL ANUNCIO DEL AJUSTE EN
BRASIL
Una fuga hacia adelante
El
presidente brasileño reelecto, Fernando Henrique Cardoso, salió ayer a hablar por
primera vez desde su triunfo en los comicios del domingo. Pero sus palabras no fueron
demasiado alegres. Después de estar gobernando por casi cuatro años, recibo de
nuevo por las urnas el apoyo del país, que me da un nuevo mandato, dijo el
mandatario. A las repetidas especulaciones sobre la aplicación de un paquete de ajuste
después de los comicios, Cardoso respondió anunciando que le pidió a su equipo
económico que elabore en las próximas dos semanas un plan fiscal a tres años. Brasil
está en tratativas con el FMI, el cual estudia asistir al país con un mecanismo especial
de prevención de crisis que incluye a sectores privados.
El discurso no trajo novedades. El mercado vive de expectativas y esperaba que
Cardoso pudiera decir algo más detallado, se quejó un operador de la Bolsa de San
Pablo, cuyo índice Bovespa cayó un 4,3 por ciento. Durante la campaña electoral, muchos
pensaban que al día siguiente del triunfo de Cardoso se anunciaría un paquete de medidas
que acompañarían las gestiones del ministro de Economía Pedro Malán ante el FMI en
Washington para conseguir un crédito de emergencia. Las encuestas le daban a Cardoso una
amplia ventaja frente al candidato izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva,
incluso mayor a la que efectivamente existió. Sin embargo, a pesar del triunfo de
su candidato, el mercado financiero brasileño no subió lo esperado durante
esta semana.
El portavoz del Palacio presidencial de Planalto, Sergio Amaral, había anunciado anteayer
que Cardoso se referiría a las medidas previstas para paliar la crisis actual. Sin
embargo, el mandatario sólo hizo referencias generales sobre la situación del país.
No fui elegido para resolver una crisis que es pasajera o para coordinar el
crecimiento económico del país, dijo Cardoso, y se comprometió luego a cumplir
las promesas que hizo durante la campaña: luchar contra el desempleo, controlar la
inflación, mejorar la salud y la educación e impulsar la reforma agraria.
No estoy anticipando ninguna medida porque eso no viene al caso. No existe ningún
paquete que pueda ser anunciado por mí ni por nadie, dijo Cardoso. Respecto de las
negociaciones que lleva a cabo el ministro Malán en Washington, se limitó a señalar,
más allá de los créditos que pudieran otorgar, que los organismos financieros
internacionales deberían poner más énfasis en evitar la extremada
liberalización del mercado de capitales. Después de Bretton Woods, creado
cuando no existían las computadoras, no hubo cambios significativos en el sistema
financiero mundial, señaló el mandatario, y estimó que Brasil saldrá
fortalecido de la crisis actual gracias a la creación en el corto plazo de
un nuevo Bretton Woods.
Respecto de los aspectos más inmediatos de la crisis, Cardoso puntualizó que la
deuda pública tiene que parar de crecer y que su esperanza es que el Congreso
apruebe las reformas pendientes, como la tributaria y la del sistema de seguridad
social. Esto anticipa el objetivo del plan que se anunciará en dos semanas: una
reducción del déficit público, que sólo en el primer semestre de este año alcanzó el
7,2 por ciento del Producto Bruto Interno. Además, esta reducción es una de las
condiciones que establecen el FMI y otros organismos financieros para otorgar el crédito
que está negociando Malán en Washington.
Para la aplicación de estas disposiciones, Cardoso deberá esperar a que se complete el
escrutinio, que ya llegó al 95 por ciento de los votos, para saber qué grado de apoyo
tendrá en el Parlamento. La segunda vuelta electoral que se realizará el 25 de octubre
definirá cuáles de los estados donde recaerá el ajuste quedarán en manos oficialistas.
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